Escocia coquetea con la independencia
Los nacionalistas se perfilan como ganadores de los comicios del 3 de mayo
Dos orgullosas torres flanquean la entrada de lo que un día fue la catedral de Elgin, "la linterna del Norte, gloria del reino, deleite de forasteros". En tiempos, la segunda más grande de Escocia después de Saint Andrews, cayó en desuso en 1560 como consecuencia de la reforma eclesiástica y ha sido víctima del tiempo, de las tempestades, del fuego. Sus tesoros fueron saqueados y sus piedras robadas para levantar viviendas a medida que el edificio se desplomaba. Ahora, sus atractivas ruinas se reducen a las dos torres y el arco de entrada de la fachada principal, la curiosa casa-capilla octogonal de la parte trasera y los escasos muros que aún dan idea de su antiguo perímetro.
Pese a su rechazo a la política pesquera común, los nacionalistas del SNP son europeístas
En una de las esquinas del camposanto que rodea el recinto, una placa recuerda a John Shanks, un zapatero de Elgin que dedicó los últimos 17 años de su vida a poner algo de orden a las ruinas. El trabajo de Shanks, que murió el 14 de abril de 1841 a los 83 años, permitió descubrir las bases de los pilares del viejo edificio, pero no consiguió ni por asomo que la vetusta iglesia recobrara su esplendor de antaño.
Ahora, en el siglo XXI, un carismático político, Alex Salmond, parece querer emular al zapatero Shanks. Líder por segunda vez del Partido Nacional Escocés (SNP en sus siglas en inglés), quiere recobrar la vieja independencia de Escocia, cedida en 1707, al fusionar los parlamentos inglés y escocés poco más de un siglo después de que se unieran ambas coronas en 1603. Pero, igual que Shanks no consiguió que su trabajo fuera más allá de adecentar lo que ya eran unas ruinas, Salmond parece destinado a conseguir más poder para Escocia pero no la independencia, apoyada sólo por un tercio de los escoceses.
A pesar de ello, los independentistas escoceses parecen a un paso de hacer historia y desalojar del Gobierno autónomo al otrora hegemónico Partido Laborista. Las encuestas pronostican que el SNP se convertirá en el primer partido de Escocia y estará en condiciones de formar Gobierno con los liberales demócratas, actuales socios de coalición de los laboristas.
Elgin es la capital de Moray, la gran región pesquera escocesa. Aunque vecina a los campos petrolíferos del mar del Norte, Moray no nada en la riqueza. "Es una de las zonas más pobres de Escocia", explica Richard Lochhead, candidato del SNP por esta región. Hombre de confianza de Salmond, de 37 años, casado con una maestra, Lochhead, tiene la victoria asegurada: Moray hace años que se convirtió al nacionalismo. Antes era una plaza fuerte del Partido Conservador, pero la última victoria tory se remonta a 1983, cuando Margaret Thatcher arrasaba en las urnas británicas al rebufo de la guerra de las Malvinas. Desde entonces, la crisis pesquera y el renacer del nacionalismo escocés de la mano del crudo del mar del Norte la han convertido en un bastión del SNP.
Richard Lochhead se ha acercado esta tarde a Lossiemouth, en la costa. Está merendando junto a unos compañeros de partido en un salón de té del puerto, un local cálido y provinciano, decorado con viejas fotografías de barcos de pesca. "Aquí atracaban antes cientos de pesqueros, pero apenas queda un puñado", se lamenta. Los escoceses culpan de la crisis pesquera a la Unión Europea, pero sobre todo a Londres, por no hacer nada para evitar que los pescadores españoles y de otros países diezmen sus bancos. "Los mares los tiene que gestionar la gente local porque la pesca no es una cuestión de mercados abiertos, sino de recursos naturales que han de ser preservados y que deben explotar las comunidades que han tenido históricamente ese derecho", argumenta.
Pese a su rechazo a la política pesquera común, el SNP es europeísta porque cree que la UE es el refugio ideal para los países pequeños. Pero no está claro que una Escocia independiente tenga derecho automático a seguir formando parte de la UE. Hay juristas que creen que debería renegociar su entrada, algo muy delicado y que podría generar un conflicto directo con España: no sólo por la cuestión pesquera, sino porque una Escocia independiente sería una tentación para vascos y catalanes.
"Escocia es Escocia", puntualiza. Y añade: "El antiguo secretario general de la Comisión Europea, Emile Noel, ha dicho en público que Escocia heredaría las obligaciones del Tratado que ahora tiene el Reino Unido y que no tendría que abandonar la UE. Otra gente ha dicho lo mismo. En todo caso, todo lo que afecta a Escocia afecta también al resto del Reino Unido. Si el Reino Unido deja de existir, Escocia y el Reino Unido estarían en la misma posición".
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