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Bush veta la ley que fija la retirada de las tropas de Irak a partir de octubre

El presidente se reúne hoy con los demócratas en busca de un acuerdo para financiar la guerra

Antonio Caño

El presidente de Estados Unidos vetó ayer formalmente la ley que fija en octubre el comienzo de la retirada de las tropas de Irak. El Congreso la había enviado horas antes a la Casa Blanca, en el simbólico día del cuarto aniversario del discurso en el que George W. Bush declaró precipitadamente la victoria en la guerra, que los demócratas dan ahora por perdida. Aunque Bush se encontró frente a la terrible paradoja de tener que vetar un texto que también incluye la financiación de las tropas en Irak y Afganistán, se ha negado a ratificarlo, y ha dado paso a una crisis política sin precedentes.

"Establecer un plazo para la retirada es establecer un plazo para el fracaso, y sería irresponsable", declaró Bush para explicar el veto, que firmó al regresar a la Casa Blanca tras una visita a Florida. "No tiene sentido decirle al enemigo qué día te vas a retirar", afirmó el presidente, para quien la ley "es una receta para el caos y la confusión" que fija un calendario "rígido y artificial".

Nunca, ni en los peores momentos de la mucho más sangrienta guerra de Vietnam, el Congreso colocó al presidente, que es también comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, en una situación tan difícil: negarle el dinero para los soldados a menos que acepte fijar una fecha de retirada. Lo ha hecho, además, recreándose en un decorado particularmente hiriente para Bush: en la misma fecha de su famosa proclamación sobre la cubierta del Abraham Lincoln.

Pensando en defender su escaso crédito político, Bush no tenía otra alternativa que vetar esa ley. Al fin y al cabo, él es una de las pocas personas en Washington que creen aún que EE UU puede ganar la guerra de Irak. Y, aunque ahora queda por delante una negociación política entre la Casa Blanca y el Congreso para decidir cómo salir de la situación, esta ley y este veto no son más que el reflejo de que el país ha asumido que, como dijo la pasada semana el líder demócrata en el Senado, Harry Reid, "la guerra está perdida".

Sólo queda por decidir cómo salir de allí con la mayor dignidad y el menos daño posible. Y de eso es de lo que hoy mismo van a empezar a hablar en la Casa Blanca Bush, Reid y la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi. Para ello, los tres tienen que reconducir primero este proceso legislativo. Recapitulando, la ley que ayer llegó a la Casa Blanca, tras haber sido aprobada por ambas Cámaras del Congreso, con mayoría demócrata, aprueba un presupuesto de 124.000 millones de dólares, pero los condiciona parcialmente a que la retirada concluya el 1 de abril de 2008 o antes si el Gobierno iraquí no cumple unos requisitos.

Tras el veto presidencial, esa ley es devuelta al Congreso, que tiene la posibilidad de volver a votarla y anular el veto si consigue una mayoría de dos tercios en las dos Cámaras. La Cámara tenía previsto cumplir con ese paso, pero sólo de forma testimonial porque los demócratas están muy lejos de los votos que necesitan para ganar. El Senado ni siquiera lo va a intentar.

Eso deja, técnicamente, al Ejército en Irak y Afganistán sin dinero para continuar la guerra, aunque no en la práctica. El Pentágono es una institución con generosos recursos -su último presupuesto anual supera los 400.000 millones de dólares- y con medios suficientes como para seguir ambas campañas varios meses más. Pero parece obvio que no se puede mantener indefinidamente a las tropas desplegadas sin darles la financiación que necesitan.

En este sistema no existen soluciones del tipo de convocar elecciones anticipadas, como en las democracias parlamentarias europeas cuando un Gobierno queda en minoría. Así es que Bush y el Congreso no tienen más remedio que encontrar un acuerdo.

¿Qué acuerdo? Es difícil de predecir. Los demócratas en la Cámara están redactando una especie de mini-ley que permitiría financiar la guerra sin condiciones unas semanas más para dejar más espacio y menos presión para la negociación.

Un grupo de demócratas en el Senado está también buscando fórmulas que establezcan una serie de condiciones claras que deben cumplirse para continuar la guerra, pero sin fijar una fecha de retirada, como endurecer las medidas que se le exigen al Gobierno iraquí para mantener la presencia militar norteamericana. Un buen número de republicanos podría respaldar esta solución, pero la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, ya advirtió que el Gobierno se opone.

Cualquier salida que se encuentre va a ser, sin duda, la última financiación de esta guerra que empieza a acercarse a su fin.

El presidente George W. Bush, en una reunión con mandos militares ayer en Tampa.
El presidente George W. Bush, en una reunión con mandos militares ayer en Tampa.REUTERS

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