Muere a tiros el dueño de un pub en El Puig y un asaltante es herido
Eduardo y Mari preparaban la comida. Eran poco antes de las 15.00 de ayer, en la cuarta planta del número uno de la plaza de Sanchis Guarner, en El Puig (Horta Nord). Llamaron a la puerta. Debían conocerles. Tres hombres entraron en el piso. Hubo una breve discusión y varios disparos. Un hombre salió corriendo y encendió un coche marca BMW que había aparcado muy cerca. Tras él, otro llevaba casi arrastrando a un tercero. Se dieron a la fuga. Arriba, en la casa, Eduardo, de 46 años, agonizaba de varios tiros. La unidad médica de urgencia no pudo hacer nada por él, murió antes de poder llegar a un hospital. Mari, su compañera sentimental desde hacía poco tiempo, ilesa, no abandonaría la casa hasta pasadas las seis de la tarde. Lo hizo acompañada de la Guardia Civil, que la condujo hasta sus dependencias para que prestara declaración después de haber inspeccionado el domicilio.
A las puertas del hospital Arnau de Vilanova fue abandonado el asaltante con una herida de bala en la columna vertebral. Poco después, fue trasladado al hospital La Fe. Al cierre de esta edición, su estado era muy grave. Guardia Civil y Policía Nacional buscaban aún a los otros dos implicados en los hechos. Eduardo regentaba desde hacía algo más de seis años un pub con más de 25 de historia en El Puig, el Do-Ipanema, muy cerca del Ayuntamiento. Era muy conocido. Pero nadie de los próximos, vecinos y clientes, dijo ayer saber nada oscuro de la vida de Eduardo. Tenía antecedentes por tráfico de drogas y la policía sospecha que su muerte fue un ajuste de cuentas.
Asunción, que limpiaba la casa de Eduardo desde hace dos años pero le conoce desde que era muy joven, explicaba ayer que "era un hombre muy bueno, trabajaba, yo venía tarde, porque él se acuesta tarde por el trabajo, se hacían la comida, y a nosotros nos ha ayudado mucho. La semana pasada estuvo en la Comunión de mi nieta, le pagó los payasos". Un retrato parecido hicieron varios vecinos y curiosos. Sólo un hombre mayor explicó que la vecina del piso contiguo al que ocupaban Eduardo y Mari, escuchaba cada noche reuniones hasta altas horas de la madrugada y que en el bar eran muchos los episodios de riñas, peleas y trapicheos.
Sobre su compañera, Mari, pocos detalles. No estaba con él habitualmente en el pub. Era una relación reciente. La segunda que se le conocía después de la que fue su mujer y que en realidad fue quien originariamente tuvo el pub. Al separarse, el pub se lo quedó Eduardo. Con él trabajaban un par de camareros, de los que todos reconocen especialmente a una, Romina. Las dueñas de un restaurante contiguo al pub explicaban ayer que era "un lugar normal de copas, de los que habitualmente va la gente joven, sin más, uno de tantos en los que de vez en cuando alguno bebe de más y se lía, pero Eduardo era una bellísima persona".
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