"Para mí sería mejor que estuvieran los de ANV"
En Ziortza-Bolibar (402 habitantes censados, ubicado en el interior de Vizcaya), las elecciones del 27 de mayo son especiales: las primeras como localidad independiente. El municipio 251 de Euskadi tiene casi año y medio de vida, tiempo en el que ha sido dirigido por una gestora. A su frente, Jose Azpiazu (PNV), que quiere ser el primer alcalde desde 1969, cuando en la dictadura franquista Bolibar perdió su identidad. Los vecinos dicen que "el secretario y el médico vendieron el pueblo a Markina [a escasos cinco kilómetros] a cambio de cubrir el frontón.
En el pequeño centro urbano de Bolibar se vislumbra la campaña electoral, aunque los carteles son sólo de los candidatos de dos formaciones: el PNV y ANV. De Bolibarko Abertzale Sozialistak (BAS) o el PSE y el PP -que también concurren, aunque sus candidatos no son vecinos- no hay rastro. La izquierda abertzale ha tenido históricamente una importante presencia en Ziortza-Bolibar, el pueblo que acoge el museo del libertador americano Simon Bolívar y la Colegiata de Zenarruza, regida por cistercienses y parada y fonda en el Camino de Santiago.
En sus primeras elecciones como municipio independiente, la presión en Bolibar es fuerte tras la anulación de la lista presentada por ANV
Azpiazu no oculta su preocupación. La lista de ANV en Bolibar ha sido una de las 133 anuladas por el Tribunal Supremo y barrunta las dificultades.
-¿Cómo espera los primeros cuatros años de mandato?
-Complicados-, dice, frunciendo el ceño, sin poder evitar un resoplido antes de contestar.
Azpiazu tiene todavía fresco el último pleno municipal, la pasada semana, en la que los simpatizantes de la izquierda abertzale conminaron a los miembros de la gestora, todos del PNV, a que les garanticen su entrada en la próxima corporación. "Para mí sería mejor que estuviesen, pero no está en nuestras manos", afirma.
La gestora que ha dirigido Bolibar este año y medio tenía derecho a disponer de siete integrantes, pero los representantes peneuvistas han sido cinco. Los dos restantes debían corresponder a la ilegalizada Batasuna, según los votos nulos de las últimas elecciones. Incluso en los plenos, esos dos asientos han sido ocupados por vecinos significados de la izquierda abertzale en Bolibar, aunque sus intervenciones no han constado oficialmente en las actas plenarias.
La presión en este coqueto municipio es fuerte. Parientes que no se saludan por estar en un lado del espectro político u otro y descalificaciones a los miembros de la gestora son escenas habituales en un pueblo donde todos se conocen y se ven a diario. "Yo siempre he estado disponible para hablar con ellos, pero cuando nos hemos juntado han estado muy tensos y distantes", dice Azpiazu. A sus 55 años, el candidato es un veterano en las tareas municipales: en el primer mandato democrático (1979-1983), fue concejal en Markina por una candidatura independiente.
La crispación no ha impedido la ejecución de los proyectos previstos, como el frontón cubierto, las redes de agua y saneamiento en el centro urbano, el nuevo parque o los locales para jóvenes, mayores y la asociación de padres. "Han boicoteado las inauguraciones, pero los proyectos se han hecho, porque hemos tenido fuerza y buena relación con Diputación".
Mañana será el primer acto electoral del PNV y la anulada ANV. Los primeros presentarán su programa y los candidatos, a las 12, en el salón de plenos. Los segundos, en la plaza del pueblo, una hora más tarde. Entonces volverán a verse y Azpiazu tendrá seguramente que escuchar algún improperio. De nuevo, fruncirá el ceño.
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