El PSC retiene la alcaldía aunque pierde un concejal
Montilla reconoce que hay que "tomar nota" de la elevada abstención en Barcelona
Barcelona continuará con un alcalde socialista: Jordi Hereu. Más de la mitad de los barceloneses optaron ayer por quedarse en casa, pero el PSC reunió los suficientes sufragios para lograr su octava victoria consecutiva en las muncipales. Jordi Hereu consiguió que las urnas revalidaran su cargo, aunque por debajo de los 15 concejales que logró Joan Clos en 2003. Con el 99,95% de los votos escrutados, el PSC obtenía 14 ediles y CiU, con 12, se le acercaba. Los socialistas siguen perdiendo votos, más de 70.000 respecto a 2003.
"Ahora sí que puedo decir que seré alcalde de Barcelona", manifestó Hereu pasadas las 22.30 horas en la sede del PSC y acompañado por el presidente de la Generalitat, José Montilla. Los dos dirigentes admitieron que la abstención ayer fue muy alta, demasiado: "Habrá que tomar nota", señaló Montilla.
Los ciudadanos que votaron fueron el 49,82%, dos puntos por debajo de la participación de las municipales de 1999. Aquellos comicios le reportaron al PSC el mejor resultado de su historia con 20 concejales. La abstención se acentuó en los distritos de Nou Barris, Sant Martí y Sant Andreu, tres grandes zonas, hasta ayer, de fidelidad socialista.
Estos distritos, con el escrutinio casi acabado, reflejaban, respecto a 2003, un descenso porcentual de los votantes del PSC y un avance de Convergència i Uniò, fuerza que resultó la más votada en los distritos de Sarrià-Sant Gervasi, Les Corts, Eixample y Gràcia. Es decir, CiU logró ayer un distrito más que en 2003. El resto de los distritos sigue con mayoría del PSC, pero en todos a la baja.
Pese al claro aviso de hastío de los electores, los dirigentes socialistas destacaban ayer la importancia de que la lista que encabeza Jordi Hereu hubiera conseguido un resultado bueno. "Ya decíamos en campaña que, para nosotros, tener 14 ediles era aprobar, con 15 lo considerábamos notable y sobresaliente con 16", comentaba Joan Ferran, secretario de la Federación Socialista de Barcelona. Lo que también comentaban con extrañeza algunos dirigentes era que el resultado de Iniciativa per Catalunya (cuatro concejales) distaba mucho de las proyecciones que reflejaron las encuestas. En cualquier caso, el tripartito se consideraba garantizado.
Miquel Iceta fue el primero en hacer una evaluación y destacó que los resultados indicaban a las claras que los socialistas podrían volver a formar gobierno en la ciudad de Barcelona.
Con los datos en la mano, parece claro que la campaña de perfil más bien plano de los socialistas no les ha ido mal. Ha sido una campaña que ha representado un giro de 180 grados respecto a la que hizo Joan Clos en 2003. De la Barcelona, la mejor ciudad del mundo del mensaje de hace cuatro años, se pasó a la capital que quiere ser un referente en cohesión social y en la política de proximidad.
Hereu ha insistido, de forma machacona, en no salir del guión con propuestas irrealizables. Ni una idea estrafalaria, ni una promesa tentadora, ni Barcelona aspirante a la organización de acontecimientos mundiales. Hereu ha defendido que el modelo de Barcelona -el impulsado por sus antecesores Narcís Serra, Pasqual Maragall y Joan Clos- sigue siendo el bueno, pero que había llegado la hora de abrir una tercera etapa, la que pone el acento en buscar las condiciones de una buena convivencia y la que busca que la ciudad se convierta en un referente de creatividad.
"La Barcelona del futuro será o no será dependiendo de su capacidad de crear en todos los terrenos", llegó a repetir Hereu en la recta final de la campaña que, por otra parte, ha realizado casi en solitario. Salvo algunos miembros del sanedrín del PSC y estrechos colaboradores, Hereu no ha echado mano de los pesos pesados de su partido, entre ellos, el propio José Montilla.
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