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Reportaje:SMART FORTWO 62 PULSE | PRUEBA

Un especialista para la ciudad

Es casi igual por fuera, pero tiene un diseño interior más convencional, motores más potentes y ecológicos, y sobre todo ofrece un comportamiento más cómodo y estable. Son las mejoras del nuevo Smart Fortwo, el utilitario de diseño que se ha convertido en un icono ciudadano y ha triunfado por su practicidad en las grandes urbes europeas. Está a la venta en versiones de gasolina y turbodiésel desde 9.495 euros.

La segunda generación del biplaza de Smart ha dado un estirón de 19,5 centímetros (mide 2,69 metros de largo), pero mantiene todas sus virtudes como coche urbano. Los cambios apenas penalizan su facilidad para aparcar -sigue entrando en los huecos que quedan libres porque no cabe ningún otro coche-, pero amplían su radio de acción para viajar mejor en carretera y son claves para aprobar las pruebas de choque norteamericanas, diferentes de las europeas. Así podrá ampliar su mercado allí y superar las 750.000 unidades que se han vendido desde que salió en 1998.

Muy parecido, pero más grande

El nuevo Smart es más grande y diferente, pero conserva el mismo ADN y cuesta distinguirlos. Mantiene el chasis de acero Tridion, una célula de protección que va pintada en un color distinto al de la carrocería. El frontal es muy parecido, con unos faros más grandes y un parachoques adelantado para reducir las lesiones en los atropellos y absorber mejor los impactos. El lateral se mantiene casi igual, y la zaga, también, aunque con unos pilotos diferentes. Pero el conjunto mantiene ese estilo peculiar y simpático que le distingue, aunque ha perdido frescura y capacidad de sorprender.

Los cambios en la habitabilidad interior son imperceptibles, pero la presentación es más convencional. Se aprecia en el salpicadero, la consola central y los paneles de las puertas, que abandonan el diseño vanguardista del Smart anterior y adoptan las formas de los utilitarios clásicos. Conserva sus grandes asientos, amplios y cómodos, y las puertas altas, que facilitan el acceso. Y tiene un maletero 70 litros más grande, aunque siguen faltando huecos: hay pocos y pequeños (véase página 23). Por lo demás, hace menos ruido y está aceptablemente acabado.

Donde más se aprecian las mejoras es en el comportamiento y el confort. El aumento en la distancia entre los dos ejes y las nuevas suspensiones -que aunque siguen sin estar bien resueltas, son menos secas y más eficaces- aportan una estabilidad y comodidad superiores, sobre todo en pisos bacheados. Y permiten viajar con un aplomo y solidez superiores.

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Cuatro motores

El mini de Mercedes estrena un motor 1.0 de gasolina con tres versiones, 45, 52 y 62 (61, 71 y 84 CV), y un 0,8 CDi turbodiésel (45 CV) que apenas gasta 3,5 litros de media. Todos montan un cambio manual automatizado (sin pedal de embrague), están disponibles en carrocerías Coupé y Cabrio (entre 2.700 y 3.000 euros más) y se ofrecen en tres acabados: el básico Pure incluye doble airbag, ABS, control de estabilidad ESP, elevalunas eléctricos y cierre con mando; el Passion añade climatizador y un interior más vistoso, y el Pulse lleva el cambio en el volante, techo de cristal, antinieblas y otros detalles.

El radio-CD se paga siempre aparte (465 euros), y ahora se puede pedir como opción la dirección asistida (475 euros), aunque la de serie no es dura para aparcar. La gama se completará en otoño con la versión deportiva Brabus, de 95 CV (17.350).

Conclusión

El Smart es un coche urbano muy bien resuelto, pero caro para su tamaño. Mantiene un diseño moderno, dos plazas cómodas y un maletero para llevar la compra. Tiene motores más potentes, un comportamiento más sólido y seguro que permite viajar, y un buen equipo de seguridad. Y sigue siendo imbatible en la ciudad.

SIN ALTERNATIVAS

El Smart es un coche pequeño de dos plazas pensado para la ciudad que no tiene alternativas similares en el mercado. Quizá por eso cuesta más caro que otros utilitarios pequeños, aunque ofrece un diseño más elaborado y un equipo de serie superior, con doble airbag, ABS y el control de estabilidad ESP, un detalle imprescindible que muchos rivales más grandes no ofrecen ni como opción. La versión básica del Smart (61 CV, de gasolina) cuesta 800 euros más que el Citroën C1, que tiene cuatro plazas y cuatro airbags, pero no incluye ESP. El Fiat Panda es ya 100 euros más caro y viene sólo con un airbag, aunque puede añadir el ESP como opción (425 euros). La diferencia con el Picanto es de menos de 200 euros, pero el Kia sólo lleva doble airbag y no puede llevar ESP. Y el Ford Ka es también 1.250 euros más caro y tiene sólo un airbag.

MÁS CÓMODO Y CONVENCIONAL

El interior apenas conserva detalles originales del modelo anterior, salvo los relojes redondos y un volante muy peculiar, y aplica un diseño más convencional en el salpicadero y sobre todo en la consola central, más recta y cuadrada. A pesar de su tamaño, es bastante amplio en longitud y también algo estrecho, pero lo compensa en parte con soluciones imaginativas: el asiento del pasajero se retrasa 15 centímetros más que el del conductor para reducir la sensación de agobio. Las redes de las puertas han dejado paso a unas repisas clásicas y se echan en falta más huecos para objetos. Tiene una bandeja muy amplia que recorre la base del salpicadero, pero no es práctica -los objetos se caen en las curvas-, y aunque lleva una red muy cómoda detrás de los respaldos, desaprovecha la zona del freno de mano.El cambio de cinco marchas se puede manejar de forma secuencial con un toque hacia delante o atrás, y si se pulsa el botón situado en el lado izquierdo de la palanca, cambia automáticamente.La tapa del maletero integra ahora por dentro una bandeja para objetos, y la capacidad ha aumentado a 220 litros, 70 más.La zaga apenas cambia, aunque estrena pilotos, y permite abrir la luneta y la base por separado para facilitar la carga.

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