La otra mirada de América
Tres exposiciones muestran los intereses creativos compartidos por los artistas del continente a través de los siglos
Al atravesar las cortinillas de plástico de las salas en las que se encuentra la exposición Lo que las imágenes quieren-Vídeo desde Hispanoamérica, se descubre un mundo en el que la carencia de medios agudiza con brillantez el ingenio. Son una veintena de vídeos los que se pueden contemplar en el Museo de Colecciones ICO (Zorrilla, 3) hasta el 20 de mayo.
Un total de 15 artistas de distintas nacionalidades latinoamericanas exhiben piezas en las que se pretende destacar intereses creativos compartidos entre los diferentes países, más que reflejar una situación artística general en Latinoamérica. "Son obras en las que se utiliza el vídeo como una herramienta heterogénea para mostrar el arte de estos países de una manera genérica", señala el comisario de la muestra, Rodolfo Kronfle.
Veinte vídeos proyectan en 'Lo que las imágenes quieren' la brillantez del ingenio
La exposición, señala el responsable de la misma, "no quiere ser una ventana a través de la cual podamos asomarnos a una imagen totalizadora de la producción artística del continente. En las piezas se refleja la misma pluralidad que en el arte contemporáneo actual pero ajustada a circunstancias sociales y políticas más álgidas".
La precariedad del medio hace que se potencie el ingenio y se creen obras verdaderamente interesantes. "Se trata del imperativo de tener que lograr resultados efectivos pese a estar condicionados en su mayoría por endebles plataformas culturales, un coleccionismo conservador, con evidentes carencias de financiación". El comisario ha abordado cuatro grandes preocupaciones: ¡Ciudad, cámara, acción!, que gira en torno a la imaginería de la ciudad, sobre cómo cuatro artistas se relacionan con el centro urbano. En Mano a mano con la Historia se aborda la reinterpretación de los referentes históricos a través de cinco obras en las que se presenta una actitud desacralizadora hacia referentes claves de las distintas sociedades en las que se mueven los artistas.
En Espacios de conciencia, cinco artistas presentan obras de cariz político que invitan a la reflexión de ciertos problemas. Y Eres lo que recuerdas reúne la obra de cuatro artistas que narran un pasado que sigue marcando el devenir de las sociedades.
En la Biblioteca Nacional (paseo de Recoletos, 20-22), los objetos que se despliegan en Ecuador. Tradición y modernidad son bien diferentes. Máscaras precolombinas de oro, chamanes de cerámica, pinturas religiosas virreinales, mapas científicos de la ilustración y murales constructivistas se entremezclan en la muestra dividida en cuatro períodos cronológicos: prehispánico, colonial, XIX y XX. Son 181 piezas procedentes de 58 museos, conventos y colecciones particulares, algunas de ellas de 5.000 años de antigüedad.
Una de las novedades de Ecuador. Tradición y modernidad, en opinión del comisario de la muestra, Víctor Mínguez, es que no sólo incluye los periodos indígena y virreinal, sino también las corrientes estéticas de los siglos XIX y XX. La distribución por temas permite aunar elementos escultóricos, con pinturas y fotografías, ofreciendo una amalgama que introduce al visitante en las entretelas del arte y el espíritu social de Ecuador. Entre las piezas más valoradas, seleccionadas con la colaboración de la Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior (Seacex) y los ministerios de Cultura y Asuntos Exteriores de ambos países, es la antiquísima escultura Dios-placa, de la cultura Valdivia (3800-1500 a. C).
Durante el tiempo que se celebre la exposición se van a realizar jornadas y ponencias sobre literatura ecuatoriana contemporánea, seminarios sobre temas políticos y sociales de relevancia y un ciclo de cine.
En La Casa Encendida (Ronda de Valencia, 2) el color irrumpe con fuerza en Pintores de Aztlán, exposición que recorre la pintura chicana y que se podrá contemplar hasta el 3 de junio. La comisaria Mirieia Sentí ha elegido 60 obras de una decena de artistas. El Plan Espiritual de Aztlán marca el nacimiento del arte chicano, cuya primera etapa se extiende hasta finales de la década de 1970. Además del realismo ruso y mexicano, los artistas chicanos incorporan a sus modelos la revolución cubana. La muestra acota una pequeña parcela del arte chicano, centrada en una disciplina y representada por creadores, en su mayoría, de la misma generación.
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