Un poeta en el búnker de Moncloa
Rodríguez Búrdalo es el general encargado de afrontar una posible crisis nacional. Y también es un conocido poeta
General de división de la Guardia Civil... y poeta. Eso es Juan Carlos Rodríguez Búrdalo. Un poeta atípico que trabaja a 30 metros bajo tierra, en el búnker del palacio de la Moncloa. Es subdirector general del Gabinete de Conducción de Crisis, es decir, quien debería poner en marcha todos los medios necesarios para resolver un eventual conflicto nacional -originado por una catástrofe, una epidemia u otra causa- a las órdenes directas del presidente del Gobierno. Dentro de unos días presentará en Roma una nueva antología poética traducida al italiano, Cuando llegue el olvido, con asistencia del embajador de España en el Vaticano, Francisco Vázquez, y otras personalidades.
Rodríguez Búrdalo (Cáceres, 1945) quedó huérfano muy pronto. Su padre, que era un simple guardia civil, murió en una escaramuza con una partida de maquis. "Con el paso del tiempo he averiguado que el oficial al mando le ordenó a mi padre que rematase a un hombre que estaba malherido. Mi padre fue hacia él, pero se dio la vuelta para pedirle al jefe que lo hiciera otro guardia más veterano. Justo en ese momento, el herido le mató por la espalda", recuerda tras cierta resistencia.
"Siendo adolescente empecé a escribir poesía..., ya empezaba a despuntar mi obsesión por la muerte"
"Soy escéptico sobre el ser humano. Y tengo dudas y me hago preguntas que no soy capaz de responder"
Cuando tenía siete años, el hoy general de división ingresó en el Colegio de Huérfanos de la Guardia Civil, en Madrid, muy lejos del pueblito cacereño de Piedras Albas, que aparece en su obra poética asociado a su infancia y a la felicidad. Él recuerda su paso por ese colegio como una etapa de tristeza y soledad.
"Siendo adolescente empecé a escribir poesía, sin duda una escritura ingenua y torpe, aunque ya empezaba a despuntar mi obsesión por la muerte y el paso del tiempo. Pero realmente mi pasión por la poesía no se me despertó hasta que tenía ya más de 30 años. Al terminar la carrera de Derecho fue cuando me entró la fiebre del enamoramiento de la poesía", recuerda. Un amigo le invita a presentarse al Premio Nacional de Poesía Militar... y lo gana. Fue el primero de los muchos galardones que Rodríguez Búrda-lo ha cosechado a lo largo de su vida, entre ellos el que lleva el nombre de Claudio Rodríguez, uno de los poetas a los que más admira.
"Soy escéptico sobre el ser humano. Y tengo dudas y me hago preguntas que no soy capaz de responder. Por eso, mis temas suelen ser el amor, la muerte, la soledad... Dicen que escribo con un cierto espíritu machadiano", comenta. Admira a Claudio Rodríguez, Francisco Brines, Francisco de Quevedo, Antonio Machado, Luis Cernuda, Luis Rosales, Gil de Biedma, Kavafis, Pablo Neruda... y sus amigos Ángel García López, Luis López Anglada -"mi padrino", resalta el general- y Luis del Pozo.
Casi toda la obra literaria de Rodríguez Búrdalo está escrita en paralelo a sus empleos de comandante, teniente coronel y coronel. Hace seis años ascendió a general. "Al ascender a general", dice, "se me acabó el tiempo. Para escribir poesía hace falta un estado anímico determinado y una sensación de sosiego que hoy no tengo, por desgracia", se queja.
Los títulos de sus libros son significativos: Los himnos visitados, Cartografías, De piel y humo, Del perfil opaco de los pasos, Ciudad sin labios, Al sur de las estrellas, Nocturno y luna del planeta muerte, De un oficio infinito y El arpa cercenada.
Cuando se le invita a escoger sólo uno de entre sus cientos de poemas, Rodríguez Búrdalo duda. Es lógico que lo haga. Pero al final se decide por el titulado La voz ardida. Y acepta leerlo él mismo:
"El día fue feliz, mas ya se acaba. / Al recoger la dicha de estas horas / un hondo sentimiento me conmueve: / saber que de los dones de la vida / otro gasté. Su luz, ardida queda./
Guardo ahora su vino irrepetible / y quiere visitarme la tristeza, / que bien sé yo no vuelve lo que arde, / que del tiempo tributo sólo somos, / materia y sueño para hendir lo breve./
El tiempo nunca premia ni castiga: / impasible mira y las cosas pasan. / Como pasa este día que gasté / y se apaga otra luz en mi frontera".
"Soy poeta tardío en publicación y por ello apátrida en cuanto a encuadrarme en un grupo o generación determinados", admite el general, vestido de paisano y escapado por unas horas del búnker de La Moncloa, donde presta servicio. Es un hombre afable y sencillo cuya imagen concuerda poco con los títulos rimbombantes que figuran en su tarjeta de visita, encabezada por el escudo y el emblema constitucional: "Juan Carlos Rodríguez Búrdalo. General de división. Subdirector general de Conducción de Crisis. Secretaría General de la Presidencia del Gobierno. Complejo de la Moncloa".
Tras ascender a general de brigada el año 2001, Rodríguez Búrdalo fue jefe de la Zona de la Guardia Civil de Castilla-La Mancha. Ahí, en Toledo, coincidió con el socialista José Bono, presidente del gobierno regional, con el que fraguó una sólida amistad. "Es un amigo y un gran poeta que, eligiendo el ámbito de la poesía para expresar sus emociones, viene a romper los esquemas a quienes piensan que eso es imposible en la Guardia Civil", dijo Bono hace seis meses en la presentación en Toledo de la penúltima antológica del guardia civil/poeta. En junio, dentro de unos días, saldrá a la venta en Italia la última: Quando giungerà l'oblio (Cuando llegue el olvido).
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