Lo que hizo el padre y pide la hija
Nací en Güímar, un pueblo del sur de Tenerife del que mi padre fue alcalde en dos ocasiones: durante el franquismo y en la recién inaugurada democracia. Siempre llevé muy mal ser hijo del alcalde. Sé que se iluminaron y asfaltaron calles, se construyeron nuevos colegios, se hicieron casas de juventud y cultura, centros de salud... Sé que la plaza de la Victoria comenzó a llamarse de las Flores y que en el cine Pepe (que ya sólo pasaba pelis porno y luego se convirtió en un salón de juegos) pude ver una película de Miguel Littin titulada El chacal de Nahueltoro. También sé que El chacal de Nahueltoro la vimos unas cien personas y que las casas de juventud estaban vacías de jóvenes y las casas de cultura vacías de gente con ambiciones culturales. Porque lo difícil no debe ser construir una casa de cultura, lo difícil es llegar a desentrañar la verdad de lo que la gente necesita, quiere y que ni ellos mismos saben. En definitiva, mi padre se hizo querer y la gente lo quiso. No sé lo que piensan los que no lo quisieron.
Si no fui capaz de ser el hijo del alcalde, ¿cómo imaginarme en el papel de alcalde?
Eliminaría las campañas electorales, los discursos y las fotos... No sirve para nada. Aquí lo único que vale es lo que has hecho, y a la oposición, los errores que has cometido. Lo demás no vale nada. ¿Quiénes van a los mítines? Los que ya te votaron. ¿Qué se cuenta en los mítines? Lo de siempre; de hecho, casi todos prometen lo mismo, como si defendieran la misma ideología. Bueno, si no te queda más remedio, haces mítines y dices que eres moderado y de centro, aunque no lo seas. Gusta bastante.
No sé cómo, pero cambiaría de registro, de discurso, de palabrería, de actitud... Jamás diría algo que escuché recientemente: "Yo tengo una virtud, si es que tengo alguna: soy independiente. No me dejo presionar por corporaciones, ni empresas, ni grupos mediáticos... Me importan las personas". Y es que si dijera eso, alguien me tendría que contestar: "Es verdad, no tiene usted ninguna virtud". ¿Quién vota a un candidato sin virtudes?
A mi hija le encargaron una redacción en el colegio con este mismo título. Ella dijo que lo primero que haría sería un parque de atracciones. Si yo fuera mi hija, hubiera pedido: sueldos dignos, salud, educación y cultura (lo que mi padre, quiero pensar, intentó hacer, y lo que todos dicen que van a hacer). Si lo pido en mi nombre, sería acusado de ingenuidad, populismo... Si lo pide una niña, sería aplaudida por todos, porque ya se sabe que los niños son pura ingenuidad... Y además, añadiría que esos son los pilares básicos y que uno empieza a preguntárselo desde niño y se muere con la pregunta en la boca: ¿por qué no lo hacen y ya? Todo gratis, por supuesto.
Si yo fuera alcalde...
Que conste que todo esto lo ha dicho mi hija; no yo.
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