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Reportaje:Tenis | Roland Garros

Las victorias agotan a los campeones

Nadal y Federer reconocen estar "mentalmente fatigados" por la rutina de los torneos y la presión de sentirse favoritos indiscutibles

Roger Federer está "escandalizado". En París le hacen jugar al atardecer, en el último turno, con frío, lluvia y viento. Rafael Nadal, que jugará mañana contra el vencedor del duelo entre Albert Montañés y el letón Ernest Gulbis tras ganar al italiano Flavio Cipolla (6-2, 6-1 y 6-4), está preocupado.

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Piensa en lo difícil que es estar concentrado "siempre", en que hacer "lo mismo cada día te destroza un poco mentalmente". Nadal está fatigado. No ha parado de jugar desde abril y las rutinas de los torneos le asfixian. Por eso, esta vez, su corte ha decidido aislarle todo lo posible. Le han suspendido el más de un centenar de entrevistas solicitadas. Y nada de actos comerciales. Su entorno quiere que sólo piense en el tenis y, en su tiempo libre, se distraiga tranquilo, sin agobios. Tanto él como Federer dominan de tal forma el circuito que, de alguna forma, se sienten obligados a alcanzar, como mínimo, la final. Cualquier otro resultado sería una decepción. Hoy no se ve a nadie capaz de discutirles el trono y para ellos es una losa. Cada cita les supone un maratón.

Federer come en la sala de jugadores acompañado por su novia, su preparador físico y siete personas más. Ahí, pero en otro comedor, Nadal toma pasta sin salsa en compañía de su fisioterapeuta. A los dos les interrumpen las azafatas pidiéndoles autógrafos. El pulso de Roland Garros late cosido al de sus dos favoritos. Y, mientras tanto, ellos viven días de entrenamientos y partidos, de apuestas pagadas con paseos en ropa interior por la recepción del hotel, de caminatas nocturnas buscando un helado y de despertadores apagados.

- Siempre mirando al cielo. Nadal y Federer se entrenan jueguen o no. El español sólo se preocupa de sus dos horas diarias de peloteo, de la gimnasia articular y los masajes. El transporte lo ponen las furgonetas de la organización y sus chóferes de uniforme. Las raquetas, encordadas a 25 kilos de tensión, las recoge Toni, su tío y entrenador. Y, así, sobre la pista, se descubren cosas. "En Montecarlo, Roma y Hamburgo se juega con bolas Head, que son de un estilo distinto de las de aquí, de las Dunlop. Las sensaciones cambian bastante", dice Nadal.

Los dos campeones viven mirando al cielo. "Incluso con el frío y la lluvia, que hace que sea lenta, la tierra batida sigue siendo tierra batida", advierte Federer, ganador en Hamburgo en condiciones similares; "habrá que ver qué pasa cuando vuelva el buen tiempo y las bolas vuelen. Habrá sorpresas y partidos más peligrosos". A Nadal le preocupa más la pista central: "Es muy grande y siempre hace un viento un poco extraño. Prefiero el solecito. Con frío, la bola es una piedra y me cuesta mucho más".

- Hoteles muy distintos y apuestas peligrosas. Nadal y Federer duermen en hoteles diferentes. El suizo, en Le Grillon, de seis estrellas, el más exclusivo de París, en el que le acompañan su novia, sus padres, su fisioterapeuta, varios amigos y el capitán del equipo de su país en la Copa Davis. "Se pasa el día encerrado ahí", dicen quienes le conocen bien. Nadal, no. El español se aloja en el Meliá Royal Alma, el mismo que en sus otros dos Roland Garros, y cena "en los restaurantes de siempre, los que están cerca del hotel". Se levanta a las nueve de la mañana y desayuna en su habitación o en el restaurante, según la hora del partido. Junto a David Ferrer, se enfrenta al argentino David Nalbandián y a Carlos Moyà en la videoconsola. El que pierde pasa un mal trago. "La última vez estuve a punto de decirles que se bajaran los pantalones y para abajo ", dice Rafa.

"Cuando tienes tiempo libre y juegas, no lo puedes emplear en nada", añade; "estás tirado en el sofá del club. Y, cuando se puede, al hotel. Sigo la actualidad deportiva, sobre todo del fútbol", explica quien se juntó con Feliciano López en un pub para ver el Madrid-Deportivo. ¿Qué es lo más difícil? "Mantener la concentración siempre, mantener la rutina, hacer lo mismo siempre. Eso te destroza un poco mentalmente", responde; "igual que salir todos los días sabiendo que tienes que pasar una bola más que el contrario. Te cansas mentalmente".

- El escándalo de Federer. "¡Las condiciones eran escandalosas!", se quejó el número uno del tenis mundial tras vencer al francés Thierry Ascione al atardecer. Y luego se fue a cenar avisando de que no ponía el despertador para el día siguiente, de que le tocaba dormir "hasta tarde". "Ha sido duro. Piensan que, como soy el favorito, debo ganar rápidamente en tres sets. Detesto jugar al atardecer. No veo bien la bola", continuó; "había sombra, llovía, las condiciones eran malas. Ha sido terrible. ¡Casi no veía!". Prueba de la presión a que está sometido.

- Las cenas. Roland Garros echa la persiana cuando se apaga el sol. Entonces empieza la búsqueda de un restaurante con horario español. Silvano esconde una decena de mesas por las que se reparten mitos del tenis australiano y reporteros. Pizza Pino llena sus dos pisos de jugadores y suele acoger a Nadal. Su última misión del día, antes de acostarse pasada la medianoche, es escribir su blog. "¿De verdad que salgo?", se extraña Toni, del que se dice que a veces acompaña de noche a Nadal en busca de un helado. Federer deja que su novia elija los restaurantes: el mínimo es el superlujo.

Nadal devuelve un golpe a Cipolla.
Nadal devuelve un golpe a Cipolla.ASSOCIATED PRESS

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