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Tribuna:Elecciones 27M
Tribuna
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Las razones de un voto

El autor argumenta que, en términos de participación ciudadana, con Barberá cada vez somos más súbditos y menos ciudadanos

Ya queda menos para saber cómo hemos utilizado nuestras neuronas inteligentes y descubrir hasta qué punto ha sido eficaz la estrategia de nuestra alcaldesa. Si su calculado populismo aderezado con buenos caldos de grandeur y victimismo (en las proporciones adecuadas) ha conseguido que las urnas la consagren por quinta vez consecutiva como alcaldesa de la ciudad. O, si por el contrario, entre todos los que deseamos otro tipo de alcaldesa y otro tipo de ciudad hemos sido capaces de abrir las ventanas lo suficiente para que se disipe el denso humo reinante, esa opacidad lechosa que nos turbia la visión y nos dificulta la respiración. Pronto lo sabremos. Y el día D+1 cada cual habrá extraído la correspondiente lección del resultado de las urnas. Correrá el champagne y se verán también caras tristes.

Tenemos el dudoso honor de haber acrecentado la diferencia de calidad urbana entre la "nueva Valencia" y la mayoría de los barrios
La hacienda municipal está en la antesala de la UVI. La información que se da al ciudadano no sólo es insuficiente sino tendenciosa

El libro que he publicado recientemente (Rita Barberá, el pensamiento vacío. Faximil Edicions Digitals) finalizaba con un apartado titulado Rita, factor de atraso, en el que proporcionaba al lector cinco razones que justificaban el aserto. No echaré mano de él. Prefiero volver a argumentar mi opción. Aunque ya viene de lejos (exactamente desde 1991), estos últimos cuatro años han sido especialmente negativos para la ciudad. La historia se encargará de poner a cada cual en su sitio pero, mientras tanto, conviene decir bien alto y claro que utilizar el adjetivo de "negativos" no es fruto del sectarismo ni de la pérdida del sentido de la realidad.

Hemos vivido la consolidación de lo que se ha venido en denominar "la Nueva Valencia", se han hecho suculentos negocios inmobiliarios, la coyuntura económica ha sido favorable, hemos salido en el mapa (y en la tele) a fuerza de eventos artificialmente magnificados, se ha abierto un "agujero" urbano de futuro (la futura Marina), hemos empezado a disfrutar de un turismo urbano que ya no es marginal en la economía de la ciudad, se ha continuado mejorando la urbanización y creando nuevos equipamientos y, casi casi, hemos atado los perros con longanizas o eso al menos parecía.

¿Entonces, señor mío, a qué narices viene lo de "negativos"? ¿No será fruto de su enfermiza obsesión? ¿No está Vd. confundiendo sus deseos con la realidad? Son preguntas lógicas y a buen seguro profusamente formuladas. Pero tienen respuesta, por supuesto que la tienen. Dejemos a un lado que la ostensible mejoría de la ciudad (desde 1979 y no sólo desde 1991) no es ninguna dádiva sino el fruto de la más estricta y lógica obligación del gobernante y que sea como impuestos o tasas, como aportación del Estado o como deuda, somos todos los ciudadanos los que pagamos (o pagaremos) hasta el último céntimo de las mejoras.

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Sentado este principio -que se olvida con demasiada frecuencia- estos cuatro últimos años nos han dejado alguna que otra herencia especialmente preocupante. Veamos. Lo de la "ciudad dual" no es ningún invento del tebeo sino la conclusión lógica de cualquier paseo tranquilo y algo minucioso. Es ciertamente una obviedad el que todas las ciudades son duales pero también lo es el que tenemos el dudoso honor de haber acrecentado la diferencia de calidad urbana entre la "nueva Valencia" (sumatorio de los barrios tradicionalmente "buenos" y de unas nuevas áreas fabricadas a golpe de PAI) y de la mayoría de los barrios de la ciudad que se encuentran en situación precaria y que -en ausencia de intervención decidida- aumentan su nivel de degradación. La lista no ofrece ninguna dificultad: casi todos los poblados marítimos, Beteró, el "viejo" Orriols, Torrefiel, las zonas más alejadas de Patraix y Jesús, Malilla, La Fuente de San Luis, los polígonos de la avenida del Cid, l'Olivereta, Russafa, Tendetes, El Carme i Velluters...

