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Crítica:LOS LIBROS DE LA SEMANA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El triunfo literario

Samuel Johnson (1709-1784) es la figura más prominente de las letras inglesas en el siglo XVIII durante el llamado periodo neoclásico. Abordó toda clase de géneros: teatro, poesía, ensayo, novela, crítica literaria, biografía y libros de viajes. De entre sus trabajos destacan el Dictionary of the English Language (obra monumental, primer diccionario histórico del inglés, que parece tarea imposible para una sola persona en sólo ocho años de trabajo), las Vidas de los poetas ingleses (Cátedra, 1988) así como el prólogo y la edición en ocho volúmenes de las obras de William Shakespeare. Pero su fama la debe a un joven escocés llamado James Boswell que, aunque no lo trató durante demasiado tiempo, quedó tan prendido de la figura de su maestro que su biografía está considerada como la mejor jamás escrita. Boswell, además de información privilegiada, poseía una retentiva y una capacidad de reproducir la dicción de Johnson tan extraordinarias que consiguió lo que Frank Brady llama "la mimesis, el emplazamiento del sujeto ante los ojos y oídos del lector"; el efecto obtenido con ello es el de conseguir la "presencia" de Johnson en el libro, lo cual revolucionó el arte de la biografía -que hasta entonces contaba siempre desde otra distancia- y la convierte en una verdadera pieza literaria, pues se atiene a la regla de oro de la narración, consistente en ocuparse de "mostrar" antes que de "decir". No se trata de una obra informativa ("decir"), aunque también lo es, sino creativa ("mostrar"). Ahí reside su vitalidad, que llega hasta nuestros días.

VIDA DE SAMUEL JOHNSON

James Boswell

Traducción de M. Martínez-Lage

Acantilado. Barcelona, 2007

1.994 páginas. 58 euros

LA VIDA DE SAMUEL JOHNSON

James Boswell

Traducción de José Miguel Santamaría, Cándido Santamaría y María Pérez López de Heredia

Espasa Calpe. Madrid, 2007

1.208 páginas. 39 euros

Samuel Johnson fue un hom

- bre de prodigiosa memoria, vasta erudición, con un "grandísimo fondo de misceláneos saberes", como dice su biógrafo, una gran capacidad de concentración y una disposición y disciplina férreas; todo ello al servicio de la expresión ("brillante y enérgica") que culmina en su magnífico uso del lenguaje. Puede decirse que Boswell trata de su vida cotidiana y que lo hace, paradójicamente, desde una cierta perspectiva épica, pero que tampoco esconde sus defectos. El doctor Johnson nació en Lichfield y desde el principio las dificultades económicas familiares le condicionaron hasta el punto de obligarle más adelante a dejar inconclusos los estudios; así, puede decirse que "sus adquisiciones en el terreno del saber las había realizado a saltos y sobresaltos" empujado por su curiosidad, ímpetu e impaciencia. En su juventud se consideraba un mero asalariado de la literatura "por la ganancia, que no por la gloria". Durante mucho tiempo soportó severas dificultades económicas, pues aun después de casado pernoctaba en las calles mientras su mujer se acogía en casa de algún familiar o conocido. Siempre fue consciente de su superioridad intelectual y moral y no ahorró sarcasmos e incluso opiniones despectivas (sobre los escoceses y los irlandeses, sobre las mujeres, sobre Rousseau, Voltaire o Swift) e incurrió en algunos errores de apreciación notables, pero era ante todo un hombre de conciencia ("un héroe de la conciencia"), de gran amplitud mental, espíritu crítico, de gran dignidad y un fuerte componente de comprensión humana que se levantaba por encima de sus prejuicios. Fue un hombre de mentalidad conservadora y extrema confianza en el poder de la razón y una verdadera autoridad, un "dictador de las letras". En fin, una auténtica celebridad que representa mejor que nadie en la época el neoclasicismo frente al espíritu romántico que ya asomaba.

La claridad, precisión y calidad de la prosa de Boswell convierten la lectura de este libro enorme en una experiencia apasionante. Es de lectura lenta porque el autor, minuciosísimo, no ahorra detalle o comentario, siempre interesantes y expresivos, y reconstruye conversaciones y debates con verdadera convicción. No hay asunto, sea moral, civil, social, político o religioso, personal o referido a la cosa pública, de literatura o de trato y comportamiento, que escape al debate; desciende a pinceladas aparentemente menores y, sin embargo, siempre atentas a dar el colorido y el tono, como cuando se refiere al modo de reír de Johnson explicando: "Ríe cual rinoceronte". Una anécdota de las miles que anidan en el libro bastará para ejemplificar al hombre: en una conversación con el rey Jorge III, que se acerca a la Biblioteca de la Reina donde le han dicho que se encuentra Johnson hojeando diversos volúmenes, en ésta: "Su Majestad se interesó por saber si estaba escribiendo algo. Contestó que no, pues había contado al mundo prácticamente todo cuanto sabía, y se veía necesitado de leer más para adquirir nuevos conocimientos".

Un personaje así es realmente fascinante, inagotable, pero no es sólo el personaje, es el mundo de la segunda mitad del siglo XVIII inglés lo que desfila por estas páginas admirables. Y si el personaje y su mundo son extraordinarios, no lo es menos el autor, James Boswell. En un principio se le tuvo por un mero transmisor colgado de Johnson, pero quien lea este libro se dará cuenta del triunfo literario que es reproducir la voz y la presencia de Johnson y de la ímproba dedicación que puso en ello. Boswell, "un individuo que era un vago, un libidinoso, un borracho y un esnob" según Lytton Strachey, llevó a cabo el empeño de poner en pie la fascinante personalidad del hombre más influyente y respetado de su tiempo y lo legó a la posteridad. Para mayor pasmo, coinciden en las librerías españolas dos ediciones distintas y completas. O corte o cortijo, ya se sabe. Éste es un libro único, ejemplar y genial. Ningún lector culto puede permitirse el lujo de prescindir de él.

Detalle del cuadro de Samuel Johnson, pintado por Joshua Reynolds.
Detalle del cuadro de Samuel Johnson, pintado por Joshua Reynolds.

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