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Reportaje:Baloncesto | 'Final Four' en Atenas

El base que ama el peligro

Pepe Sánchez, al que Scariolo apartó del grupo por discutir sus decisiones, lidera al Unicaja

Dos hombres enfrentados se reparten hoy el timón del Unicaja en su debut en una Final Four. Les espera el CSKA de Moscú, el campeón. Y los dos se miran de reojo. Uno, Sergio Scariolo, el técnico, se distingue por su capacidad de trabajo, sus finos análisis y su afán de control: sanciona a sus jugadores por entrar a canasta agarrando el balón con una sola mano. El otro, Pepe Sánchez, historiador, "persona preocupada por el mundo antes que jugador", es base, líder y caudillo: Scariolo le tuvo apartado del equipo por discutir sus decisiones. El CSKA de otro base con galones, el griego Papaloukas, mide su nervio competitivo. A Pepe Sánchez, que clasificó al Unicaja con un triple agónico frente al Barça, no le tiembla el pulso: "No me pesa la responsabilidad. Me gusta y la asumo. Lo demuestro en los partidos complicados", avisa. "Muchas veces eso es positivo para el equipo, porque le contagio mi personalidad. Ahí es donde tengo más impacto. Mi filosofía es hacer algo grande. Es una opción válida: o pasar inadvertido o tratar de hacer ruido. Uno tiene que elegir su rol. A mí me gusta uno activo, que convierta una oportunidad en un gran momento".

"Mi filosofía es hacer algo grande, y me gusta la responsabilidad", asegura el argentino
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El baloncesto es un juego de estrategas interpretado por gigantes. El base manda para instalar la precisión en el vértigo. En eso, Pepe Sánchez es un maestro. Y Papaloukas, otro. "Yo soy un base de la vieja guardia, conductor", se define Sánchez y se pregunta: "¿Cómo se frena a Papaloukas? No se le frena, porque no es especialista, no tiene una sola arma, sino que rebotea, pasa, tira y asiste".

El argentino reflexiona desde sus 29 años y sus finales olímpicas y mundiales. Ha ganado. Ha perdido. Y por eso, cuenta, tiene un discurso preparado para sus compañeros antes del partido. Quiere hablarles de "oportunidades únicas". De "aprovecharlas". De lo que distingue a un equipo bonito y pintón de uno más feo y con cicatrices, pero ganador. Del Unicaja. "En 2006 éramos un equipo mucho más armado, que jugaba mucho mejor, pero sin la precisión que tenemos ahora para ganar en los finales apretados. El factor sorpresa en estos torneos es importante. No hay muchas expectativas sobre nosotros, por el historial del club y el plantel. Es muy importante usarlo en nuestro beneficio".

El Unicaja llega sin Santiago, su pívot titular. "La palabra que nos define es reacción", se defiende el base. "Ante momentos muy bajos, ante pozos profundos de los que se torna difícil salir, siempre hemos reaccionado muy bien. Hemos ganado a rivales muy difíciles. Nos beneficia esa idiosincrasia en torneos cortos como éste, con partidos a todo o nada. Sin Santiago tendremos que ser más agresivos, hacer un derroche y un desgaste que apabulle a nuestros rivales".

Sánchez, que ha jugado en la NBA, que ha estudiado en Estados Unidos, que ha ganado unos Juegos, es un tipo con perspectiva. "Tengo estudios universitarios y quiero tener una vida fuera de todo esto", dice. "Si mi mundo empezara y terminara en un estadio hablaría muy pobremente de mí". Pensar así, ser un espíritu libre, contestatario, le ha costado más de un encontronazo con su entrenador. Dicen que también con su club. Él niega la mayor. "Scariolo y yo tuvimos algunos desencuentros", admite; "pero nunca me he sentido atacado ni desprotegido por nadie. No tengo ningún complejo. No necesito que nadie cuide de mí. Me cuido yo solo". Pepe no necesita guardaespaldas. Unicaja necesita hoy al mejor Pepe.

Pepe Sánchez, a la derecha, presionado por Raúl López, base del Madrid.
Pepe Sánchez, a la derecha, presionado por Raúl López, base del Madrid.EFE

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