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Reportaje:UN GOBIERNO PARA LA PAZ

Es la hora de gobernar juntos

El sol ha brillado toda esta semana sobre Irlanda del Norte y las temperaturas han superado los 20 grados. Lo habitual, incluso en agosto, son nubes grises y lluvia, pero el mes de abril ha sido el más caluroso desde el siglo XIX. El Belfast Telegraph, haciéndose eco de lo que se oye en la calle, lanzó la idea de que existe una conexión entre el clima meteorológico y el político; que desde que se puso punto final al penúltimo conflicto territorial violento de Europa, los cielos se han despejado.

"Tal vez sea una casualidad, pero la secuencia de tiempo soleado comenzó cuando el reverendo Ian Paisley y Gerry Adams se sentaron juntos a finales de marzo para anunciar su acuerdo político histórico", escribió el Telegraph refiriéndose a los dos políticos más poderosos y más antagónicos de Irlanda del Norte; dos líderes que ejemplifican como nadie la enemistad ancestral entre protestantes y católicos; dos hombres cuyas posibilidades de sonreír juntos para una fotografía eran igual de remotas que las de Mariano Rajoy y Arnaldo Otegi hoy.

"Si se hubiera impuesto la política del DUP, hoy no habría paz", afirma un pastor metodista
El martes se sella el acuerdo entre Adams y Paisley, el logro político más importante de Blair
McGuinness, que será viceprimer ministro, fue comandante del IRA y responsable de cientos de muertos
Irlanda del Norte se ha convertido en uno de los lugares más democráticos y pacíficos del mundo
"Todos tenemos interés en que las cosas salgan bien", dice Dodds, probable sucesor de Paisley
El partido de Paisley se ha incorporado al 'juego' por motivos políticos y prácticos, no por principios
El líder moderado protestante Trimble fue la gran víctima de la victoria electoral de Paisley en 2003
A nivel de calle, tanto protestantes como católicos quieren una vida mejor y dejar atrás el pasado
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Lo que no es ninguna casualidad es que Tony Blair haya elegido la próxima semana para anunciar la fecha de su retirada como primer ministro británico. Porque será el martes cuando se sellará el acuerdo al que llegaron Paisley y Adams, lo que representa la culminación del logro político más importante de la era de Blair. Irlanda del Norte inaugura formalmente una Asamblea parlamentaria cuya legitimidad ningún partido cuestiona, y un Ejecutivo de coalición en el que el Partido Unionista Democrático (DUP), de Paisley, se repartirá los principales ministerios con el Sinn Fein de Adams, brazo político del Ejército Republicano Irlandés (IRA). El traslado pacífico de poderes de Londres a Belfast representa el fin del proceso de negociaciones que el primer ministro británico inició con el IRA/Sinn Fein en 1997. Blair anunciará su retirada esta semana para que no sean sólo los historiadores, sino los comentaristas de hoy, los que aplaudan la perseverancia con la que contribuyó a poner fin a un conflicto que duró tres décadas y se cobró casi 4.000 vidas.

Irlanda del Norte ha dejado definitivamente de ser sinónimo de amargura y sangre y se ha vuelto a convertir en uno de los rincones más pacíficos y democráticos del mundo. Hoy, llamar terrorista a alguien se considera contraproducente y de mal gusto en los círculos políticos, y ya no hay fotos en los periódicos de barricadas ardientes, de policías armados hasta los dientes y de víctimas sangrando entre los escombros causados por las bombas. Las cifras de desempleo son las más bajas de la historia y el único boom que se oye es en los precios de la vivienda, que se están disparando a un ritmo superior a cualquier otra parte del Reino Unido. Los disparos que más interesan son los de Liam Healy, el nuevo héroe del fútbol local, cuyos goles han colocado a Irlanda del Norte por encima de España en la clasificación para la Eurocopa. Incluso la delincuencia está en descenso: las cifras de asesinatos de naturaleza criminal (los políticos ya no existen) han bajado un 50% en los últimos 12 meses.

