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Reportaje:

Con el piloto automático

La Reserva Federal sigue temiendo más a la inflación que a una desaceleración de la expansión económica

Y ya van ocho seguidas. La Reserva Federal (Fed) volvió a dejar este mes los tipos de interés intactos en el 5,25%. Y todo indica que Ben Bernanke mantendrá el piloto automático activado unos meses más hasta tener claro el panorama. El banco central de Estados Unidos sigue creyendo que la inflación plantea un riesgo para el conjunto de la economía mayor que el que pueda provocar una desaceleración de la expansión, lo que no justifica una rebaja en el precio del dinero.

EE UU crece al ritmo más bajo en cuatro años debido al enfriamiento inmobiliario y al déficit comercial
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La política monetaria de la Reserva Federal está congelada desde finales de junio de 2006, cuando se subieron por última vez los tipos de interés en Estados Unidos, tras 17 alzas consecutivas. La Fed se encuentra cómoda en esta posición y el lenguaje del último comunicado sigue preservando además el margen de maniobra necesario para encarecer o rebajar el precio del dinero en función de lo que dicten la inflación, el crecimiento económico y el empleo, y no por lo que le pida o desee Wall Street.

En su anterior reunión de marzo, la Fed creó gran confusión en el parqué porque el mensaje que utilizó en su comunicado para justificar su decisión de tipos se interpretó como la apertura de la vía hacia la bajada. Sin embargo, Ben Bernanke conseguía hacer algo nuevo al dotarse de la flexibilidad para definir su estrategia sin temer la reacción del mercado, marcándole el terreno.

Estados Unidos crece a su ritmo más bajo en cuatro años (1,3% del PIB), en gran parte debido al impacto del enfriamiento en el mercado inmobiliario y el elevado déficit comercial (63.900 millones de dólares en marzo). El incremento de precios, entre tanto, lleva tres años por encima del 2% cuando se descuenta la energía y los alimentos, lo que explica por qué la Fed se muestra reacia a bajar tipos. El último dato de inflación correspondiente al mes de abril (2,3%) constata que hay una moderación, aunque no es suficiente como para convencer a la Fed.

Depreciación del dólar

La baja productividad durante los últimos meses (1,7%), el encarecimiento de la energía y la continua depreciación del dólar frente al euro juegan también en contra de una bajada de tipos, como ansía el parqué bursátil desde hace medio año. Entre tanto, la producción industrial avanza con más fuerza de lo que se esperaba (0,7%) y la tasa de paro se mantiene en el entorno del 4,5%, aunque en abril se registró una importante caída en la contratación que puede hacer pensar a la Reserva Federal sobre su próximo movimiento.

Otro de los indicadores que sigue estos meses con especial atención el comité monetario de la Fed es la evolución de las ventas en el comercio, que están siendo más débiles de lo anticipado y, por su puesto, la actividad en el sector inmobiliario. El motivo es doble. El alza en el precio de las gasolinas y el alza de las hipotecas podrían estar impactando ya negativamente en los hábitos de consumo, lo que a su vez puede prolongar aún más la actual fase de desaceleración y obligar a la Fed a bajar tipos antes de lo deseado.

De momento, el presidente Ben Bernanke no parece dejarse impresionar por esta mezcla de datos que a primera vista muestra que la economía sigue senderos contradictorios. La Fed dice en su último comunicado que "parece que se seguirá creciendo a un ritmo moderado" durante los próximos trimestres. Es decir, que espera algún tipo de aceleración para el cuarto en curso, que podría rondar el 2% y el 3% del producto interior bruto (PIB). Pero si las cosas no evolucionan en este sentido, los analistas de UBS dicen que es posible ver una rebaja de tipos de un cuarto de punto ya en junio.

La clave de próximos movimientos, en todo caso, seguirá siendo la inflación. El análisis de Goldman Sachs es positivo ya que considera que el actual alza de precios es "benigno". Y expone dos razones: primero, dice que la moderación de precios se está produciendo más en componentes "persistentes" que en "cíclicos". Segundo, cree que hay elementos en la inflación subyacente que muestran una tendencia a la baja, lo que podría reducir la presión inflacionista en junio hacia el nivel deseado por la Reserva Federal.

A diferencia del Banco Central Europeo, la autoridad monetaria estadounidense no dispone de un objetivo de inflación que permita al mercado anticipar movimientos de tipos. Sin embargo, suele estar cómoda cuando el alza de precios se mueve en una franja del 1% y el 2% en el caso de la inflación subyacente. La última vez que la inflación estaba dentro de esa horquilla de referencia fue en el mes de marzo de 2004, cuando la tasa interanual se situó en el 1,9%, para después dispararse en el arranque del ejercicio de 2006.

La pregunta que se hacen los analistas es: ¿cuándo comenzará el recorte? De momento, las apuestas hablan de que lo más probable es que la Fed siga dejando las cosas tal como están hasta pasado el verano para ver si se sostiene esta tendencia y vigilar en paralelo la situación del mercado laboral. El mercado de futuro cuenta con al menos una rebaja de un cuartillo antes de que acabe el año. Otros predicen por lo menos tres. La Fed concluye que "en las circunstancias actuales, la principal preocupación sigue estando en el riesgo de que la inflación no logre moderarse lo esperado".

Hay analistas que consideran, sin embargo, que el riesgo de la recesión es mayor que el de la inflación, sobre todo cuando la propia Fed reconoce que la corrección en el mercado inmobiliario continúa. Y temen que Bernanke no sea lo suficientemente rápido a la hora de anticipar un ciclo negativo. Tampoco faltan los que dicen que la Fed tiene miedo a subir los tipos de interés para que no se le acuse de provocar una recesión. J. P. Morgan cree que en este contexto lo más razonable es esperar y ver lo que dicen los próximos datos.

Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal.
Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal.REUTERS

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