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Necrológica:EN MEMORIA DE STANLEY L. MILLER, BIOQUÍMICO
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Un pionero de la química prebiótica

El pasado 20 de mayo fallecía a los 77 años Stanley L. Miller, el científico que abrió las puertas de la química experimental al estudio del origen de la vida.

Se ha narrado muchas veces cómo el estudiante Miller consiguió convencer a un reticente profesor, el premio Nobel Harold Urey, para ensayar en el laboratorio las hipótesis de éste sobre la formación de moléculas orgánicas en la atmósfera primitiva. Dada su timidez, su audacia intelectual todavía resulta más admirable: diseñó un dispositivo de vidrio por donde circulaban los gases (modelo de la atmósfera primitiva) sometidos a descargas eléctricas (para simular los rayos) y en pocas horas descubrió la acumulación de algunos aminoácidos, componentes de las proteínas, en el líquido que hacía de mar.

Miller, contrariamente a lo afirmado por algunos medios de comunicación, no respondía a la pregunta de cómo aparecieron los primeros seres vivos -todavía sin respuesta-, sino que inauguraba un programa de investigación, la química prebiótica, imprescindible para formular mejor esa pregunta. Cincuenta años después lo recordábamos en el homenaje académico que le rindió la Universitat de València y la UIMP en 2003.

El contexto estaba bien definido: las ideas de Urey encajaban bien en la hipótesis de Aleksandr I. Oparin sobre el origen de la vida. La nitidez de los resultados experimentales encendió el entusiasmo por la exploración de las posibles químicas que pudieron servir de cuna para la vida.

Otros muchos, entre los cuales estuvo Joan Oró, siguieron la trayectoria iniciada por Miller. Además, poco después, el análisis de meteoritos dio un giro a la interpretación del resultado: los compuestos que se obtienen con descargas eléctricas en el laboratorio abundan en el universo.

La química prebiótica da muchos frutos y Miller no sólo fue su fundador, sino que no dejó de hacer contribuciones notables hasta la actualidad, hasta que la enfermedad se lo impidió.

Las críticas a las ideas de Urey y Miller por su poco realismo, se han desvanecido recientemente. Primero porque los modelos más actuales de la atmósfera primitiva se acercan más a los supuestos del experimento original y, luego, porque el mismo Miller y sus colaboradores Jeff Bada y Antonio Lazcano, acababan de encontrar que el control de la acidez del agua mejora la síntesis de moléculas orgánicas en mezclas de gases más representativas de la atmósfera primitiva. Éste es un trabajo que Miller ya no verá impreso, pero que ofrece nuevas perspectivas a la futura investigación en química prebiótica.

El histórico experimento vuelve, pues, a la primera fila de la discusión y el debate científico sobrevive al evolucionista brillante que fue Miller. Él también vivirá para siempre en las bibliotecas y en Internet.

Consiguió a edad muy temprana lo que muy pocos científicos: estar presente no sólo en tratados especializados sobre el origen de la vida sino en los manuales escolares, en los museos de la ciencia y en los documentales de divulgación. Miller y su experimento pionero forman parte, sin duda, de la cultura del siglo XX.

Juli Peretó es profesor de Bioquímica y miembro del Institut Cavanilles de Biodiversitat i Biologia Evolutiva de la Universitat de València.

Stanley L. Miller, en una imagen de 2003.
Stanley L. Miller, en una imagen de 2003.CONSUELO BAUTISTA

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