Blair observa todo esto y sonríe, confiado en que el Dios cristiano en el que cree tan fervorosamente desempeñará su papel en Irlanda con generosidad. Como habrá sonreído esta semana al ver imágenes en televisión incluso más insólitas que las de marzo, cuando se reunieron Paisley y Adams. Porque esta vez, en el imponente palacio parlamentario de Stormont, el hombre con el que se sentó Paisley fue el que será su principal socio en el nuevo gobierno, Martin McGuinness. Si existen dudas acerca del pasado terrorista de Gerry Adams, no hay ninguna acerca de McGuinness, que fue uno de los principales comandantes del IRA y, como tal, culpable de manera directa o indirecta de centenares de muertes. Adams desea mantenerse al margen del gobierno, como una especie de figura soberana del movimiento republicano irlandés, y por eso será McGuinness el que ejercerá de viceprimer ministro de la nueva Asamblea, como número dos de Paisley, el nuevo primer ministro, cuyo mantra durante décadas fue que "nunca, nunca, nunca" se sentaría en la misma mesa que los terroristas del IRA/Sinn Fein.

El pasado martes, Paisley y McGuinness comparecieron por primera vez juntos en público. Les acompañaba en Belfast el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, para dar su apoyo político y económico al nuevo gobierno. Nadie que no conociera la historia reciente de Irlanda del Norte se hubiera imaginado, al verlos, el odio que estos dos hombres han sentido el uno por el otro durante la casi totalidad de los últimos cuarenta años. No hablamos ahora de Rajoy y Otegi; hablamos de Rajoy y el jefe militar de ETA, Txeroki.

El lugar del inverosímil encuentro fue un salón señorial de Stormont, de suelo de madera pulida y techos altos. Entró Barroso primero, seguido por Paisley y McGuinness. Los tres sonreían. Paisley, de 81 años, vestía un traje veraniego de color crema y una corbata chillona con rayas de colores rosa y violeta -"siempre tiene que llamar la atención", susurró un periodista local-. McGuinness llevaba traje oscuro y corbata azul marino.

Con Durão Barroso (el ex jefe de Gobierno portugués tampoco dejaba de sonreír) sentado entre los dos, Paisley fue el primero en hablar. Se refirió al gran "honor" que representaba recibir la primera visita a Irlanda del Norte de un presidente de la Comisión Europea, habló de fútbol y del entrenador portugués José Mourinho, sugirió con una gran sonrisa (los dientes de Paisley son enormes, como lápidas de tumbas) que Barroso debería probar un pan de patata irlandés llamado fadge, habló de "la luz del sol" que por fin brillaba sobre su pueblo, y afirmó que, con la ayuda del resto de Europa, el futuro pintaba prometedor. McGuinness, que se rió con ganas de las bromas de Paisley, habló después, comenzando con una frase que jamás hubiera soñado que saldría de su boca: "Quisiera constatar que estoy de acuerdo con todo lo que ha dicho el primer ministro". Aclaró que estaba de acuerdo incluso con la recomendación gastronómica que había hecho su nuevo jefe. Barroso, sencillamente, no podía irse de Belfast sin probar el fadge. La enorme mandíbula de Paisley, rectangular como un armario, temblaba de la risa.

Parecían un dúo cómico, un Tip y Coll norirlandés. Hacía ya casi diez años, desde el acuerdo de Viernes Santo de 1998, que el público británico se había acostumbrado a ver a su primer ministro haciendo buenas migas con McGuinness y Adams, antiguos líderes de la guerra terrorista contra "el imperialismo británico". Se llaman "Tony", "Martin" y "Gerry" entre sí en las más de cien reuniones que han celebrado, pero la escena que se presenció en Stormont el martes pasado era tan improbable como un sketch de Monty Python o de Mel Brooks. Lo extraordinario es que fuera real.

"Sí, no hay marcha atrás", reconoció Nigel Dodds en una entrevista a los pocos minutos de concluir la conferencia de prensa más sorprendente de la historia irlandesa. Dodds, íntimo amigo y socio político de Paisley, es el probable sucesor del viejo patriarca como líder del Partido Unionista Democrático. Tiene fama de ser uno de los más duros dentro del partido, de los que de manera más implacable, con fundamento más explícitamente bíblico, se oponía a "negociar con los terroristas". Pero esto es lo que el hijo político del ayatolá norirlandés dijo a EL PAÍS:

"Todos hemos salido ganando. Las perspectivas son muy buenas. Seguimos, claro, con nuestras diferencias políticas. Unos son republicanos y quieren la unificación de Irlanda; nosotros queremos que se mantenga la unión con Gran Bretaña. Pero de ahora en adelante lucharemos por la vía política. Todos tenemos un interés ahora en que las cosas salgan bien".

