Una cuestión de azar

En ocasiones, el azar convierte en excesivamente corta la distancia entre la vida y la muerte. Dos de las nueve víctimas mortales de la explosión que desplomó un edificio de Palencia dormían con su pareja cuando se desató la tragedia. Rosa Riol, la más joven de los fallecidos, de 19 años, estaba con su novio Josué, de 18, en casa de la madre de él, Ana Isabel Amor Rojo, de 34. La joven pareja dormía en la misma cama, y la madre de él en otra. Todos en el mismo bloque de pisos, el número 4, de la palentina calle de Gaspar Arroyo. El muchacho, aunque se encuentra hospitalizado en estado grave, ha sobrevivido a la tragedia, pero su novia y su madre han muerto.

Durante el derrumbe, la chica recibió un fuerte impacto en la cabeza; él, en cambio, en las extremidades y la espalda. Estudiante de enfermería, Rosa fue enterrada ayer en su pueblo natal de Ampudia (Palencia). "Era una chica magnífica; después del lógico periodo de rebeldía juvenil, se había centrado en sus estudios y todo parecía ir bien", comentó ayer su hermano Carlos. "Él trabaja en construcción y se les veía formales", añadió.

Algo parecido a lo de esta joven pareja sucedió al matrimonio formado por Hilario de Mena, de 57 años y residente en Madrid, cuyo cadáver fue hallado entre los escombros del edificio en la madrugada de ayer, y su esposa, Piedad Blázquez. La suerte fue dispar, pese a que dormían en la misma cama. En este caso, la familia del matrimonio se lamenta de una decisión. Hilario aprovechó el puente festivo para recoger a su madre en Valladolid y llevársela con él a Madrid. La anciana mujer convalecía de una rotura de fémur. Estaba con una de sus hermanas y ahora le tocaba a él cuidarla. Pero la noche de la explosión prefirió quedarse a dormir con su esposa en la casa vacía que la madre tenía -ahora está hecha añicos- en Palencia. Poco antes de las seis de la mañana a él se lo llevó la explosión. Su esposa en cambio, se recupera de rotura de dos costillas y daños en las extremidades enel hospital.

Una mera discusión varió la suerte del matrimonio formado por Eduard Zulema, rumano de 24 años, y su esposa Luliana Herrera, colombiana de 20 años. El matrimonio, que no tenía hijos y llevaba algo más de un año en Palencia, discutió esa noche y mientras ella se acostó sola en la cama, él se fue al salón a dormir. Ella, con hematomas y golpes, evoluciona favorablemente en el hospital, según sus familiares. Él, ayer por la tarde, seguía sepultado entre los escombros del edificio y los bomberos habían perdido la esperanza de rescatarle con vida.

"Estamos destrozados", comentó el padre de la superviviente Yuliana. "En el hospital, mi hija nos ha dicho que no oyó ninguna explosión; que, de repente, se vio aprisionada entre escombros, y que quería salir porque se asfixiaba, pero que no podía", narraba ayer el padre, mientras miraba cabizbajo las labores de desescombro de las excavadoras. "Él trabajaba en una empresa de mármoles en Palencia, y que sepamos estaban muy a gusto", añadió.

La tragedia también sorprendió sola a en casa a María Luz González Pérez, de 63 años. El hijo de María Luz, que anteayer velaba el cadáver de su madre junto a su compañera sentimental, ha preferido no hablar sobre la tragedia que le ha arrebatado a su madre.

Al desplomarse casi en vertical por la explosión el bloque número 4 de la calle de Gaspar Arroyo, éste arrastró los laterales de otros dos, el 2 y el 6, en el que también ha habido víctimas mortales. Pero el impacto sobre el 4 ha sido tan fuerte que de él sólo quedan escombros. El puente del día 1 de mayo atrajo personas de visita a familiares, pero propició que otras se fueran unos días de descanso. "Por ejemplo, un matrimonio, que vive en ese bloque y que los hemos localizado en Benidorm", señaló el alcalde de Palencia, Heliodoro Gallego.