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APUNTES

15.000 alumnos arrastran a 750 docentes al aula virtual de la Universitat

Burjassot acoge los servidores que dan servicios web a toda la comunidad universitaria

Ignacio Zafra

María accede tres veces al día desde casa al aula virtual de la Universitat de València. Una, cuando vuelve de la facultad. Otra, antes de acostarse. La tercera, cuando se levanta, a las seis y media de la mañana; las clases comienzan temprano y por mucho que corra, de Benifaió a Tarongers, una hora de camino no se la quita nadie.

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Es martes y María Duart, de 19 años, está delante de su PC. Lo primero es introducir la clave, acceder al aula y comprobar el correo. Hay un aviso: "Notificación de documento: 22k. Última modificación: 8-5-2007. 18.53. Asignatura: Matemática Financiera. ADE-Derecho, Grupo A. Trabajo de evaluación. Plazo de entrega: 14 de mayo. Envío por e-mail". El documento de PDF sobre el que María tiene que trabajar y luego enviar por correo electrónico, empieza: "La Sra. Mentín solicita un préstamo de 30.000 euros a devolver por medio de pagos mensuales...".

La asiduidad con la que la estudiante, que acabó el Bachillerato con una media de 9,5, utiliza el aula virtual es seguramente excepcional. Pero el suyo no es un caso raro. 15.000 alumnos utilizan el aula virtual de la Universitat, puesto en marcha hace dos cursos. "Los alumnos entran a tope", dice José Antonio Vázquez, el jefe del área de Informática. "Aprender a manejarlo cuesta un par de días", dice María.

Son ellos, con su naturalidad ante las nuevas tecnologías, quienes van arrastrando a los profesores -hoy, entre 700 y 800, calcula Vázquez- hacia el aula. Un lugar en la Red donde el docente deposita apuntes y el estudiante los recoge; en el que se intercambian mensajes y se aclaran dudas; en el que se realizan y se corrigen casos prácticos y exámenes. Donde los alumnos, en el caso de la doble titulación Administración de Empresas (ADE)-Derecho, disponen de un calendario dinámico de actividades en casi el 100% de las asignaturas.

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La herramienta se ajusta como un guante a los nuevos parámetros docentes lanzados por la Declaración de Bolonia. La hoja de ruta del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) pretende situar el trabajo del alumno en el centro del sistema, rebajando el peso de las lecciones magistrales de toda la vida. El aula permite realizar un seguimiento exhaustivo de los estudiantes, asegura José García Añón, profesor del departamento de Filosofía del Derecho y coordinador de Convergencia Europea en la doble titulación.

Con el nuevo sistema, el examen tradicional de final de curso representa el 50% de la nota. Un 30% proviene de la evaluación continuada -que suele realizarse con exámenes tipo test- y un 20% de la resolución de casos prácticos.

Muchos profesores temen que el modelo del EEES encalle en el mismo lugar que otros proyectos de innovación docente: allí donde las buenas intenciones se encuentran con las aulas masificadas.

El aula virtual puede poner su grano de arena. Corregir 12 test de dos grupos de 60 alumnos en un cuatrimestre -además de los exámenes finales y los casos prácticos- implica un problema logístico: la gestión de al menos 1.440 folios. Internet soluciona el problema físico, y también elimina el factor tiempo. García Añón explica que el aula virtual propone las preguntas del test, que son distintas según el usuario. También las corrige. Y es capaz de evaluar un comentario de texto analizando cuántas ideas clave ha introducido el estudiante.

¿No conlleva eso un riesgo de alejamiento entre el profesor y el alumno? Àngels Dací, profesora de ADE, usuaria "básica" del aula virtual, cree que no. "Desde el primer día", indica, "tienes una ficha con el nombre, la foto, el correo electrónico y la evolución del estudiante. Así es más fácil conocerlos mejor".

El aula virtual de la Universitat de València es un programa de software libre que van afinando, con lo que les cuentan los usuarios, ingenieros informáticos de cerca de 40 universidades, institutos de investigación, ministerios, ONG y otras instituciones de todo el mundo. Entre ellos, el Instituto Tecnológico de Massachusetts, el Ministerio de Industria y Comercio de Brasil y la Universidad Carlos III. Del lado valenciano trabajan tres personas del Servicio de Informática de la Universitat, con base en el campus de Burjassot.

El edificio acoge la sala de máquinas de todo el sistema informático de la Universitat. Un espacio refrigerado lleno de cables y potentes ordenadores integrados que es el punto de salida y llegada del anillo de 34 kilómetros de fibra óptica que recorre todos los campus de la institución y que conecta a las cinco universidades valencianas con los grandes nodos de acceso a la Red situados en Sevilla, Madrid y Barcelona.

El jefe del servicio, José Antonio Vázquez, cuenta que todas las noches, en esa sala, se produce un proceso de replicación de la base de datos central al aula virtual. "Si un alumno se ha matriculado durante el día de una asignatura nueva, por la noche, aparece en el aula virtual; y si se ha dado de baja, desaparece. Eso, que parece muy evidente, es un nivel de integración que no se ve en muchos sitios".

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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