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Reportaje:

La Pantoja se cuela en la Feria de Abril

La fiesta cultural andaluza de Cataluña cierra sus puertas con más visitantes que en 2006, según la Fecac

¿Es culpable la cantante Isabel Pantoja de los delitos que se le imputan? ¿La detención de la tonadillera es una tapadera del Gobierno para tapar otros escándalos? ¿Por qué Julián Muñoz se ha declarado en huelga de hambre? Reputados -y bien pagados- analistas de la prensa rosa llevan días ocupando la parrilla televisiva para tratar de dar respuesta a éstas y otras preguntas. El filón rosa de la Operación Malaya no se agota y las andanzas del binomio Pantoja-Muñoz es objeto de apasionantes debates en los platós y en la calle.

El lugar más apropiado en Barcelona para intentar desentrañar tanto misterio es la Feria de Abril, que ayer cerró sus puertas. La detención de Isabel Pantoja el pasado miércoles por la noche en Marbella, acusada de un presunto delito contra la Hacienda Pública y blanqueo de capitales, puso al descubierto la Feria de los corrillos, chanzas y chismorreos. El jueves, mientras la tonadillera era puesta en libertad después de haber depositado una fianza de 90.000 euros, un cartel en la entrada de una caseta rezaba: "Hoy pollo a la Pantoja". ¿Por qué ese nombre?, preguntaban los curiosos. "Porque es rico, rico", contestaba el propietario.

La detención de la tonadillera puso al descubierto la Feria de los corrillos y chanzas

Fieles a la tonadillera se debatían ayer entre darle el beneficio de la duda o proclamar un veredicto de culpabilidad. Triunfaron los últimos. El icono ha caído y la mayoría de los consultados se dieron a la práctica del linchamiento. "Es culpable. Y si no, ¿de dónde se ha sacado el dinero para comprarse tantas vacas y tantos pisos?", se preguntaba Mari, una gaditana que se declaraba seguidora de la cantante. "Eso no tiene nada que ver. El que la hace, la paga", justificó. "Lo más indignante es que recibiera trato de favor. Tendrían que haberla esposado al detenerla, como a todo el mundo", señaló Carmen, gaditana.

El público de Pantoja ha mantenido con ella una extraña relación. Primero, devoraron sus discos. Luego, devoraron su vida privada. "No nos interesa su intimidad", corearon algo indignadas cuatro mujeres ataviadas con mantón rojo y vestido negro. "Pero si echan por la tele cosas de su vida, pues lo vemos", sentenció una de ellas.

Loles, una jienense, tiró de filosofía y aportó una idea para la reflexión: "Todos somos honestos hasta que nos ponen a prueba. No sé qué pasaría si un día viene un hombre guapo y me colma de millones", señaló en referencia a la relación sentimental de la tonadillera con Julián Muñoz.

Sin haber todavía cifras oficiales de asistencia de público, Francisco García Prieto, presidente de la entidad organizadora de la Feria (Fecac), señaló que "ha sido un éxito". "Con toda probabilidad hemos superado los 2,5 millones de personas que nos visitaron el año pasado".

Esta edición, como las anteriores, ha venido precedida por la polémica en torno a la asignación de las subvenciones públicas al evento. Un año más, el Ayuntamiento de Barcelona, la Diputación y la Generalitat han aportado sus ayudas, pero las tres administraciones firmaron un convenio en el que se exigía "transparencia" a la Fecac. "Toda esta polémica nos ha beneficiado", indicó García Prieto. El presidente de la Fecac lanzó una advertencia: "A partir de mañana me pueden hacer las auditorías que quieran. Pero ahora tienen la obligación de ser igual de exigentes con todas las entidades a las que subvencionen".

Durante los 10 días que ha durado el evento, tanto los políticos que se han desfilado por el recinto ferial como la propia organización han reiterado que la Feria cumple una función en favor de la diversidad y de la integración. En la práctica, eso se ha traducido en la haima marroquí que se instaló el año pasado y en la caseta que Fedelatina, una asociación de entidades latinoamericanas, ha estrenado esta edición. Sin embargo, algunos veteranos de la Feria han criticado estas iniciativas porque, dicen, se pierde la esencia de la fiesta. "Ése es el sentir de unos pocos", se defendió García Prieto. "Respeto esas opiniones, pero no podemos cerrarnos a lo que ocurre a nuestro alrededor", afirmó.

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