Nuestra ciudad nos sólo es más dual sino también más (o excesivamente) injusta. No sólo hay ciudadanos de segunda. También tenemos tercera y cuarta división, inmigrados sin papeles, sin trabajo y sin vivienda, puentes dormitorio, población marginal, mayores dependientes sin la debida asistencia, enfermos mentales sin asistencia ni reglada ni suficiente... ¿de qué presumimos? Nadie puede pedir que estos complejos problemas se resuelvan de un plumazo pero sí que se les dedique muchos más recursos y que desaparezca la dolorosa retórica.

Mientras los barrios esperan la tierra prometida y los ciudadanos de tercera y cuarta son sólo eventualmente portada, los precios de la vivienda se han disparado y los negocios inmobiliarios han prosperado de forma espectacular a costa de volver a poner la "la cuestión de la vivienda" en la agenda política. El famoso acceso a la vivienda se ha convertido en una verdadera pesadilla para los más jóvenes y los sin recursos y lo que es un claro síntoma de agotamiento del mercado (las hipotecas a 50 años) se "vende" como un logro, mientras la VPO (que no es vivienda social) escasea y es gastada como pretexto (¡fantástico!, ¡hasta un 35% de VPO!) para autorizar PAI que son una degradación de cualquier filosofía sensata de construcción de la ciudad. Y desde el Ayuntamiento, Rita Barberá se dedica a proclamar a los cuatro vientos el convenio con Ibercaja para la hipoteca joven mientras que, con la otra mano, firma convenios urbanísticos claramente lesivos para los intereses de la ciudad: el traslado de los depósitos de CLH (más de 200 millones de euros de plusvalía privada sin ninguna contraprestación legal); la aberración de Tabacalera (destrucción del patrimonio y un negocio redondo y fácil para Ballester) o, last but not least, el convenio con el Valencia CF de Juan Bautista Soler con soluciones "plenamente legales" para los solares de Mestalla y Ademuz.

Dejemos por un momento la ciudad construida y vayamos a la ciudad vivida. La hacienda municipal está en la antesala de la UVI y no por culpa de Zapatero. La información que se proporciona al ciudadano es habitualmente no sólo insuficiente (¿por qué no está en la web municipal la liquidación del presupuesto, las bases de los PAI y un largo etcétera?) sino tendenciosa (siempre estamos en campaña electoral y todo es magnífico, de vanguardia, pionero etcétera). En términos de participación ciudadana, se usa y abusa del despotismo escasamente ilustrado, del gobierno para el pueblo pero sin el pueblo. Cada vez somos más súbditos y menos ciudadanos (clientes y copropietarios de la ciudad por si alguien se ha olvidado). Rita no tiene problemas en reunirse con los vecinos siempre que no molesten. En caso contrario, están "politizados" y se corta sin ninguna mala conciencia la comunicación. El Cabanyal, el Cementerio, la subestación de Patraix...

Los vecinos que no transigen, molestan. Y como prueba, el bochornoso espectáculo de las sesiones del pleno del Ayuntamiento, con el espacio reservado para el público ocupado estratégicamente por "los suyos", con pancartas de "apoyo" y alguna que otra invectiva del tipo "rojos, vais a perder". Muy edificante. Rita siempre ha confundido legitimidad con bondad. Uno (una en este caso) puede ganar las elecciones y equivocarse. Rita escucha pero no oye. Hace como que mira pero no ve. Confunde la autoridad (que sólo puede ser moral si quiere ser efectiva) con el diktat. Vomita cifras y cifras para simular que se sabe la lección, para apabullar, para que los periodistas le digan con una sonrisa complaciente: "Pare, señora alcaldesa, pare".

Si ustedes creen que estos últimos cuatro años han sido buenos para la ciudad, adelante con los faroles. Nos seguirán regalando eventos, seremos la envidia de todos, hablaremos en castellano (como hace indefectiblemente nuestra líder) y el médico nos diagnosticará atrofia cerebral. Aunque de algo hay que morir, si es por consolarse. William Petty, un famoso economista mercantilista del siglo XVII escribió una obra con un título bien curioso: Quantulumcumque concerning money (Todo sobre el dinero). Los que no nos resignamos a que nos hagan una Valencia a su medida, los que pensamos que hay que pensar y discutir, los que queremos ser humildes discípulos de Sócrates, los que preferimos pensar en la complejidad, en la diversidad y en la quantulumcumque concerning Valencia, el perfil, los modos y el argumentario de Rita Barberá nos resultan estériles, peligrosos para la salud mental y "cansinos". Dieciséis años de anaerobiosis (falta de oxígeno) afectan al más pintado. ¿Podemos gritar ¡Basta!, !ja en tenim prou! o expresión similar. Yo desde luego, con todo el respeto, no votaré a Rita Barberá.

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