La central de Cofrentes apuesta por seguir abierta otros 28 años

Las centrales nucleares suelen blindar su interior frente a ojos extraños. La de Cofrentes, una planta que produce 26 millones de kilovatios-hora, factura 1,2 millones de euros al día y es objeto, como el resto, de cierta fobia antinuclear, no es una excepción. Pero ayer invitó a un grupo de periodistas a asomarse a sus entrañas. La central aprovechó para decir que podría seguir abierta hasta 2035.

La vasija del reactor, donde se alojan las varillas rellenas de dióxido de uranio, el corazón radiactivo de Cofrentes, estaba abierta y no había nada en su interior. La central paró el 29 de abril, a las 2.00, para reemplazar el combustible y, de paso, realizar 9.500 operaciones de mantenimiento y mejora, muchas de las cuales se efectúan en lugares normalmente "inaccesibles". El proceso acabará a finales de junio.

La recarga de uranio tiene lugar cada dos años. El combustible utilizado desde que la central empezó a funcionar, el 14 de octubre de 1984, se almacena cerca del reactor, en una piscina cubierta de un intenso color azul. El agua adopta ese tono, explicó Jesús Cruz, portavoz de la central de Iberdrola, debido a la energía que sigue desprendiendo el uranio enriquecido.

La capacidad de la piscina llegará al límite en 2009. Para entonces debería estar listo el almacén de residuos cuyo emplazamiento será revelado por el Gobierno probablemente una vez pasen las elecciones locales.

El diseño de las centrales se realizó para 40 años de vida útil. Pero sus propietarias, las compañías eléctricas, aseguran que mantenerlas en funcionamiento 20 más no plantearía riesgos. El Ejecutivo ha declarado que eso no entra en su agenda. El portavoz de Cofrentes dijo ayer que podría seguir abierta sin problemas al menos hasta 2035. Para entonces habrá cumplido los 51.