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Columna
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Disparo en la estación

Un chiste de judíos. Dice uno: han obligado a llevar una estrella amarilla a los judíos y a los peluqueros. El amigo gentil pregunta: ¿por qué a los peluqueros?; y el otro: ¿y por qué a los judíos? Un autodenominado grupo Irrintzi reivindicó la semana pasada sendos intentos de atentado contra una sede del Partido Socialista Francés (PSF) en Bayona y contra una oficina de turismo en Biarritz. También asumía la responsabilidad de haber disparado "con arma de fuego" contra el reloj de la estación de ferrocarril de Boucau, a las afueras de Bayona. ¿Por qué contra un reloj? Pero ¿y por qué contra una oficina de turismo o contra una sede del PSF?, habría preguntado el judío.

Irrintzi se dio a conocer en 2006 con la colocación de un artefacto en las cercanías del domicilio de la ex alcaldesa de San Juan de Luz y actual ministra de Defensa, Michèle Alliot Marie. El objetivo de los atentados últimos habría sido, según el comunicado, interpelar a los candidatos a la Presidencia de la República sobre su "responsabilidad en el conflicto" vasco. El domingo, Ségolène Royal fue la más votada en Bayona, y Nicolas Sarkozy en Biarritz; y el departamento de Pirineos Atlánticos, del que forma parte el País Vasco-francés, fue el único de Francia en el que el centrista Bayrou (nacido en el Béarn) fue el candidato más votado. Ninguno de los tres apoya "una autonomía que reconozca a Euskal Herria como nación formada por siete territorios" según la propuesta para ese territorio presentada el pasado mes de enero por Batasuna en Ustaritz. El único candidato que hablaba expresamente de autodeterminación en su programa, la verde Dominique Voynet, obtuvo en territorio vasco el 2,01% de los votos. En las elecciones en que presentan candidaturas propias, los nacionalistas vienen obteniendo en torno al 10% (entre el el 7,4% en las últimas legislativas, y el 12% en las cantonales de 2001).

En esas condiciones resulta pretencioso el emplazamiento de ETA (en junio pasado) al Gobierno de París a "respetar la palabra y la decisión de los ciudadanos vascos" y su acusación de "irracionalidad" a la República Francesa por no reconocer la existencia política de Euskal Herria. Cada vez son más los vasquistas de ambos lados de la frontera que consideran que el principal obstáculo para establecer o reforzar lazos entre el Norte y el Sur es la permanencia de ETA. Un síntoma es que las relaciones se hacen más fluidas en los periodos de tregua. Hace un año, un mes después del inicio del alto el fuego, el Biarritz Olympique jugó su eliminatoria de la Copa de Europa de rugby en el estadio donostiarra de Anoeta, con gran éxito de público. En el marco de la UE son posibles relaciones de cooperación que serían más naturales sin la sospecha de un afán anexionista.

La moda de hablar de Euskal Herria en lugar de Euskadi fue introducida en ETA por Mikel Albisu, Mikel Antza, tras suceder a J. L. Álvarez Santacristina, Txelis, como teórico y redactor de comunicados. Esa moda formaba parte del intento de encontrar nuevos pretextos para justificar la necesidad de la lucha armada: ninguno mejor que la resistencia a dejarse anexionar de navarros y vascos del Norte. Hasta entonces, comienzos de los 90, la expresión Euskal Herrria se consideraba en la izquierda abertzale más geográfica que política (más propia de carlistas que de patriotas).

El PNV de Lizarra la adoptó rápidamente, como otras fórmulas radicales, y ese fue uno de los motivos que convencieron a Otegi de que el conjunto del nacionalismo, y por tanto, en su óptica, la mayoría de la población, se había pasado al soberanismo. Todavía la semana pasada el portavoz de Batasuna sucumbía a ese espejismo al mostrar su asombro por el silencio del nacionalismo ante la propuesta de cambio institucional de la izquierda abertzale (la autonomía vasco-navarra de nuevo cuño) que "demanda la mayoría social, sindical y popular de este país".

A ese espejismo también ha contribuido el sindicato ELA, que hace casi una década levantó la bandera de la "muerte del Estatuto" de Gernika y que ahora se ha apuntado a una campaña (como de granjeros del Oeste) contra el Tren de Alta Velocidad, la famosa Y vasca, eje de la modernización de las infraestructuras de Euskadi. Los adolescentes que fusilaron sumariamente al reloj de la estación de ferrocarril de Boucau para intentar detener el tiempo o volverlo hacia atrás, no están solos. Hay mucha gente empeñada en retrasar el amanecer disparando contra el gallo.

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