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Elecciones 27M
Columna
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O carallo vintenove

Hoy, en jornada de reflexión, dos importantes proposiciones son posibles. La primera, insistir y alentar a la participación en las elecciones locales de mañana; y, en segundo lugar, recomendar que se opte por la instauración y desarrollo de modelos de ciudad consistentes y coherentes. Afirmo estas dos proposiciones porque no solamente son de sentido común, sino porque también alejan en el tiempo aquellas pretéritas situaciones en las que se vetaba votar y aquellas otras que nos aislaban de la consolidación y avance de espacios de prosperidad.

Daba en el clavo Chichi Campos en su viñeta O carallo 29 cuando explicaba las causas del comportamiento electoral a mitad del siglo pasado. Hasta 1923, el censo electoral estaba integrado solamente por varones. Sólo a partir de la renovación de 1924 (en virtud del Real Decreto de 10 abril, de la Presidencia del Directorio Militar) formaron parte del censo las mujeres solteras y las viudas. Más tarde a las mujeres se las vuelve a excluir (años 1930 y 1931) y posteriormente se las admiten en los censos electorales de 1932 y 1933. Estos vaivenes se añaden a los problemas derivados de la aplicación del artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. Dicho artículo significaba que cuando en un distrito (por el que se elegía un solo diputado) o en una circunscripción (en la que se elegían entre 3 y ocho representantes) no llegaban a presentarse más candidatos que el número de puestos a cubrir, los candidatos únicos quedaban proclamados sin necesidad de proceder a la elección.

Esta práctica fue bastante utilizada en Galicia, pues en determinadas áreas y zonas del país llegaban a producirse situaciones anómalas, vacíos competitivos y circunstancias excepcionales, que permitieron aplicar dichos procedimientos con el objetivo que un número bien representativo de diputados fueran designados por el famoso y archiconocido articulo 29. Por eso, Chichi Campos manejaba lo del carallo vintenove para expresar determinadas situaciones derivadas de la representatividad y de los comportamientos electorales.

La situación actual ya no es la misma que antaño, cuando la abstención era muy elevada y donde las consultas electorales reflejaban falta de interés y despreocupación por los resultados. Los municipios han ido ampliando sus funciones en los últimos años. Han desarrollado y se han orientado hacia la prestación de servicios públicos de calidad. Los municipios destacan por sus capacidades de innovación en el diseño de determinadas políticas públicas, por su constante actualización en sus cometidos y porque sus acciones se han realizado bajo sistemas de responsabilidad fiscal. Estas características hacen que cada día los municipios reclamen un mayor techo competencial y una mayor capacidad de financiación. De ahí que a la hora de seleccionar sus metas, solo los municipios más responsables presentan proyectos de ciudad diferenciada, competitiva y abierta a los nuevos horizontes.

Los municipios también pueden llegar a identificarse con aspectos menos positivos, como los derivados de una excesiva fragmentación de los mismos, pues dichas dinámicas reducen la prestación de los servicios públicos, desatienden ciertos cometidos y muestran fuertes diferencias tanto en la existencia como en la calidad de los servicios. Los especialistas afirman que se sitúan en la senda correcta aquellos que proponen agrupar en áreas metropolitanas distintas funciones municipales, igual que los que proponen modelos de ciudad, basados en la capacidad de gestión, de creación y de atracción. La existencia de planes estratégicos de las ciudades ha servido, hasta el momento, tanto para subrayar las grandes líneas orientativas, como para cerciorarse de la existencia de una capacidad de acción colectiva robusta. Lo que debemos evitar, por lo tanto, es la incoherencia y la inconsistencia de los programas.

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