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Ségolène y François

Un libro retrata las desavenencias entre Royal y su pareja

Del éxito y del fracaso viven también las relaciones entre las parejas. La armonía perece reinar entre el nuevo presidente Nicolas Sarkozy y su esposa Cécilia, mientras que la pareja perdedora, la candidata socialista Ségolène Royal y el primer secretario del Partido Socialista francés (PS) François Hollande, pasa por sus peores momentos.

Royal se ha tomado unas vacaciones junto a sus cuatro hijos en la localidad magrebí de Djerba, en un lujoso hotel de cinco estrellas a dos pasos de la playa. Hollande, su compañero de toda la vida y padre de sus hijos, se ha quedado en París "por razones personales".

Dos periodistas de Le Monde que siguieron la campaña electoral, Raphaëlle Bacquè y Ariane Chemin, acaban de publicar un libro vitriólico titulado La femme fatale en el que cuentan lo sucedido en el seno de la pareja desde que ella decidió lanzarse a la carrera presidencial a finales de 2005, y cuáles fueron las razones que la impulsaron a hacerlo. Y apuntan que el detonante que la llevó a imponerse al que, en teoría, era el candidato natural en su condición de líder del partido, fue una desavenencia conyugal.

Bacquè y Chemin, que han debido hacer frente a las críticas de buena parte de la izquierda que les acusa de querer hacer leña del árbol caído, se justifican argumentando que lo único que han querido es explicar lo que mucha gente se preguntaba durante la campaña: ¿cómo funcionaba la relación política entre ella y el primer secretario y entre el primer secretario y los llamados elefantes del partido? ¿Cómo se las arregló Royal para imponerse al aparato socialista que intentaba cerrarle el paso?

Su teoría es que ella, una mujer a la que describen como tremendamente ambiciosa, entró en crisis con su compañero cuando éste, en una comida en la famosa Brasserie Lipp con sus amigos comunes y aliados, el portavoz del PS Julien Dray y el número dos del partido, François Rebsamen, recibe una misteriosa llamada a su teléfono móvil, farfulla unas excusas poco creíbles, les deja su tarjeta de crédito para pagar y se marcha. Poco después Royal busca a Hollande, no lo encuentra y llama a Dray y Rebsamen, creyendo que está con ellos. "...Un gesto, una ausencia imprevista, parecen de pronto una traición insoportable", escriben las periodistas.

Según el libro, Royal intentó ganarse para su causa a Dray y Rebsamen. Y lo logró. "La crisis conyugal toma un giro político", escriben. En diciembre de 2005 Royal le pide directamente ayuda a Dray para imponer su candidatura. Y éste se encarga de hablar con Hollande. "No te interpongas en su camino", le dice. "Si le funciona, no podrás hacer otra cosa que ayudarla. Si se deshincha, podrás tomar el relevo".

Hollande se resiste. Según las autoras de La femme fatale, es entonces cuando la guerra estalla dentro de la pareja. Dray, que ya se ha pasado con armas y bagajes al campo de la candidata, encarna el papel de conspirador y explica a los periodistas los detalles de la batalla. Señala, por ejemplo, que Thomas, el hijo mayor de la pareja, prefiere a la madre que al padre. Pero va más allá. Cuando el antiguo primer ministro y todavía figura de referencia Lionel Jospin entra en juego para impedir la candidatura de Royal, Dray cuenta cómo "Ségolène tiene una granada con el seguro sacado en su mano y le advierte a Hollande: 'Si vas a ver a Jospin para cerrarme el paso no volverás nunca más a ver a tus hijos".

François Hollande besa a Ségolène Royal.
François Hollande besa a Ségolène Royal.AFP

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