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Columna
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Relevo en ciernes

Emilio Ontiveros

La fortuna parece sonreír a la economía española: simultanea un excelente ritmo de crecimiento con la reducción de sus principales desequilibrios. Además -o en cierta medida a causa de ello-, uno de los principales tractores del crecimiento de la actividad económica y del empleo en los últimos años, la construcción residencial, desacelera su ritmo de actividad sin originar por el momento tensiones financieras destacadas.

La tasa de crecimiento interanual de la economía en el primer trimestre, del 4,1%, es la más elevada desde 2001. Merece una valoración tanto más favorable cuanto que se registra tras 14 años de expansión ininterrumpida -los diez últimos a un ritmo medio por encima del 3,5%-, muy superior al promedio de las economías avanzadas. Su composición se va ajustando también a la deseable: la inversión en equipo crece a tasas muy significativas, en el entorno del 12%, y el sector exterior, aunque todavía con un déficit por cuenta corriente excepcionalmente alto, drena menos crecimiento que en trimestres precedentes, gracias en gran medida a la expansión de la eurozona.

Las probabilidades de que prosiga el ajuste suave y ordenado de la economía española son muy superiores a las de un ajuste brusco

La continuidad de la creación de empleo a un excelente ritmo del 3%, y la caída de la tasa de paro hasta el 8,5%, no han impedido que la tasa de inflación y su diferencial frente a nuestros competidores moderen su ritmo de crecimiento. El inusual repunte en la tasa de crecimiento de la productividad completa ese balance positivo del inicio del año. Para el conjunto de 2007 son asumibles las previsiones que anticipan una tasa media de crecimiento del PIB superior al 3,5%, y algo inferior en 2008, con una menor asimetría entre las contribuciones de la demanda interna y externa.

La constatación de esas señales inequívocamente favorables en modo alguno equivale a descartar los riesgos que siguen pesando sobre la consolidación de esa necesaria transición a un patrón de crecimiento más sostenible. La posible, aunque poco probable, brusca interrupción de la hasta ahora ordenada desaceleración de los precios de la vivienda y su extensión a la correspondiente inversión es uno de ellos. Estrechamente vinculada a esa digestión del empacho inmobiliario se presenta la asimilación del elevado endeudamiento de las familias y de las empresas, reflejo en gran medida de ese déficit por cuenta corriente de la balanza de pagos.

No sería prudente minimizar el alcance de ese endeudamiento del sector privado no financiero, cercano al 190% del PIB, ni las consecuencias de su gestión sobre las decisiones de gasto. En la medida en que buena parte de esa deuda, desde luego la de las familias, se mantiene a tipos de interés variables (sin que por el momento pueda anticiparse su descenso y sí alguna elevación adicional), la atención de su servicio seguirá pesando sobre el margen de maniobra de los hogares. Aun cuando no se traduzca en elevaciones destacadas de la morosidad (un ligero repunte desde mínimos históricos ya lo estamos observando), mermará la capacidad de consumo, en especial la de las familias de menores ingresos, como ya lo ha hecho en el primer trimestre del año. Y con ella, las cifras de ventas de las empresas volcadas a la atención de esa demanda.

Con la información disponible, las probabilidades de que prosiga esa secuencia de ajuste suave y ordenado son significativamente superiores a las de un ajuste brusco. Avala esa presunción la realidad reciente: el dinamismo de las economías de nuestro entorno, la solvencia del sistema crediticio español y la aparente voluntad de fortalecimiento competitivo de las empresas, a tenor de las decisiones de inversión, de renovación y ampliación de capacidad de producción, que están adoptando, sobre la base de unos beneficios muy destacados. Una garantía adicional es la capacidad de las cuentas públicas para seguir estimulando el fortalecimiento del capital tecnológico y humano de nuestra economía, precondición para que el relevo hacia un patrón de crecimiento menos vulnerable también lo sea de una economía más moderna y competitiva.

La elaboración de los próximos Presupuestos y su posterior discusión parlamentaria ofrecerá una oportunidad para ello y, en todo caso, para conocer, justo en vísperas electorales, las opciones de medio plazo de los partidos que aspiran a conducir la economía por esa transición en ciernes.

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