El Madrid tiene la Liga en la mano
El conjunto de Capello, liderado por Raúl y Beckham, se impone a un Deportivo sin brújula
Con el viento de cola desde hace semanas, a este Madrid le hace falta bien poco para acercarse al trono de la Liga. La fortuna le sonríe cada jornada, ya juegue bien, como en Huelva, o mal, como frente al Espanyol o el Deportivo. Ha cogido carrerilla, se tiene una fe ilimitada y se mueve como nadie en el alambre. Está bendecido y acierta en el primer remate o en el último. No tiene freno. Ayer, primero, un manotazo de Van Nistelrooy para asistir a Segio Ramos le dejó a dos estaciones del título.
REAL MADRID 3 - DEPORTIVO 1
Real Madrid: Casillas; Torres, Sergio Ramos, Cannavaro, Roberto Carlos (Cicinho, m. 88); Gago, Diarra; Beckham, Raúl, Robinho (Guti, m. 75); y Van Nistelrooy (Higuaín, m. 89). No utilizados: Diego López; Helguera, Emerson y Reyes.
Deportivo: Aouate; Coloccini, Lopo, Andrade, Capdevila; De Guzmán, Sergio (Verdú, m. 78); Estoyanoff (Bodipo, m. 62), Juan Rodríguez, Cristian; y Arizmendi (Barragán, m. 85). No utilizados: Munúa; Manuel Pablo, Filipe y Taborda.
Goles: 1-0. M. 28. Centro de Beckham, Van Nistelrooy golpea la pelota con la mano y Sergio Ramos marca. 1-1. M. 54. Capdevila, a pase de De Guzmán. 2-1. M. 57. Raúl, de cabeza, a centro de Beckham. 3-1. M. 75. Van Nistelrooy, solo.
Árbitro: Fernández Borbalán. Amonestó a Beckham, Cristian, Estoyanoff, De Guzmán y Coloccini.
Unos 70.000 espectadores en el Bernabéu.
Los madridistas han cogido carrerilla y se mueven como nadie en el alambre
Con el viento de cola desde hace semanas, a este Madrid le hace falta bien poco para acercarse al trono de la Liga. La fortuna le sonríe cada jornada, ya juegue bien, como en Huelva, o mal, como frente al Espanyol o el Deportivo. Ha cogido carrerilla, se tiene una fe ilimitada y se mueve como nadie en el alambre. Está bendecido y acierta en el primer remate o en el último. No tiene freno. Ayer, primero, un manotazo de Van Nistelrooy para asistir a Sergio Ramos le dejó a dos estaciones del título. El árbitro, un andaluz apellidado Fernández Borbalán, estaba más atento a otras cuestiones vitales, un fuera de banda mal sacado por Coloccini, un acoso de Beckham a un adversario en otro saque lateral. El mismo, por ejemplo, que no quiso saber nada de una entrada brutal del propio Coloccini a Roberto Carlos. Pero el gol del holandés empinó para su equipo un partido espeso, con el Madrid sin un guiño de más, con el Deportivo sin rechistar, un equipo de plastilina, lánguido como pocos, para el que lo que queda de campeonato no es más que un engorro. Este Deportivo hace tiempo que no tiene predicamento alguno en esta Liga. Atraviesa un periodo indefinido. No hay huella de aquel club que flirteó con la élite, de aquel conjunto que selló el centenariazo madridista. Al tanto de Ramos respondió Capdevila, pero tan poca chicha tiene este Depor y tan santificado está este Madrid que de inmediato marcó Raúl, el chico de los 605 partidos oficiales en la casa blanca, ese mocoso al que acunó Jorge Valdano en 1994 y que ya es el segundo máximo goleador en la historia de la institución más gloriosa del universo futbolístico, con 187 goles, a 29 de Di Stéfano; casi nada con sólo 29 años.
Al tanto irregular creado por Van Nistelrooy replicó el mismo holandés con un tercer gol para su equipo que le evitó angustias finales, como en jornadas precedentes. Nada más le hizo falta a este Madrid imparable, capaz de derribar a cualquiera por la vía que sea. El equipo está tan iluminado como el propio Van Nistelrooy, que lleva seis jornadas consecutivas anotando, registro que no se recuerda desde los tiempos de Hugo Sánchez. Entonces, el Madrid era un equipo plástico y efectivo. Hoy es otra cosa: un grupo animoso, capaz de exorcizar todas las vicisitudes sufridas este curso. Ha logrado rebelarse contra un destino que parecía condenarle a una cuarta temporada en seco, pero ha encontrado el latido justo para aproximarse por sorpresa a un centímetro de la gloria.
A un par de jornadas del alirón, este misterioso Madrid vive en éxtasis de forma permanente. No tiene juego, le falta fútbol, cada envite le supone un calvario; cualquier contrario, del pelaje que sea, le apura, pero suma y suma. Frente al Deportivo, otra vez no tuvo más dictado que la efectividad: de sus primeros cuatro remates, tres fueron gol y el otro, un disparo de Beckham, se estrelló en un poste. Beckham tiene mucho que ver en la remontada blanca. Jamás ha disfrutado de un título con el Madrid, pero en sus últimas horas en Chamartín ha contagiado al vestuario. Destila entusiasmo, como siempre, y su condición de especialista le ha convertido en el mejor remero de este Madrid de escasos recursos. A falta de otros talentos, el equipo de Capello, el mismo que desterró a Beckham durante un trecho de la temporada, ha encontrado en el inglés a su mejor mesías. Ante el Depor estuvo en todas y lleva muchas jornadas al frente del pelotón. Cuando no hay fútbol, los especialistas son una bicoca, de ahí el protagonismo de Beckham. El Madrid remata, no juega, y en esa noria el ex jugador del United no tiene comparación. En Huelva, hace sólo una semana, otro ilustrado, Roberto Carlos, acudió al rescate. Anoche fue el turno de Beckham.
Al compás del británico, el Deportivo apenas tuvo respuesta. Tan mal construido está el mecano del Depor que es el equipo más improductivo del campeonato. Su cosecha es patética: 27 goles en 36 partidos, cinco menos que el Nàstic, el colista de Primera, y nueve menos que el Vecindario, ya descendido a Segunda B. Arizmendi, su máximo goleador, con cinco tantos, no asusta precisamente. Sin ahorros, este Depor no tiene brújula. Es un guiñol de lo que fue hace un rato. Al contrario, el Madrid se ha vuelto tan fiable que no hay quien le discuta. Ya tiene el título en la mano.
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