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Crónica:NUESTRA ÉPOCA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Gordon Brown y el futuro de Europa

La UE necesita un nuevo tratado para ser capaz de actuar en el mundo

Timothy Garton Ash

En el Reino Unido está a punto de comenzar el juicio del año: los intereses nacionales contra Rupert Murdoch y Paul Dacre. El vasto espacio en el que se va a desarrollar este caso histórico no es ningún tribunal, sino la cabeza de Gordon Brown. De su resultado dependerá el futuro de Europa.

Me explicaré. El miércoles pasado, nada más recibir del presidente Jacques Chirac (tres palabras que escribo, con alivio, por última vez) los códigos de lanzamiento de la force de frappe nuclear francesa, el nuevo presidente Nicolas Sarkozy partió a Berlín para hablar con la canciller Angela Merkel sobre cómo poder llegar a un acuerdo sobre las líneas generales de un nuevo tratado institucional para la UE en el Consejo Europeo que se celebrará a finales de junio. Sarkozy empieza su mandato con la energía y el ímpetu que le caracterizan, y el primer punto de su agenda internacional es resolver este asunto del tratado de la Unión.

¿Iniciará Gordon Brown su mandato forjando una asociación con Francia y Alemania para reactivar la UE o comenzará con una ruptura y un paso atrás?
Los intereses nacionales británicos, debidamente interpretados, exigen que Brown haga lo posible para alcanzar un acuerdo sin ceder puntos esenciales
Qué forma tan deprimente de empezar su gobierno si Brown antepone su propio futuro al de Europa, sus intereses personales a los intereses nacionales

El tratado en sí no es el objetivo, sólo un medio para alcanzar la meta de una Europa capaz de actuar en el mundo. Pero casi todos los líderes europeos, incluido Tony Blair, opinan que la UE necesita ese tratado nuevo y más sencillo para poder trabajar con eficacia. Confían en llegar a un acuerdo durante la cumbre europea de finales de junio y aprobar un borrador que luego habría que refinar en una conferencia intergubernamental durante la presidencia portuguesa, en el segundo semestre de este año. Después vendría la ratificación por parte de los 27 Estados miembros, a ser posible por los parlamentos mejor que en referéndum, a lo largo de 2008 o a principios de 2009, con el fin de que de las elecciones europeas de junio de 2009 pueda salir una Europa mejor preparada para la situación actual. Una Europa que pueda trabajar en colaboración con el nuevo Gobierno de Estados Unidos para abordar los verdaderos problemas del mundo, en vez de seguir obsesionada, como una vieja hipocondriaca, por el estado de sus intestinos.

Como siempre, cada país pretende obtener de esta negociación cosas diferentes. Varios de los 18 Estados que ya habían ratificado el tratado actual querrán asegurarse de que el nuevo conserve los rasgos fundamentales del anterior, incluido su carácter constitucional. Los que desean evitar como sea un referéndum sobre el tema, como Holanda, Francia y el Reino Unido, pretenden que sea lo más distinto posible. Los checos, holandeses y polacos quieren dar a los parlamentos nacionales más poder para bloquear las leyes de la UE. Alemania está empeñada en obtener la llamada "doble mayoría" (de Estados miembros y de población), que, dado que es el país más poblado de la UE, refuerza su papel. El irascible Gobierno nacionalista de Polonia exhibe con arrogancia su peso en las votaciones, que, en las circunstancias actuales, es desproporcionado, y se opone al principio de la doble mayoría precisamente porque beneficia a Alemania, el país del que más (y más irracionalmente) desconfían los paranoicos gemelos polacos.

Pero el mayor obstáculo en potencia sigue siendo el Reino Unido. O, mejor dicho, Brown. Aunque Tony Blair será todavía el representante británico en la cumbre de junio, la negociación formal y -más importante- la ratificación se llevarán a cabo cuando Brown sea ya primer ministro. ¿Cuál es, por tanto, su postura? ¿Empezará su mandato forjando una asociación con los nuevos dirigentes de Francia y Alemania, además de otros países europeos importantes, para reactivar la Unión Europea? ¿O comenzará con una ruptura monumental y un paso atrás, de Blair a Thatcher?

