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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La lucha por el centro

El centrista François Bayrou, que ha quedado fuera de la segunda vuelta de las presidenciales francesas del próximo 6 de mayo, pero que en la primera logró 6,8 millones de votos, optó ayer por no pronunciarse a favor de ninguno de los dos candidatos que quedan en liza, Nicolas Sarkozy y Ségolène Royal, aunque fue más crítico con el primero. Mientras los dos contendientes piensan ya sólo en esa decisiva fecha, Bayrou ha empezado a concentrarse en la llamada tercera vuelta, las elecciones legislativas de junio, a las que quiere presentar un nuevo partido, una tercera fuerza, derivado de su antigua UDF (Unión para la Democracia Francesa), para el que propone el muy americano nombre de Partido Demócrata.

En realidad, para ganar, ni Sarkozy ni Royal necesitan a Bayrou y su UDF, que ha sido hasta ahora un partido mínimo, pero sí a sus electores, que sumaron un 18,6% de los votos el pasado domingo, más que Chirac en la primera vuelta en 2002. Según diversos sondeos, son más los que se decantan a favor de la socialista que del candidato conservador. Pero no lo suficiente, pues las encuestas la sitúan a una distancia de entre dos y siete puntos de Sarkozy. Estas elecciones han mostrado una Francia que ha reducido sobremanera sus extremos, y se ha movido hacia la derecha. Pero la verdadera batalla, que puede dejar una huella duradera en la política del país vecino, es ahora por el centro.

Por eso Royal y los socialistas, que a diferencia de Mitterrand en 1981 no pueden contar con un granero significativo de votos a su izquierda, han empezado a proponer un Gobierno que abarque la izquierda y el centro. Sarkozy ha ido aún más lejos. Seguro de los votos de los seguidores de Le Pen, se abre ahora a los electores de Bayrou e incluso más allá hacia la izquierda a la que llama a integrar la "mayoría presidencial". El hasta hace poco ministro del Interior no ha dudado en lanzar amenazas sobre la reelección de los diputados de la UDF en las próximas legislativas que no le apoyen antes del 6 de mayo, lo que dice mucho sobre su talante, y su "gusto por la intimidación y la amenaza", como le criticó ayer Bayrou. Ésta puede ser la fuerza de Royal: el rechazo que provoca Sarkozy en una parte de la población. La primera mujer que llega a la segunda vuelta en unas presidenciales en Francia no despierta esa animadversión, pero sí dudas sobre su capacidad como futura gobernante.

El debate televisivo entre Sarkozy y Royal el próximo 2 de mayo debería decantar a los dudosos. Será la ocasión de hablar de unos programas electorales y de la modernización de Francia que han estado demasiado ausentes en la primera vuelta. Aunque en esta segunda tampoco parece que dominará este aspecto, sino la personalidad y credibilidad de los dos contendientes.

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