Los 'sin papeles' de EE UU se manifiestan por la regularización
Miles de hispanos piden que se legalice a 12 millones de indocumentados
El presidente republicano Dwight Eisenhower declaró el Primero de Mayo como el Día de la Ley para apoderarse del día grande en el calendario socialista. Los "mártires de Chicago" que lucharon en 1886 por reducir la jornada laboral no son recordados en su país, mientras el mundo celebra en su honor el Día Internacional del Trabajo. Hoy, en EE UU hay una comunidad que trabaja y no tiene derechos. Son los inmigrantes sin papeles.
Una comunidad de millones de personas, en su gran mayoría hispanos, que es invisible. Una comunidad que ha hecho suya la fecha de ayer. Los llamados por la Administración "inmigrantes ilegales" estaban ayer llamados a tomar las calles de las principales ciudades a lo largo y ancho de Estados Unidos.
El año pasado, cientos de miles de personas reclamaron al Congreso de EE UU una nueva legislación sobre inmigración. Un año después, la primavera latina está debilitada, aunque no rota. Muchas menos personas se manifestaron ayer en las calles comparadas con el millón que se llegó a congregar por todo el país el Primero de Mayo de 2006. Los manifestantes de este año, como los del anterior, esperan influir en el Congreso para que tome medidas que permitan legalizar a los 12 millones de indocumentados que hay en EE UU antes de que se celebren las primarias para las presidenciales de 2008. "Si no pasamos a la acción hoy, entonces los demócratas y los republicanos se instalarán en posiciones más cómodas y no harán nada", declaró a la agencia Associated Press (AP) Angélica Salas, directora de la Coalición para Derechos Humanos de los Inmigrantes de Los Ángeles.
La labor policial expulsó del país en 2006 a 221.664 emigrantes ilegales, lo que supuso un aumento de un 20% sobre el año anterior. En medio de la noche, los indocumentados son sacados de sus hogares y depositados en un avión con destino a su país de origen. "Hay que dejar claro que si eres un ilegal, acabarás siendo cazado", asegura Rosemary Jenks, directora de NumberUSA, un grupo de Washington que pretende poner freno a la inmigración.
Familias rotas
Con este método, miles de familias están siendo rotas. Parejas de "ilegales" que se formaron dentro de Estados Unidos o emigraron juntos en busca de una vida mejor y cuyos hijos nacieron en territorio estadounidense. "Soy ilegal. ¿Y qué?", fue el lema que se leía el año pasado en las manifestaciones. En las de ayer, las pancartas hacían alusión a las familias rotas.
Una niña portaba una en la que se pedía derechos para los trabajadores sin papeles, la llevaba con seguridad, mientras lloraba. Su madre fue deportada hace seis meses. "Estas redadas han roto familias enteras. La gente está asustada", asegura John Crockford, de la Coalición para los Derechos de los Inmigrantes de California Central.
George Bush se ha mostrado este año más duro que nunca. Se han endurecido las leyes contra la inmigración irregular, se ha expandido la policía de frontera y se han seguido levantando kilómetros de muro. El plan que el presidente presentó el mes pasado ofrece visas a los inmigrantes ilegales por 3.500 dólares (2.560 euros) y les obliga a volver a sus países para solicitar la residencia, además de pagar una multa de 10.000 dólares. Este mercadeo de la inmigración se denunció ayer en las concentraciones.
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