En un panfleto publicado por el Centro para la Reforma Europea (cer.org.uk), el más estrecho colaborador de Brown, Ed Balls, ofrece alguna pista sobre las ideas de su jefe. Balls propugna un "proeuropeísmo realista": proeuropeo porque Europa puede ayudarnos a hacer frente a los retos de la globalización y el cambio climático, y realista "porque tenemos la confianza necesaria para poner nuestros intereses nacionales por delante de todo y, a veces, decir no y defender nuestros argumentos cuando creemos que Europa corre peligro de equivocarse de rumbo".

Disputas sobre la PAC

Seguro que Sarko diría lo mismo de Francia. En el resto del panfleto, que trata de economía, energía y medio ambiente, no falta munición para alguna de las tradicionales disputas franco-británicas: por ejemplo, reforma de la Política Agraria Común, propuesta de liberalizar más los servicios financieros, críticas a la "retórica proteccionista que se limita a ofrecer una ilusión de seguridad y solidez a largo plazo"... Es decir, como el llamamiento que hizo Sarkozy tras las elecciones a los socios europeos de Francia para que oyeran "la voz de los pueblos que desean ser protegidos".

Precisamente porque se ven en el horizonte varias discrepancias importantes entre las dos orillas del Canal, entre dos gobernantes que destacan respectivamente las virtudes francesas y británicas, es crucial que Brown empiece por dejar claro su compromiso estratégico de colaborar con París y Berlín para reactivar la nave europea. Y la prueba de fuego es el tratado. Los intereses nacionales británicos, debidamente interpretados, exigen que Brown haga todo lo posible para alcanzar un acuerdo, siempre que no se ceda en puntos legales ni políticos esenciales. Entonces podremos empezar a trabajar de verdad y tener las discusiones realmente importantes, empezando por la revisión del presupuesto de la UE en 2008.

Rumbo distinto

Sin embargo, los intereses políticos de Brown pueden dictarle un rumbo distinto. Su pesadilla es que de aquí a unas elecciones generales, ya previstas para 2009, va a tener que afrontar un coro abrumador de exigencias de un nuevo referéndum sobre el nuevo tratado, no sólo de los conservadores, sino también de los medios euroescépticos controlados por Rupert Murdoch, dueño de The Sun y The Times, y Paul Dacre, director del influyente Daily Mail, con cuyo apoyo (o al menos respeto) cuenta Brown para triunfar en esas elecciones. Para intentar no perder ni ese apoyo ni el referéndum -en caso de que acepte convocarlo-, insistirá en que sea un tratado mínimo: no un tratado constitucional como el anterior, que pretendía establecer una nueva base general para la Unión, sino un mero "tratado-enmienda", una serie de enmiendas a los tratados previos, con un preámbulo agradable e inocuo.

Ahora bien, ¿qué ocurre si en la madrugada del sábado 23 de junio, ya en tiempo de prórroga, sigue siendo el único que se opone a un compromiso después de que todos los demás hayan llegado a un acuerdo? Imaginemos que Sarkozy se conforma con lo que haya obtenido (para entonces ya habrán pasado sus elecciones, tanto presidenciales como legislativas), los holandeses se han puesto holandeses, a los checos se les ha callado con dinero, incluso los polacos han abandonado su arrogancia, y Tony Blair ruega a Gordon que ceda. Pero Brown sigue en su rincón, con el ceño fruncido, como una Margaret Thatcher con pantalones. A la hora de la verdad escoge sus intereses personales por encima de los nacionales, debidamente interpretados; su propio futuro por encima del de Europa. Qué forma tan deprimente sería de comenzar su mandato.

¿Cuál es la alternativa? La alternativa es que haga lo que no han hecho los gobernantes británicos en los últimos 15 años y se decida, por fin, a plantar cara a los Murdoch y los Dacre. Que se pregunte: ¿quién gobierna en el Reino Unido? Y responda: deben gobernar los representantes elegidos del pueblo británico, y no unos dueños y directores de periódicos a los que nadie ha elegido y que gozan de lo que, como dijo en una ocasión Stanley Baldwin, siempre han buscado: "El poder sin la responsabilidad, la prerrogativa de las prostitutas a lo largo de la historia". El sábado 23 de junio tendremos veredicto sobre este juicio del año: los intereses nacionales contra Rupert Murdoch y Paul Dacre. Sé cuál debería ser el resultado, por el bien del país. Pero si me gustara apostar, iría ahora mismo a colocar una bonita suma en favor de Murdoch y Dacre.

Traducción de M. L. Rodríguez Tapia

Gordon Brown se dirige a los seguidores laboristas en un mitin electoral.
Gordon Brown se dirige a los seguidores laboristas en un mitin electoral.AP

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