Hubiera resultado demencial hace apenas un mes y medio, por no hablar de hace cinco años, la noción de que un día Nigel Dodds, tan conocido en Irlanda del Norte como Ángel Acebes en España, hablaría de su partido y del Sinn Fein en la primera persona del plural. Casi igual de sorprendente fue oír a Dodds afirmar que el único problema de violencia que queda sin resolver del todo es el de los grupos paramilitares protestantes, que se siguen peleando entre sí por disputas relacionadas con el tráfico de drogas. Con los católicos de la difunta IRA, ningún problema.

Donde sí hay diferencias es en el análisis de cómo se llegó a este histórico consenso. Dodds mantiene, con Paisley, que se ha logrado la paz debido principalmente a su propio partido. Y que todo empezó no en 1997, cuando llegó Blair al poder, o en 1994, cuando el Gobierno conservador inició los primeros contactos formales con el Sinn Fein, sino en 2003, año en el que su partido se convirtió en la formación mayoritaria política de Irlanda del Norte. Hasta entonces, y durante décadas, el puesto lo había ocupado el más moderado Partido Unionista del Ulster, liderado por David Trimble. Gracias a la participación de Trimble en el proceso de paz que iniciaron el Sinn Fein y Blair, el IRA anunció un alto el fuego a finales de 1997 que nunca volvió a romper. El proceso funcionó debido a muchos factores; entre ellos -el más duro para Blair-, la liberación de cientos de terroristas presos.

"Sin embargo", insiste Dodds, "la clave de todo fue 2003. De ahí en adelante, el IRA vio que ya no podía andar con sus jueguecitos, que ahora negociaba con gente seria. Y fue por eso por lo que entregaron las armas en 2005 y por lo que este mismo año han acabado por reconocer la autoridad de nuestra policía. Dijimos que nunca trataríamos con los terroristas mientras siguieran armados, ¡y mire cómo nuestra política ha funcionado! Hemos sido consecuentes. Tan sólo ahora nos sentamos con ellos en la misma mesa".

Dodds se niega reconocer el argumento de que quizá se le pueda atribuir a su partido el haber dado "el empuje final" al IRA, pero que atribuirse todo el crédito por la paz que hoy reina en Irlanda del Norte es absurdo. "Nuestra política de no negociar es la que ha triunfado", repite Dodds. ¿Le recomendaría al Partido Popular en España que siguiera su ejemplo? "Les diría que me resulta absolutamente comprensible el negarse a conversar con una organización que se dedica al terrorismo. Nosotros no hablamos con el Sinn Fein, y mucho menos el IRA, cuando mataban y ponían bombas, o cuando mantenían la capacidad para hacerlo. Nosotros creemos en más palo y menos zanahoria, y creemos que eso es lo que ha funcionado".

Fuera del Partido Democrático Unionista (DUP) que Dodds representa, la totalidad de la opinión política de Irlanda en Gran Bretaña discrepa con sus análisis. Incluso protestantes creyentes como él. Norman Hamilton, un pastor metodista del norte de Belfast, la zona en la que más muertos hubo durante los años de guerra, afirmó que si se hubiera impuesto la política del DUP hoy no habría paz. "Se opusieron siempre a negociar; ergo, si se hubiera hecho lo que ellos querían, el IRA seguiría poniendo bombas y matando a gente a tiros; los paramilitares protestantes, lo mismo; el ejército británico seguiría patrullando las calles, y todos seguiríamos viviendo en aquel clima de miedo permanente que sufrimos durante tantos años".

A la baronesa Blood, una política protestante muy admirada en Irlanda del Norte, le parece un descaro que la gente de Paisley -conocido como el Doctor No- afirme que su política de no negociar es la que ha conducido a la paz. "Es un absurdo total decir semejante cosa", dice Blood, que recibió su título y su escaño de por vida en la Cámara de los Lores como recompensa por su trabajo a favor de la paz entre las comunidades más conflictivas de Belfast. "Si se hubiese impuesto el criterio de Paisley y Dodds seguiríamos hundidos en la violencia y en la miseria, sin perspectivas de nada. Decir otra cosa sería una locura".

¿Por qué entonces el DUP ha decidido por fin incorporarse al juego? Blood, Hamilton y otros analistas políticos protestantes coinciden en que fueron motivos prácticos, políticos, que tienen todo que ver con el poder y poco con los principios.

