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Reportaje:Universidad

Niños en la Universidad

Una guardería en Leioa permite a los miembros de la comunidad de la UPV tener a sus hijos en el campus

En 1973, la Universidad del País Vasco (UPV) cedió un local a un grupo de trabajadores, padres de niño pequeños, que decidieron dejar a sus niños al cuidado de unas educadoras en el campus de Leioa. La experiencia que empezó con un grupo de 20 pequeños ha ido creciendo hasta convertirse en un centro educativo con más de 50 niños, gestionado por la Fundación Umeak, puesta en marcha por los propios padres. Se trata de un excelente servicio para la comunidad universitaria pero, al mismo tiempo, se ha convertido en un referente en la zona cercana que atrae a cada vez más niños ajenos a la universidad.

Los hijos del profesorado, alumnado y personal de administración y servicios (PAS) tienen prioridad de ingreso en el centro y pagan unas tasas más reducidas. Las plazas sobrantes se cubren con niños de Leioa y de los pueblos de la zona. Actualmente, una plantilla de ocho educadoras fijas, una de apoyo y una cocinera atienden a 54 niños de entre 0 y 3 años. La gestión del centro corre a cargo de una junta directiva que se elige anualmente entre los miembros de la asamblea de padres y madres. Todo el dinero recaudado con las matrículas, cuyos precios son similares al resto de las escuelas concertadas, se reinvierte en mejorar el equipamiento, al igual que la subvención del Gobierno vasco que reciben desde hace tres años.

Familias de localidades próximas se benefician también de los servicios del centro

Las ventajas que presenta el centro para los padres de la UPV son evidentes. "Están cómodos y tranquilos. Tener la guardería en el centro de trabajo influye positivamente en el rendimiento del empleado", afirma Elena Alberdi, presidenta de la Fundación Umeak, investigadora de Biología, y madre de un niño de tres años. La guardería ha resultado ser un éxito fuera de la comunidad universitaria. "Una muestra es que está llena el aula de 2 a 3 años, una edad en la que ya se pueden escolarizar a los niños. Se ha corrido la voz de nuestra dilatada experiencia y de la vinculación estrecha de las cuidadoras con los niños", destaca.

Entre otras actividades escolares, los niños hacen ejercicios de psicomotricidad y excursiones, al Parque Infantil de Navidad (PIN), al acuario de Getxo y a la Facultad de Bellas Artes. Aún así, Lourdes San Juan, técnico especialista de jardín infancia y cuidadora desde hace seis años, cree que la guardería destaca no tanto por sus actividades sino porque "los niños están a gusto, como en casa". Por ello, atribuye su éxito al ambiente familiar y al cariño y la atención individualizada que reciben los niños. "A los padres", señala, "les da mucha seguridad conocernos, hablar con nosotras a diario, y en un colegio no se puede dar un trato tan personalizado. Por ejemplo, aquí trabajamos el control de esfínteres, algo inusual en las escuelas". Esa satisfacción la comparten también las propias educadoras, como prueba su fidelidad al centro: algunas siguen trabajando en él desde que se puso en marcha.

El horario, de 7.30 de la mañana a 18.30 de la tarde, se adapta también en lo posible al de la comunidad universitaria, con varios turnos de entrada y salida. En cuanto a las instalaciones, los bajos del Rectorado alojan desde hace cinco años un local del que Alberdi y San Juan destacan su luminosidad y modernidad, un jardín cuidado, un comedor grande y una cocina adecuada, cuatro aulas, y un espacio para echar siesta de manera independiente. "Hemos solicitado una ampliación que está siendo estudiada, porque hay una gran demanda", señala la presidenta.

Conciliación de la vida familiar a pie de aula

La UPV se adelantó en los años setenta a la hora de crear una guardería para su personal. Aún hoy, son pocas las universidades e incluso las empresas que disponen un servicio similar para facilitar que los empleados puedan conciliar la vida familiar con la laboral. Alberdi y San Juan apenas tienen constancia de proyectos similares en universidades catalanas y gallegas. Fuera del ámbito universitario, destaca la guardería del Parque Tecnológico de Zamudio.

Ambas abogan porque la Administración fomente la creación de jardines de infancia en los centros de trabajo. "Lo único que tendrían que hacer es habilitar un local y las instalaciones adecuadas", señala la presidenta de la fundación. San Juan resalta la "gran demanda de guarderías" que hay en Euskadi. "Ahora que las mujeres trabajamos, necesitamos dejar a nuestros hijos en sitios adecuados, en buenas condiciones, tramitados legalmente, que nos den confianza. Hay muchas cuidadoras formadas; falta que la Administración ponga dinero", recalca.

Aunque está gestionada por los propios padres y madres a través de la fundación, Elena Alberdi insiste en que la guardería no hubiera sobrevivido sin el apoyo económico de la Universidad, que aporta el local, el material y el mantenimiento. "!Hemos pasado por momentos muy críticos, y la Universidad se ha hecho cargo de deudas. Ahora pasamos tiempos buenos por contar con una subvención pública. Si el proyecto fuera privado, hubiera quebrado, no es viable", afirma.

San Juan considera necesario que la guardería pase a pertenecer a la UPV. "Sobre todo para asegurar la estabilidad de toda la plantilla". Ella es la única PAS, mientras que el resto han sido contratadas por la fundación. Por ello, "si de repente bajara el número de niños, muchas se quedarían en el paro", se preocupa. Además, señala que es necesario que toda la plantilla esté en las mismas condiciones laborales para evitar resquemores. San Juan es PAS porque uno de los equipos rectorales decidió contratar a una cuidadora al año. Sin embargo, sólo se llegó a cumplir el propósito con una de ellas, a la que San Juan sustituyó.

Alberdi subraya los "sacrificios" de las trabajadoras, que no abandonaron ni en los momentos más críticos. "Si no hubieran puesto tanto de su parte, el proyecto hubiera fracasado", asegura.

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