Las dificultades de Diógenes en Euskadi
Ángel Yáñez clama para que alguien le sustituya al frente de la lista del PP en Tolosa. No hay muchos dispuestos
Como Diógenes, que deambulaba por el ágora ateniense con un farol encendido a la búsqueda de un hombre libre, así los partidos constitucionalistas vascos han andado buscando y rebuscando entre sus afiliados y simpatizantes a gentes dispuestas a rellenar sus listas electorales. Aunque lo que cuentan son las convicciones, cumplida la condición primera de haber aprendido a domeñar el miedo, también ha hecho falta apelar a la defensa de la libertad general y al compromiso militante, galvanizar los ánimos, convencer y, hasta seducir. Vale casi todo, ante la vasta tarea de llevar la propuesta electoral del partido a todos los rincones del país.
Salvo excepciones contadas, en Euskadi, ya se sabe, concurrir a las elecciones municipales no es un timbre de gloria, sino un título de riesgo, un paso que cambia la vida a los candidatos porque les introduce en un túnel de incertidumbres y temores que no encuentra reconocimiento social a la vista -concejales de unos votantes desconocidos y fantasmagóricos-, ni apenas compensación económica en la gran mayoría de los casos. Puede decirse que, como Diógenes, -la analogía la ha apuntado Fernando Savater-, también Ángel Yáñez ha buscado con un candil en Tolosa al hombre libre que le permitiera liberarse de la carga de encabezar la lista del PP local que sobrelleva desde hace tres legislaturas.
La democracia vasca se resiente de reclutar a los más dispuestos, no a los más preparados
El PP se presenta en todos los municipios de Euskadi. Sólo un 40% de sus candidatos son vascos
No lo ha conseguido, y eso que en el empeño de llamar la atención de los 1.500 vecinos que han llegado a votar a ese partido, protagonizó semanas atrás un ayuno de tres días, a la vista de todo el pueblo. A sus 71 años, en compañía de sus sufridos escoltas, este hombre permaneció expuesto día y noche en plena calle, a la entrada de la iglesia de San Francisco. "Fue un gesto de denuncia, sin resultados tangibles, aunque hubo gente que se paró a hablar conmigo. Habría sido un milagro y los milagros sólo ocurren en Lourdes o Fátima". Dice que optó por el ayuno porque no sabe hablar como esos speaker que se suben a un taburete en las plazas de Inglaterra. "Lo del ayuno no es para tanto", añade. "Mi truco son los caramelos de eucalipto y mucha agua".
Activo en la vida social, deportiva y cultural del municipio en el que vive desde hace 50 años, Ángel Yáñez, nacido en Lugo y ex empleado de Telefónica, entró en la política municipal el mismo día, 23 de enero de 1995, en el que asesinaron al concejal donostiarra Gregorio Ordóñez. "Pensé que había que cubrir esa baja, que había que defender la causa de la libertad, pero no me imaginaba que a mis años todavía tendría que seguir en esto".
Cobra 250 euros al mes y a cambio del miedo -"no soy valiente, pero he aprendido a controlar el temor, como el albañil en el andamio"-, tiene acceso al palco municipal en la plaza de toros y el frontón locales. Desde luego, le cabe el consuelo de que, aunque muda e invisible, una parte de la población de Tolosa está detrás de lo que representa.
El débil entramado militante de los partidos constitucionalistas vascos se pone a prueba todos los días, pero tiene en las elecciones municipales su desafío mayor. Completar las listas en el mayor número posible de municipios entraña tales dificultades que obliga a renunciar a cubrir la totalidad del territorio, particularmente en Guipúzcoa, o exige echar mano de los refuerzos militantes procedentes de otras áreas de España.
Así, por ejemplo, el presidente de la Comunidad de La Rioja, Pedro Sanz, cierra la lista del PP en Bergara, el ex director general de la policía y eurodiputado, Agustín Díaz de Mera, concurre testimonialmente por Oiartzun, y el ex ministro y presidente del PP andaluz, Javier Arenas, acompaña a los candidatos de Rentería. El hecho de que el 40% de las listas de los populares vascos esté formado por afiliados vascos no deja de ser un triunfo, sobre todo si se tiene en cuenta que el PP ha presentado candidaturas en la totalidad de los municipios de Euskadi.
Esta vez, los socialistas han logrado presentar candidaturas en 57 de los 88 municipios de Guipúzcoa, el territorio donde la precariedad es siempre mayor, sin recurrir, prácticamente, a los apoyos externos. Eso significa que la mitad de los 2.000 afiliados que el PSE dice tener en la provincia han dado el paso de significarse públicamente. Es un logro que llena de satisfacción al secretario de organización municipal José Morcillo.
"Con nuestras candidaturas hemos cubierto el 98% de la población guipuzcoana porque lo que se ha quedado fuera son municipios de menos de 1.000 habitantes en los que no conocemos a ningún simpatizante socialista", dice Morcillo. Los municipios gobernados por el Partido Socialista de Euskadi (San Sebastián, Irún, Rentería, Pasajes, Lasarte, Andoain, Zumárraga y Eibar) suman casi el 50% de la población guipuzcoana.
Si, como dice José Morcillo, completar las listas "no ha sido un camino de rosas", sujetar esa urdimbre de militantes candidatos, evitarles la sensación de soledad, darles formación municipal, prestarles asesoramiento técnico, confortarlos en los momentos difíciles, tampoco es tarea fácil. La penuria de las afiliaciones y el compromiso de la paridad de géneros obliga a una labor continua de hilvanar y remendar la trama organizativa y a taponar los huecos: esa chica que se ha echado atrás tras la ruptura de la tregua, ese candidato que se siente incómodo con la posición del partido..., sobre todo, en aquellos puestos ingratos donde la aceptación del riesgo no conlleva la perspectiva de una carrera política profesional remunerada.
Aunque, según José Morcillo, durante la tregua se produjo un aumento de la afiliación de entre el 5% y el 10%, la tarea de los partidos constitucionalistas vascos, y en menor medida, pero también del propio nacionalismo democrático, es tejer permanentemente lo que el miedo, la crispación y la baja consideración de la política destejen a diario. Por mucha voluntad que se ponga en el empeño de no faltar a los plenos y comisiones, residir en Oslo o en Buenos Aires, en Madrid o en Sevilla, caso de algunos concejales del PP vasco, no deja de ser un gran obstáculo para ejercer una adecuada labor municipal.
Sin duda, la calidad de la democracia vasca se resiente gravemente de esta pobreza militante que lleva a reclutar a los más dispuestos y no a los más preparados o los más idóneos. A eso se une el acusado fenómeno endogámico, con familias enteras ocupando puestos de representación en el mismo partido.
Pequeño, débil y encogido, el entramado militante de los constitucionalistas vascos acusa el deterioro de la prolongada situación de excepcionalidad, pero se resiste a perder terreno, pelea duramente a la espera de tiempos mejores en los que no haga falta buscar con un farol a los hombres libres.
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