'Número 1' busca clon de Nadal
Federer, que juega hoy la final ante el español, se entrena con un júnior zurdo para batirle
La maldición tiene cura. Antídoto. Tratamiento. Roger Federer, el número uno del mundo, lleva un tiempo peinando el circuito, observando torneos challengers y casi poniendo anuncios en los periódicos: número uno busca clon de Nadal para entrenamiento, diría el texto. El suizo, vencedor ayer de Carlos Moyà (4-6, 6-4, 6-2), se enfrenta hoy al español en la final del Masters de Hamburgo (14.00, La 2). Cuenta a su favor con el duro partido que disputó ayer Nadal -desafiado por el mejor Hewitt del último lustro, el mallorquín logró su 81ª victoria consecutiva sobre tierra (2-6, 6-3, 7-5)-. Y cuenta con un arma secreta escondida en su mochila.
Federer ha perdido los cinco partidos que ha disputado contra Nadal sobre arcilla. Vive apreturas en el marcador a las que estaba desacostumbrado. Acaba de despedir a su entrenador. Y cuando todo eso se le recuerda, sonríe, diplomático, y pronuncia en el silencio de su cabeza un nombre: Jonathan Eysseric. El chico que contestó a su anuncio.
"Cada vez estoy más cerca de Nadal". La frase de Federer esconde un programa secreto en el que participan Martina Hingis, ex niña prodigio del tenis, las praderas de Suiza y el misterioso Eysseric. De la operación, ejecutada con sigilo y fracasada en su primera prueba, la final de Montecarlo, se sabe que vivirá un nuevo impulso desde el martes, camino de Roland Garros, que arranca el 27 de mayo. Sólo Federer, Tony Roche, su ex entrenador, y algunos de sus íntimos conocen los detalles. El resto se deduce siguiendo un razonamiento de Federer. "El problema es que no hay tantos zurdos que jueguen liftado como él, pero he encontrado un júnior que...".
Eysseric, qué casualidad, es zurdo, como Nadal. Eysseric, vaya coincidencia, juega liftado, como Nadal. Eysseric, menuda sorpresa, machaca siguiendo órdenes precisas el revés de Federer, como Nadal. Y Eysseric, que es francés, tiene 17 años y es el número uno del circuito júnior, se encontró un día con que Federer llamaba a su agente para que viniera a entrenarse con él.
"Primero rechacé su propuesta", le dijo a L'Équipe, "porque quería que estuviera disponible durante cinco semanas, de Montecarlo a Roland Garros. Finalmente, nos llamó y quedamos en Zúrich". Allí los planes de Federer pasaron a ejecutarse clandestinamente. Los dos tenistas iban a entrenarse en el club de Martina Hingis. Se enteraron los periodistas. Lo publicaron, fecha, hora y pista incluidas, las radios. Y fue tal el guirigay, tanta la afluencia de público, que debieron desistir. Federer y Eysseric acabaron en las montañas suizas, rodeados de vacas, como en una postal, entrenándose en un club que sólo tenía tres pistas. "Roger me pidió que le jugara a lo Nadal. Por eso le echaba muchas bolas con mi derecha sobre su revés, y a la inversa, por los cambios que hace Nadal. Me pedía que construyera los puntos como Nadal".
Federer se enfrenta hoy a Nadal sintiéndose por primera vez en mucho tiempo dueño de la situación. En Hamburgo la arena pesa y el frío y la humedad mandan. Y en Hamburgo, el suizo ha ganado tres veces. "Ha sido muy difícil", dijo tras imponerse ayer a Moyà. "Fue el partido perfecto para mí antes de Roland Garros. Estoy trabajando en mi juego. Hay que ser un especialista para tener posibilidades, pero estoy de nuevo en forma justo antes de Roland Garros, donde, durante los dos últimos años, he demostrado que no estoy tan lejos de Nadal".
El español, por su parte, estuvo a punto de protagonizar la fábula de la rana y el escorpión. Nadal, la rana, ayudó a Hewitt a cruzar el río durante la semana, entrenándose con él, dejándole coger el toque de bola en tierra, aconsejándolo. Y el australiano, venenoso como el escorpión, le devolvió el favor ganando un primer set de los que meten miedo. Desde ahí hasta el final, tenis duro, guerrero y con pinturas, tenis a mordiscos, sin tregua ni bandera blanca. Brilló Hewitt. Y ganó Nadal. "Pocas veces había visto jugar tan bien a un jugador como a él en el primer set", reconoció el español. "Al final, cuando tenía el partido controlado, se me ha complicado. No he estado tan fino como últimamente. ¿Quién es el favorito en la final? Es difícil. En estos partidos puede pasar cualquier cosa". Sólo dos cosas son seguras hoy. Que Nadal se juega ser el primer hombre que gana los tres Masters de tierra en una misma temporada. Y que Federer ya no pone anuncios: tiene a Eysseric.
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