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Verdades estadísticas | Elecciones 27M
Columna
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¿En qué gasta un gallego lo que ahorra en tabaco?

Javier Sampedro

¿Por qué fuman tanto los vascos y tan poco los gallegos? Pues por qué va a ser: porque tienen más pelas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo (CNPT), que agrupa a 40 sociedades científicas y sanitarias españolas, saben muy bien que encarecer el tabaco es la medida más eficaz para reducir su consumo. Para las economías similares a la española, la OMS calcula que una subida media del 10% en el precio de las cajetillas reduce un 4% el tabaquismo de los paganos.

Ésa es la razón de que la fiebre de las marcas baratas -o genéricos del cigarrillo- acaecida durante 2005 amenazara con dinamitar preventivamente la Ley de Medidas Sanitarias contra el Tabaquismo, que estaba entonces a punto de entrar en vigor (lo hizo en enero de 2006). No hay prohibición explícita, amonestación implícita ni luctuosa etiqueta que desaliente tanto como un importe de dos guarismos: pongan a 10 euros la labor de 20 pitillos y verán cómo deja de fumar hasta Carrillo (con perdón por la hipérbole: me he dejado llevar por la retórica).

Naturalmente, y aunque no lo diga la OMS, hay una medida exactamente igual de eficaz que subirle el tabaco a la peña: bajarle el sueldo a la peña. De ahí este nuevo tipo de excepción gallega que nos ocupa ahora. Porque no se habrán pensado ustedes que los gallegos fuman poco porque están más ansiosos sobre su salud que la media de las Españas, ¿no? Verán ahora mismo que no.

Trate de imaginarse a un bebedor español quintaesencial y pintoresco, a ver qué le sale. ¿Le sale un bilbaíno en plena ronda matinal de zuritos? ¿Un leonés de alta montaña trasegándose las calorías que le niega la brisa serrana? ¿Un sevillano hirviendo en manzanilla entre dos casetas de feria? Pues nada de eso, amigos.

El índice español de consumo de alcohol, medido como porcentaje de la población que pone en riesgo su salud por esta causa (lo que no incluye a los consumidores moderados) es máximo en Ourense (19,9%), Lugo (18,8%), Pontevedra y Palencia (17,6%). Ya ven en lo que parece gastarse la gente la plata que se ahorra en hebras, pitos y picaduras. Los más parcos en darle al elixir forman, a diferencia de los gallegos, un colectivo francamente desperdigado: Almería (4,7%), Segovia (4,6%) y Las Palmas (3,1%).

Sobre la sociología financiera del tabaco, tienen un gran interés las consideraciones publicadas en este diario por el economista de la salud Ángel López Nicolás, de las universidades Pompeu Fabra y Politécnica de Cartagena: "Según el estudio reciente más riguroso (The Price of Smoking, MIT Press, 2004), cuando un individuo típico de 24 años decide empezar a fumar, genera un coste a lo largo de su vida equivalente a una hipoteca de 143.000 euros. De esa hipoteca, el fumador paga 118.000 euros. No sólo por lo que gasta en cigarrillos (11.000 euros), sino también por años de vida perdidos, años de vida con limitaciones de salud, pérdida de ingresos laborales, gastos médicos y, muy importante, un balance negativo entre contribuciones y prestaciones a la Seguridad Social, planes de pensiones y seguros de vida".

Y el doctor House acapara hoy nuestra celebrada sección fija A ti te encontré en un blog: "Hugh Laurie", nos informa el corresponsal Tostadora, "es licenciado en antropología y arqueología, escritor más que decente, compositor, buen pianista, guitarrista y remero en la Universidad de Cambridge".

Si es que siempre fuimos mejores que los de Oxford, pese a lo que digan las estadísticas.

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