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Reportaje:Personaje

Los vicios de Michael Vick

La policía descubre 66 pitbulls usados en peleas en una casa del 'cerebro' de los Falcons, de pasado escabroso y que se arriesga a cinco años de cárcel

Michael Vick, de 26 años, es el quarterback, eje, cerebro y director de Atlanta Falcons, uno de los equipos de la NFL, la Liga de Fútbol Americano, que calienta ya motores para la próxima temporada tras desarrollar el sábado el draft, su elección de los mejores jugadores universitarios. Vick es zurdo para sus lanzamientos, pero su principal característica es que se trata del quarterback que más corre y defensores contrarios elude mientras busca el mejor compañero a quien pasarle el balón. Mide 1,83 metros y pesa 97 kilos. En 2006 se convirtió en el primero en correr durante el curso más de 1.000 yardas, 1.039, unos 950 metros. Pero no le bastó. Fue interceptado en una de cada 10,3 veces que se retrasó para pasar, una de las peores marcas del último decenio. Ni Vick funcionó ni tampoco los Falcons, lo que le costó el cargo al entrenador. Lo peor es que su cerebro tampoco esté ordenado fuera de los campos. Corre demasiado al borde de la ley o fuera de ella. Y, aunque muchos jugadores de los grandes deportes profesionales tienen problemas, resulta llamativo que ahora los protagonice uno que ocupa un puesto tan emblemático y especial.

La policía de Virginia, dentro de una investigación en busca de drogas, entró hace unos días en una casa que posee Vick en Smithfield, al sur de Washington, y se encontró con un escenario dantesco. Había 66 perros pitbull desnutridos y con señales de haber sido utilizados en peleas, prohibidas en Estados Unidos. En 48 estados, incluidos los de Virginia y Georgia, las penas pueden llegar hasta los cinco años de prisión.

La policía dijo que Vick no vivía en la casa. El cuidador era un primo suyo, Davon Boddie, detenido el día 20 a la salida de un club nocturno en la localidad cercana de Hampton por posesión y venta de marihuana. De ahí vino la redada en la propiedad de Vick, que ayer estuvo en el draft, en Nueva York, y participó en un homenaje como recuerdo a las víctimas de la reciente matanza de Virginia Tech, en cuyo equipo universitario se formó.

"Yo nunca estoy en la casa y no sabía nada de esto", dijo desmarcándose de cualquier culpa; "se la he dejado a miembros de mi familia y a mi primo. Ellos son los que no han hecho las cosas como debe ser. Es lamentable que yo tenga que cargar con ello. Si no estoy allí, no puedo saberlo. Con esto he aprendido la lección de que intentas cuidar de la gente y se aprovechan de ti".

Sin embargo, la Sociedad Humanitaria de Estados Unidos ya ha salido al paso: "¿Cómo puede decir que no sabía de la existencia de 66 perros en su casa si su mantenimiento cuesta un mínimo de 100 dólares (73 euros) diarios? Hace bastante tiempo que recibimos informes sobre que Vick está implicado en peleas clandestinas de perros y parece que esto lo corrobora".

La PETA, la Organización para el Tratamiento Ético de los Animales, ha comentado que había escrito ya dos veces a Arthur Blank, el propietario de los Falcons, para decirle que se sospechaba de que uno de sus jugadores maltrataba animales y le ha pedido que suspenda a Vick mientras dure la investigación y que lo despida en el caso de ser culpable.

El 23 de febrero, la PETA inquirió ya a Blank sobre qué había hecho con el defensor Jonathan Babineaux, que, acostumbrado a los placajes brutales, había matado a golpes a un perro en Georgia.

Para Vick, en todo caso, es sólo el último incidente vergonzante en el que está implicado. Tiene un contrato de 10 años con los Falcons por 130 millones de dólares (unos 95 millones de euros). La campaña pasada fue multado por la NFL con 10.000 dólares (unos 7.300 euros) por hacer un gesto obsceno a los hinchas tras perder con los Saints de Nueva Orleáns.

Generoso. Tuvo que donar otros 10.000 para obras de caridad. Tal vez fue una promesa tras salir con bien de un escabroso asunto de cama. Logró arreglar con dinero, privadamente, la demanda de una mujer que le acusó de contagiarle intencionadamente una enfermedad de transmisión sexual y de jactarse al usar como apodo para el tratamiento Ron México.

El 17 de enero pasado, poco antes de tomar en Miami el vuelo 338 de Air Tran hacia Atlanta, se resistió en el control a dar una botella de agua que llevaba, prohibida actualmente por las regulaciones de seguridad aérea. Las sospechas de los inspectores aumentaron al ver que la botella tenía dos compartimentos y uno de ellos olía a marihuana. Vick se salvó porque no se encontró la droga. Dijo que ahí guardaba habitualmente joyas. Pero él continúa oliendo a podrido.

Michael Vick celebra un pase en un partido con Atlanta Falcons.
Michael Vick celebra un pase en un partido con Atlanta Falcons.AFP

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