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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sieyès, ese desconocido

Antonio Elorza

A pesar del reconocimiento general de su importancia como teórico en la gestación y en el desarrollo constitucional de la Revolución Francesa, el abate Sieyès ha visto limitada casi siempre su imagen a ser autor de los dos memorables panfletos ¿Qué es el Tercer Estado? y Ensayo sobre los privilegios. La fama de ambos se encuentra bien justificada, ya que proporcionan con extraordinaria coherencia el armazón teórico para la primera fase de la demolición del Antiguo Régimen. Sin embargo, han sido olvidados los escritos posteriores, e incluso otros del momento auroral de la Revolución. La edición de su obra completa por La Pléiade sigue en lista de espera

En nuestro país, ese vacío

NACIÓN Y REVOLUCIÓN: La teoría política de Emmanuel Sieyès

Ramón Maíz

Tecnos. Madrid, 2007

208 páginas. 14 euros

viene siendo cubierto por el trabajo investigador de Ramón Maíz, uno de los mejores especialistas con que contamos en la historia de las teorías políticas. Acaba de ver la luz una versión ampliada de su edición de los Discursos y escritos de la Revolución, publicada inicialmente en 1990 por el CEPC, y en 1991 fue Espasa quien hizo accesible su antología El Tercer Estado y otros escritos de 1789. Nos llega en este momento, vía Tecnos, la culminación de esa labor con Nación y Revolución, a un tiempo biografía política del pensador revolucionario y análisis sistemático de sus ideas, ambas dimensiones cimentadas sobre una exhaustiva indagación en fuentes bibliográficas y de archivo francesas.

En este magistral estudio, Maíz reconstruye la génesis de los planteamientos revolucionarios de Sieyès, un ilustrado exigente consigo mismo, que asienta sus posiciones sobre una lectura cuidadosa de los grandes pensadores de que le preceden, de Locke a Condillac, Quesnay y Adam Smith, de acuerdo con el criterio de que la razón ha de incardinarse en la realidad. La razón ha de ser impulsada por la voluntad. "En Sieyès asistimos", resume Maíz, "a una original radicalización filosófico-política de la Ilustración que situará a la Revolución -su desencadenamiento, sus tareas, pero también su terminación- como clave de bóveda de todo su pensamiento". Una "razón" la de Sieyès que será acusada de metafísica, pero que surge como portadora de un nuevo conocimiento científico, el "arte social" entendido como ciencia política normativa, cuya dimensión teleológica consiste en materializar la libertad de los ciudadanos ("acorde con la razón leída en las relaciones de producción e intercambio", subraya Maíz). "La libertad del ciudadano", resume Sieyès, "es el fin único de todas las leyes", pero no estimada en abstracto sino conciliada con el sistema de necesidades. El nuevo planteamiento, en fin, requiere un nuevo lenguaje político, radicalmente diferenciado del existente en el Antiguo Régimen. Esa novedad sirve además para destacar la ruptura en todos los ámbitos de las concepciones políticas y otorga a los escritos de Sieyès su extraordinaria eficacia como instrumentos para la difusión de la mentalidad revolucionaria.

Otro capítulo sustancial de la obra es que analiza la tríada nación, soberanía, Constitución, en la teoría política de Sieyès. Frente al despotismo del Antiguo Régimen, la soberanía es entendida como poder constituyente, acto imperativo de la nación que crea un régimen de libertad que en adelante ha de ser mantenido institucionalmente. De ahí la innovación de la propuesta de un Tribunal Constitucional, expresión de la permanencia en estado latente de esa soberanía fundadora. "Todo lo cual", advierte Maíz, "sitúa a Sieyès en el ámbito teórico del republicanismo".

El único defecto observable

de este magnífico Nación y Revolución concierne a la escritura. Amén de alguna que otra errata, cabe percibir que el buen castellano de textos anteriores de Maízz está sufriendo una cierta erosión. Con el humor que me permite la amistad, yo diría que el uso habitual del gallego y del inglés por parte de Ramón Maíz le ha llevado a recuperar sus orígenes vascos, con una presencia obsesiva del condicional en lugar del pretérito. Una merecida segunda edición del libro debiera tenerlo en cuenta.

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