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Reportaje:

Política adhesiva

Una exposición de más de 900 pegatinas muestra en A Coruña otra mirada sobre la Transición

Farolas, canalones, puertas, postes de la luz, carpetas, automóviles, solapas... Cualquier lugar era susceptible, en tiempos, de soportar una pegatina política. Transcurría la Transición y la efervescencia social se manifestaba también a través de la inflación de adhesivos que llamaban a la ruptura o a la continuidad, a la república o a la restauración monárquica, a la autodeterminación o a la dictadura. La exposición En transición muestra, desde el pasado 9 de mayo en el campus coruñés de Elviña, más de 900 pegatinas que cuentan otra historia de los años setenta en España.

La colección pertenece al profesor universitario Bernardo Valdés (Cuntis, 1969), quien se ha encargado, además, de hacer la selección. "De las 20.000 pegatinas que poseo, todas políticas, hice una selección con el criterio principal de dejar clara la pluralidad de la época", explica. Esta pluralidad enseña una enorme cantidad de partidos, sindicatos, organizaciones, y desmiente las versiones hegemónicas de la historiografía sobre aquel período. Bernardo Valdés afirma que con su elección quiso "que se viera todo lo que se movía, ir más allá de los partidos".

Entre las falanges contrarias a Franco, que nunca le perdonaron la operación Primo de Rivera, y la multitud de escisiones del Partido Comunista, el espectro político de En transición resulta de larga distancia. Según escribe Luís Caparrós, el vicerrector de la Universidad de A Coruña que organiza la muestra, en el prólogo al libro del mismo nombre, la exposición vislumbra una época "de multiplicación de las revistas políticas, de los semanarios de humor, de mítines, de películas atrasadas, de libros que salían de las trastiendas. Las pegatinas son la manifestación más directa de aquel entusiasmo colectivo".

"El partido del que conseguí más pegatinas es el Partido Comunista, si cuento sus filiales, el PCG gallego, el PSUC catalán y el EPK vasco", relata Bernardo Valdés. Las organizaciones nacionalistas gallegas ocupan otro cuerpo principal de la exposición. "Una de las pegatinas a la que le tengo más cariño es a la primera de la AN-PG [Asamblea Nacional-Popular Galega, antecedente del BNG], con un logotipo que cambió enseguida y no se volvió a utilizar", dice Valdés. El adhesivo, rojo y negro, incorpora una antorcha sobre el mapa de Galicia y el lema "por un goberno popular galego".

Otro de los prologuistas del volumen impreso, el diseñador gráfico Xosé Díaz, teoriza: "Debemos admitir que más que la función propagandística, hay otra no menos importante, que es la identificadora". Grupos y grupúsculos, partidos de diez militantes y organizaciones de masas, sindicatos anarquistas y comisiones labregas, existía una pegatina para cada ocasión. Entre las curiosidades destaca un adhesivo de Falange Española de las JONS Auténtica escrita en gallego y que reza "autogestión é libertade", con una estética de extrema izquierda.

La estética de la pegatina setentera ilustra las tendencias gráficas del siglo XX. Realismo socialista, constructivismo soviético, contrapicados a lo Mussolini, neopopularismo o colaboración de artistas reconocidos -Xaquín Marín, Isaac Díaz Pardo, Reimundo Patiño o Carlos Varela Veiga- atraviesan la muestra. Los adhesivos se convertían en chapas, los signos aparecían en panfletos y las pancartas asumían los diseños que aparecían adheridos a las paredes.

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Valdés empezó su colección a finales de los ochenta. "Era un niño cuando la Transición y los adhesivos de la exposición los conseguí todos a posteriori", recuerda. Hacia 1998, Valdés entró en el coleccionismo "profesional" y comenzó a intercambiar material por toda la península. "Un día abrí el cajón y comprobé que tenía cientos de adhesivos; así comencé la colección".

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