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Columna
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Paleopolítica

Manuel Rivas

La modernidad, la posmodernidad, la transmodernidad. ¿Y ahora? Se avecina la paleomodernidad. Un futuro cada vez más antiguo. Uno de los campos científicos más apasionantes es el de la paleontología. En el mundo animal, no hay pasado más futurista que aquel que estudia la paleozoología. La dinosaurología puede dar lugar todavía a vistosos descubrimientos, ¡pero hemos visto ya tantos dinosaurios! Más atractiva parece la paleontomología, los extraordinarios insectos del ayer. Con todo, los seres más simpáticos del universo paleontológico son humanos vivos. Quien encarna la vanguardia de la moda paleo-pop es el paleo freak. Los paleo frikis acuden a paleo shops donde obtener iconos como el de la divina dinosauria Coelophysis Madonna.

Hay en este movimiento paleo-pop una mezcla de ingenuidad e ironía. Una chaladura científica mucho más cuerda que la de los fanáticos creacionistas que profesan el relato bíblico al pie de la letra y adoctrinan a los niños contra el perverso evolucionismo. Un paleo freak siempre preferiría el impacto de un meteorito a la autodestrucción humana del planeta. El paleopolítico y el paleoterrorista, sin embargo, se sentirían ofendidos por esa competencia de la naturaleza en la producción de catástrofes.

No es lo mismo un paleopolítico que un paleoterrorista, pero suelen ser complementarios. El paleoterrorismo puede ser minoritario pero condiciona la vida de todos. La paleopolítica lo utiliza, por ejemplo, para empujar a la democracia hacia los lindes de la excepción. Un ejemplo palmario de paleopolítica lo tenemos en lo más alto del poder mundial. No es un chiste: Bush y Putin se desentienden del calentamiento global, aunque parecen dispuestos a reanudar la guerra fría. En cuanto al paleoterrorismo, tenemos el trágico privilegio de poder observar un extraño caso de retroceso en la evolución de las especies. El texto en el que ETA anuncia su vuelta a las armas es una declaración de ardor guerrero frente a la política, no porque la política fracasara sino por el peligro de que triunfara, como ha demostrado Nafarroa Bai. ETA ha vuelto con una antigüedad futurista. En sus últimos vídeos propagandísticos, los símbolos nacionalistas son las armas. ¿La verdadera identidad es Euskal Herria o es la guerra?

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