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Columna
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Listos / as

¿Quién dijo que las tornas no podían cambiar? Hasta ayer mismo vivíamos pendientes de las listas de espera: para el especialista, la VPO, hacerse rico -lo malo es que no se sabe muy bien dónde apuntarse porque la lista de espera sería infinita- e incluso para la permanencia en primera división. Pues bien, desde ayer mismo vivimos desazonados y sin vivir en nosotros a la espera de las listas, que puede parecer lo mismo pero es otra cosa. Que se lo pregunten a las más listas de la clase... O a las más listillas, aquellas muchachotas del EHAK-PCTV tras cuyas huellas van los listillos de ANV, es un decir, pero ya nos entendemos. Porque de esas listas se trata, evidentemente.

De acuerdo con la información aparecida en este periódico, el 88% de los candidatos que figuran en las listas de ANV habrían participado en agrupaciones electorales ilegalizadas por el Tribunal Supremo, pero el Gobierno, que no quiere hacer una interpretación drástica de la ley (aquello de "dura lex sed lex" parece que ya no valdría ni para el duralex, me dice mi amigo el meticón), asegura a través de alguno de sus miembros que el haber figurado en listas antiguas representaría una contaminación sobrevenida; es decir, una contaminación que, por lo visto, no estaba allí o si estuvo se habrá borrado, porque, como todo el mundo sabe, las gentes abertzales tienen tendencia a arrepentirse, o sea, a volver sobre sus planteamientos y desertar las filas. Y, claro, ahí entramos en un terreno resbaladizo, me refiero a los profanos en asuntos de leyes porque carecemos de base intelectual -aunque no moral- para discernir si debería ser así. Pero, sea como fuere, el caso es que, en vez del 11,6% de listas limpias que calculaba este periódico, al Gobierno le sale un mínimo del 30% de limpieza, que seguramente se elevará un poco más a tenor de lo que baje el listón de la dureza, que parece su condición natural; la de bajar, digo.

Y la diferencia es mucha. Las malas lenguas piensan si, con todo, será suficiente para contener a la bestia (lo más seguro es que no, porque suele mostrarse insaciable en sus requerimientos), pero no hace falta ser ni malo ni lengua para darse cuenta de una cosa. Si ASB resulta ilegalizada, como todo parece indicar, y resulta que han firmado en su apoyo 82.500 personas, jactándose además de hacerlo tras haber obedecido a una campaña pública y notoria, ¿no bastaría el haber sostenido con la propia firma y los datos del DNI a una organización ilegal, cuya ilegalidad dimana de la continuidad de Batasuna, para poder actualizar esa llamada contaminación sobrevenida? Vamos, que el hecho de haber apoyado públicamente y con todas las de la ley a una organización que tiene detrás a la misma que está detrás de las listas impugnables de ANV, y que por eso es por lo que se podría ilegalizar a la primera y declarar listas sucias a las segundas. Digo, que el hecho de que se haya firmado, a lo mejor constituiría la prueba de la contaminación general y actualizada de todo el tinglado, en cuyo caso bastaría cruzar la lista de los 82.500 abajo firmantes con las listas de ANV y las listas contaminadas en el pasado para observar la reincidencia y proceder. Pero ya lo he dicho, uno es lego en la materia y ser lego en lo legal sólo suele valer para cumplir la ley ("la ignorancia de la ley no exime de su cumplimiento") y nada más.

Lo único que sucede es que después de todo esto uno se queda melancólico y más cuando lee al historiador francés Pastoureau cuando asegura que desde la temprana Edad Media se tenía a las listas, o sea, a las barras, a las rayas, como signo diabólico o de turbiedad, por lo que la sociedad las imponía en los vestidos de los estigmatizados para que todo el mundo los reconociese y se apartase de ellos. Eran otros tiempos y aquellos pobres estigmatizados de entonces hoy no merecen más que nuestra compasión. Pero, las listas, ¡ay las listas!, se merecen una cosa bien distinta cuando hay pruebas de que algunas de ellas no se ajustan al listado general. ¿O no?

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