_
_
_
_
Crónica:EN SEGUNDO PLANO | Juicio por el mayor atentado en España | 11-M
Crónica
Texto informativo con interpretación

Continuará...

Antonio Jiménez Barca

Hay días en que este juicio se comporta como una novela por entregas o una serie de televisión por capítulos.

Ayer, en el descanso, a las doce de la mañana, el juez, Javier Gómez Bermúdez, muy relajado, comentó que la sesión del día iba a terminar a la una y media, antes de lo acostumbrado. "Tengo otro trabajo que llevar a cabo", añadió. "Además, nos dará tiempo: no hay previstos más que dos testigos".

Hasta ese momento no había pasado nada. Testimonios pedidos por las defensas que poco aportaron a la trama general: conocidos de los acusados, policías de la brigada de información de Ceuta, agentes que participaron en la detención de alguno de los encarcelados...

La sala estaba casi vacía, había muchos abogados que ponían cara de aburrimiento, se oía mucho móvil impertinente sonando con musiquitas estrambóticas. La mayoría de los asistentes pensaba ya más en los testigos de la próxima semana.

En la pecera blindada, Rafá Zouhier, acusado de servir de enlace entre los asturianos que vendieron la dinamita y los terroristas que la colocaron en los trenes, se comunicaba a base de gestos y de hojas escritas con los periodistas que le pillaban cerca. Intentaba explicarles que iba a empezar una huelga de hambre debido a que no le dejaban hablar con su madre por teléfono. Nadie le creía. Nadie le daba excesiva importancia.

En esto compareció el primero de esos dos testigos que iban a permitir al juez terminar a la una y media.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Kamal Ahbar, encarcelado por haber ayudado a escapar de España a varios de los autores de la matanza comparece en la sala. Viste chilaba y pantalones blancos, lleva barbas de chivo y está esposado. Habla en marroquí. La fiscal comienza a preguntar.

Y de pronto una sesión del juicio que parecía prescindible, y un testigo que se suponía de trámite se convierte en una fuente de declaraciones impactantes. Ahbar explica de dónde salió el dinero para comprar la dinamita, implica a chivatos, a confidentes, acusa a policías de traficar con armas, reconoce ser terrorista, asegura que conoce a los que colocaron las bombas.

Termina la fiscal. El testimonio de Ahbar ha dejado la sala en suspenso. Ya no se oyen los móviles. Ya no se oye nada. El juez mira el reloj. Pregunta si hay más abogados que quieren preguntar.

Claro que hay.

Pero es la una y media. Y ordena:

-Se le harán el lunes a partir de las diez de la mañana.

Como en las telenovelas: continuará...

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_