_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Sin bolígrafos en Rocafort

No niego que el envoltorio pueda deslumbrar en principio, pero si entre celofanes, sedas y lazos, el objeto recibido es un fiasco, la desilusión es mayor. ¿Basta un bolígrafo en la mano, mientras contesta las preguntas de un centenar de ciudadanos ante las cámaras de TV, para mejorar la valoración de un líder político? ¿Tan decisivo es el color de su corbata? Negar las artimañas de la imagen en la sociedad del espectáculo sería insensato; absurdo fiar el éxito y la aceptación de las opciones políticas a los juicios de asesores de imagen y publicistas.

Sea como fuere, las elecciones municipales no siguen esa lógica perversa. Porque los partidos se juegan su influencia con miles de candidatos en miles de circunstancias. Sea el ejemplo de la presentación de la candidatura socialista en Rocafort la tarde del pasado viernes. Un precioso pueblo de 6.500 habitantes y poco más de 4.000 votantes. Una candidatura de quince miembros, con ocho mujeres. La candidata a alcaldesa, Amparo, es una funcionaria de la Diputación de Valencia residente hace muchos años en el pueblo, donde nació su hija. La numerosísima gente que acudió era de lo más variopinta. Nacidos en el pueblo sí, pero también Aurora, Pepita y Joaquina, una de Jaén, las otras dos de Murcia. Las tres jubiladas, de armas tomar, nacidas en los primeros años cuarenta, en su vida laboral fueron cocineras de un club de tenis, asistentas de vestuarios, limpiadoras. Vivían en Godella, pero habían ido porque les atraía el ambiente. Profesionales liberales, médicos de la Seguridad Social, algún profesor, amas de casa... En la candidatura figura Make, teleoperadora del 11822. Lo dijo bien claro al subir a la pequeña tarima y presentarse: "Yo soy feliz, estoy feliz, estoy contenta, me gusta este pueblo y poder trabajar en esta candidatura para que sea mejor". No desgranó tanto los desacuerdos con el actual ayuntamiento del PP, cuanto lo que quería hacer con ese contento que la embarga. Barrió. No sé en la televisión, pero allí desde luego las cosas no dependían de la corbata ni del bolígrafo.

Bien lo expresó el que fue el primer alcalde socialista del pueblo: "Mi padre me dijo una vez, los míos nunca vendrán, pero hay situaciones en las que vale la pena estar con algunos otros". Sabiendo su nombre, se entiende lo que parece un aforismo: Floreal Silvestre. Su padre era anarquista y esa genealogía es parte de su identidad moral. El partido socialista no es obrero, pero es popular en un sentido que el actual PP ni lo es, ni podrá serlo.

Afirmaba Joseph Conrad en El Corazón de las Tinieblas que "la conquista de la tierra, que por lo general consiste en arrebatársela a quienes tienen una tez de color distinto o narices ligeramente más chatas que nosotros, no es nada agradable cuando se mira de cerca". De cerca, de lejos: los efectos de la distancia en la percepción moral no han dejado de subrayarse. Pero en este caso preciso, en las elecciones municipales de los pequeños y medianos núcleos urbanos, la cercanía da la justa medida del juego, lo encarna en personas conocidas, lo expurga de tanta abstracción insidiosa. Repitió Rajoy en su romance, bolígrafo en mano, que uno de los puntos en los que no pensaba transigir y exigía pacto y consenso era "la voluntad de mirar hacia el futuro". ¿Pero qué quiere decir eso? ¿Cómo se hace? Viene después el experto a contarnos que si los flatus vocis se acompañan de este gesto, de aquel tono..., se gana el debate, se arrastra a la ciudadanía.

La tarde del viernes en Rocafort todo era más nítido: la candidatura se presentó en la Casa del Pueblo porque el alcalde, del PP, había negado el permiso para utilizar la Casa de Cultura, como era el deseo de Amparo, Floreal, Make y los suyos. Y a pocos metros, un escenario vacío, donde al día siguiente debía iniciarse una lectura pública del Poema del Mío Cid, era la coartada para atronar con Bustamante les albaes que Josep Aparicio Apa cantó en la sede socialista con motivo de la presentación de la candidatura. En fin, sin trampa ni cartón, en vivo y en directo. Que cada cual elija con quiénes, aunque no sean exactamente "los tuyos", vale la pena estar.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_