_
_
_
_
_

Una madre denuncia el acoso psicológico en un centro concertado

"Este año ha sido muy duro. Mi hijo, con 7 años, padece déficit de atención y tiene la autoestima por los suelos. En la dirección del colegio se sintieron muy agredidos porque dejamos de pagar la cuota del AMPA, porque si lo hiciéramos todos perderían mucho dinero al año, pese a estar subvencionado por la Generalitat". Éste es sólo el inicio del relato público de Gemma Arnanz, madre de dos hijos, uno de los cuales aún sigue en el colegio concertado Jesús-María "por falta de plazas públicas" en su distrito, en el centro de Valencia.

"Nunca había sentido tanta hostilidad psicológica dentro del colegio", contó ayer visiblemente nerviosa en rueda de prensa, la primera en la que una madre denuncia "algo sabido por todos" con su cara, nombre y apellidos; incluidos los recibos y cartas de la dirección que confirman "cobros ilegales" vinculando la permanencia en el colegio.

"Hay un jarabe que lo tranquiliza para que no parezca un mono de feria"

"Se recuerda a las familias que para hacer la reserva de plaza, es necesario no tener pendiente de pago ningún recibo de sus hijos", reza una carta con membrete de la Dirección donde se le advierte a Gemma de su obligación de pagar el recibo del APA. Ante cuya negativa, la directora en persona le dio el ultimátum: "Esto no es voluntario. Y me dijo: 'Que tenía el deber moral de pagar'. ¿El deber moral? Están todo el día pidiendo dinero! Y encima por ser religioso, si tu hijo no hace la comunión, ya está marcado".

Aunque la peor parte del calvario no termina ahí. Desde hace dos años, cuando matriculó al mayor "por falta de plazas públicas cerca de casa", esta joven madre ha vivido un proceso "machacón de coacciones de la tutora, del profesor de apoyo y la psicóloga para que desde el principio fuera prescrito, medicalizado". El proceso es simple y arranca con el habitual: "Es que tu hijo es muy movido... Sigue con un 'Hay un jarabe que los tranquiliza'... y finalmente: 'Llévalo al neurólogo'. Todo eso de forma machacona. Los medicalizan desde antes de ir al neurólogo. Me llegaron a decir: 'Hay un jarabe que lo deja muy tranquilo para que no parezca un mono de feria en clase. Tiene la autoestima por el suelo".

"Yo llegué a drogarlos con tres pastillas al día. Concerta, un componente de anfetamina, por la mañana; Risperdal, para trastornos de personalidad, a mediodía; y Labileno, un tranquilizante, por la noche. Hasta que mi hijo mayor me tiró la pastilla a la cara. Lo llevé incluso a un neurólogo en el 9 d'Octubre, y tras una resonancia magnética y un TAC, me dijo que no tenía nada". Lo siguiente fue la presión diaria del tutor o psicólogo: "Se le nota mucho que no toma la medicación. Te arrepentirás... Así estamos muchas madres... porque tienen 30 alumnos por aula y lo que quieren es 'niños tranquilos".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

"Espero que mi hijo y mi familia no tengamos represalias por esta denuncia", advirtió, acompañada de la presidenta de FAPA, Gemma Piqué, y la secretaria estatal de CEAPA, Encarna Salvador, que la apoyarán en las denuncias "aquí, y a nivel español", ante "la avalancha de denuncias de padres de otros centros concertados" a los que a animaron a hacerlas públicas. Desde el Jesús-María, se limitaron a decir que "No quieren hacer ningún comentario", sin descartar otras acciones.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_