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Elecciones 27M

Rajoy promete un "cambio tranquilo" entre gritos de "España merece otro presidente"

La oposición trata de evitar la movilización del voto anti-PP tras la irrupción de Aznar

Carlos E. Cué

Llega la hora de la verdad para Mariano Rajoy. Sus primarias. Por si había dudas, ayer, en el cierre de campaña, el líder fue despedido entre gritos de "España merece otro presidente" y "oa, oa, oa, Mariano a La Moncloa", como en las generales. Y él recuperó la idea del cambio tranquilo con la que José Luis Rodríguez Zapatero se hizo con el poder en el PSOE: "Iré a La Moncloa en unos meses. El cambio será tranquilo, pero ya es imparable". Esta frase demuestra su interés por no movilizar el voto anti-PP que tanto temen, sobre todo tras la agresiva irrupción de Aznar en la recta final de la campaña.

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Llega la hora de la verdad para Mariano Rajoy. Sus primarias. Por si había dudas, ayer, en el cierre de campaña, el líder fue despedido entre gritos de "España merece otro presidente" y "oa, oa, oa, Mariano a La Moncloa", como en las generales. Y él recuperó la idea del cambio tranquilo con la que José Luis Rodríguez Zapatero se hizo con el poder en el PSOE: "Iré a La Moncloa en unos meses. El cambio será tranquilo, pero ya es imparable". Esta frase demuestra su interés por no movilizar el voto anti-PP que tanto temen, sobre todo tras la agresiva irrupción de Aznar en la recta final de la campaña.

Para el PP son primarias, ya nadie lo duda. Ha sido el discurso de Rajoy, centrado en la presentación de las listas de ANV, el que ha provocado, como querían sus estrategas para movilizar a todos sus votantes, una campaña alejada de los asuntos de gestión local y propuestas. El jefe de la oposición habló también de inmigración, de educación, de sanidad o de infraestructuras, pero con pocas propuestas de impacto, y fueron sus críticas a la lucha antiterrorista las que triunfaron en los medios.

Zapatero mantuvo su campaña paralela hablando de la economía, de los logros de su Gobierno, obviando el asunto de Batasuna. Pero el día que entró a criticar a Rajoy por haber convertido las elecciones en primarias, el equipo del líder del Partido Popular sonrió: le habían llevado a su terreno.

Y de ahí no salió, hasta que llegó José María Aznar, la pesadilla de los estrategas del PP, sobre todo porque es imprevisible. Ayer, estaba en el cierre de Madrid, en un pabellón de los deportes abarrotado, con más de 15.000 personas. Fue muy aplaudida su llegada, y Rajoy le lanzó un guiño: "Estamos muy contentos de que estés aquí". Pero el ex presidente no habló, como estaba previsto. Si hay algo que temían en la sede de Génova era la movilización de la izquierda, la que llevó a Zapatero a la victoria en las generales de 2004. Por eso evitaron los insultos, frases destempladas de Rajoy como la famosa "traición a los muertos", el "bobo solemne" o la no menos polémica "deberían exigir algo más que ser español y mayor de edad para llegar a presidente".

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Rajoy optó por el tono moderado, el que mostró en Tengo una pregunta para usted, el programa de TVE. Aunque ayer, en Toledo, Rajoy, hasta hace poco muy envarado, comprobó los riesgos de su nuevo estilo de mitin interactivo. Sacó al escenario a un crío que le animaba para preguntarle: "¿Verdad que quieres el cambio?". El chaval, impasible, no sabía qué hacer. Rajoy improvisó rápido: "Sí, ha dicho que sí", gritó. Cosas del directo.

Claro que junto a ese traje moderado, Rajoy ha lanzado ataques muy fuertes sobre política antiterrorista: "Zapatero pide el voto para legitimar sus cesiones a ETA", clamó bajo el árbol de Gernika, el corazón del foralismo vasco, en Vizcaya. O dicho de otra forma: las elecciones, para él, son un plebiscito sobre la política antiterrorista de los socialistas.

Rajoy y su equipo creen que una parte del electorado socialista está desconcertada con el Estatuto catalán y sobre todo con la política antiterrorista de Zapatero. Por eso, cuando vieron en las encuestas el rechazo mayoritario que generó la decisión de conceder la prisión atenuada a Iñaki De Juana, optaron por la presión máxima.

Ahí se consagró la idea de convocar la enorme manifestación del 10 de marzo. Y de esos polvos, vienen estos lodos de una campaña concentrada en pedir el voto a los socialistas "decepcionados" con Zapatero a votar "por la libertad, por encima de ideologías".

El mitin básico de Rajoy se compone de algunos ingredientes que obsesionan al líder, que los utiliza para presentarse como un político "normal y sensato" frente a un Zapatero "sin rumbo". Son esos asuntos los que más animan a la derecha y que él utiliza para ridiculizar a Zapatero. No son los que elige para los directos de la televisión, mucho más moderados, pero sirven para animar a su público, que reclama "caña".

Primero, Franco. No hay un solo acto en el que Rajoy no diga "nos hemos pasado tres años hablando de Franco, la República, Felipe V o Recaredo". Luego, la educación para la ciudadanía. Ahí el líder se alinea con las tesis de la Conferencia Episcopal. Siempre adereza la burla de esta materia con una mención a la "ridícula alianza de civilizaciones" y la supuesta opción de la política exterior por un acuerdo con Castro, Chávez y Morales frente a los socios naturales, o sea, "las democracias occidentales". Frente a este desaguisado, él coloca su particular concepto de la normalidad, que es la que representa el PP, claro.

Rajoy saluda durante el mitin de cierre de campaña del PP.
Rajoy saluda durante el mitin de cierre de campaña del PP.GORKA LEJARCEGI

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