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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Fabulaciones del artista

En las anteriores novelas traducidas al español de Dezso Kosztolányi (Szabadka, 1885-Budapest, 1936), todas publicadas en Ediciones B (Alondra, Anna la dulce, La cometa dorada), el magisterio del autor húngaro se expresaba, sobre todo, en el irónico análisis del carácter moral de los personajes, con una introspección deudora de las grandes novelas del XIX. Con Kornél Esti, publicada tres años antes de su muerte, su concepción de la novela cambia radicalmente; ahora la parodia se superpone a la exploración psicológica; la estructura sufre, igualmente, una notable innovación al desentenderse de la sucesión cronológica; la novela se organiza por fragmentos, capítulos que podrían ser cuentos aislados, reunidos por la voz relatora de Kornél Esti, a quien se presenta como el artista disconforme que prefiere vivir a escribir y que suministra las experiencias que serán la materia del libro, recogidas por otro escritor, éste integrado en el medio burgués, para quien el artista iconoclasta es un modelo imposible de imitar.

KORNÉL ESTI. UN HÉROE DE SU TIEMPO

Dezso Kosztolányi

Traducción de Mária Szijj

Bruguera. Barcelona, 2007

319 páginas. 17,50 euros

Sin embargo, aunque en el capítulo inicial la novela propone el contraste de dos modos de ser, enseguida el relator y el narrador se despliegan en una fusión que no deja dudas de que se trata del mismo personaje: "Seríamos como la Noche y el Día, como la Realidad y la Imaginación, como Ahrimán y Ormuz". El pacto según el cual Kornél Esti relata su vida y el narrador la transcribe "con arreglo a sus instrucciones", apenas funciona, y el lector va pasando de un capítulo a otro, atento a una continuidad que no se cumple y acaba por aceptar una narración libérrima muy adecuada para ofrecer una visión grotesca, a veces serenamente cruel, del alma humana, de las instituciones y del ridículo general del comportamiento, tanto de la clase pudiente como de los pobres más patéticos. En conjunto, la novela parece impregnada de cierto espíritu dadaísta, pero la elegancia de Dezso Kosztolányi no se pliega a la fanfarronada cultural, y se queda a un palmo de acometer un verdadero desplante que dejaría al lector totalmente desconcertado. De ahí que no convenga buscar en Kornél Esti una reflexión a favor de la condición marginal del artista, sino más bien una cáustica agresión contra las apariencias, de la que no se libran los poetas, "esas personas superficiales, envidiosas, masturbadores pálidos que venden hasta su alma por una rima".

Domina la novela una magní

fica furia de destrucción, compensada por la comicidad, de la que el primer damnificado es el propio relator, ese Kornél Esti bohemio que tiene que desprenderse de una cuantiosa herencia -un artista rico es una ordinariez-, viajar de un país a otro, ejercer la caridad -pese a que detesta la piedad-, ayudar a un infortunado traductor cleptómano -cuya manía se extiende a sus traducciones, donde hay menos objetos de valor que en el original-, y buscar un lugar apacible en este mundo, que hallará en un asiento de tranvía, es decir, en el anonimato. La fabulación sobre la vida importa más, finalmente, que la propia vida. Artista cáustico, el moderno Kornél Esti asume que el destino "radica en las estrellas y en la basura", y que el arte nunca será satisfactorio, mientras la vida sea una caricatura.

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