La base de todo, dice Blood, consiste en entender que el principal enemigo político de Paisley nunca fue el IRA/Sinn Fein, sino sus rivales protestantes. "El objetivo prioritario del DUP ha sido siempre convertirse en la principal fuerza electoral de Irlanda del Norte. Por eso, el rival al que se enfrentaron con más dureza no fue el movimiento católico republicano, sino el Partido Unionista del Ulster, que siempre tuvo la primacía entre la mayoría protestante". David Trimble dijo exactamente lo mismo en una entrevista con la BBC para un documental sobre Paisley transmitido hace unas semanas.

David Trimble, la gran víctima del triunfo electoral del DUP en el año 2003 al que se refiere Nigel Dodds, ha entendido lo que muchos analistas políticos dicen ahora entender: que los "terroristas", por más que Paisley los detestara, le sirvieron ante todo como arma para golpear al partido de Trimble, para acabar con su hegemonía electoral. Fue un arma eficiente y fácil de usar, ya que era mucho más complicado para Trimble explicar al público el complejo proceso de paz en el que se metió que para Paisley condenar la "indigna e indecente barbaridad" de negociar con gente que había matado inocentes a sangre fría.

Una vez que se obtuvo la mayoría electoral, y que el DUP logró ampliarla en las elecciones celebradas hace dos meses, la posición anti-Sinn Fein se volvió más flexible. El "nunca, nunca, nunca" nos sentaremos con ellos se convirtió en un "quizá, quizá, quizá". Porque si no formaban una alianza con el Sinn Fein, no podrían ejercer como gobierno. Según las reglas del juego acordadas con el Gobierno británico, tenía que haber un gabinete de coalición, y no de simple mayoría. Como el Sinn Fein quedó segundo en las elecciones, el DUP tenía dos alternativas: o formar un gobierno con los "terroristas", o dejar el gobierno de Irlanda del Norte en manos de Londres. Si esto ocurriera, Paisley abandonaría toda posibilidad de lograr su sueño de convertirse en jefe de gobierno. En tal caso, tanto él como su gente no sólo perdería la posibilidad de conquistar el poder, sino los sueldos que vienen con el poder.

Había otro factor. Que mientras Ian Paisley insistía e insistía en que con los terroristas no se debería jamás de tratar, las prioridades del electorado habían cambiado. "A nivel de calle, tanto los protestantes como los católicos lo que quieren es dejar atrás el pasado y tener vidas mejores", dice la baronesa Blood. "El clamor popular era para un gobierno nuestro, democrático, normal, que respondiera a nuestras necesidades cotidianas y no a los viejos prejuicios".

Todos estos factores, unidos a lo que varios analistas locales coinciden en ver como "la monumental vanidad" de Paisley, llevaron a que su partido acabara traicionando sus viejos principios y se sentara a gobernar con el IRA.

La gran pregunta, explicó un veterano periodista de Belfast, es la siguiente: si se hubiera llegado exactamente a los mismos acuerdos con el IRA respecto al abandono de las armas y el reconocimiento de la policía, pero con el partido de Trimble en la mayoría en vez del partido de Paisley, ¿habría apoyado Paisley un gobierno de coalición con el Sinn Fein? La respuesta que dieron media docena de personas del mundo político, la respuesta que todos aseguran es la verdad, es que nunca, jamás lo habría hecho. Como dice la baronesa Blood, "ésa es la política: apelan a los principios, pero lo que cuenta es el poder; para qué nos vamos a engañar".

Tony Blair y Gerry Adams, en una de sus reuniones negociadoras, en abril de 1999.
Tony Blair y Gerry Adams, en una de sus reuniones negociadoras, en abril de 1999.REUTERS
Ian Paisley (izquierda) y Gerry Adams, en su histórica reunión del 26 de marzo en el edificio del Parlamento de Stormont.
Ian Paisley (izquierda) y Gerry Adams, en su histórica reunión del 26 de marzo en el edificio del Parlamento de Stormont.REUTERS
Rescate de víctimas de un atentado del IRA contra un cuartel británico en Lisburn (Irlanda del Norte), en octubre de 1996.
Rescate de víctimas de un atentado del IRA contra un cuartel británico en Lisburn (Irlanda del Norte), en octubre de 1996.ASSOCIATED PRESS

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