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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Partido anti-Berlusconi

La política italiana abunda en paradojas. El proyecto del Partido Democrático no es la menor entre ellas: los Demócratas de Izquierda (antiguo Partido Comunista) y Democracia y Libertad, más conocido como La Margarita (heredero del flanco centrista de la antigua Democracia Cristiana) han decidido fundirse en una nueva formación de corte reformista. Rivales durante casi cinco décadas, confluyen en un proyecto difícil y heterogéneo, desarrollado sobre un único denominador común: la oposición a Silvio Berlusconi.

Romano Prodi, un veterano de la Democracia Cristiana, ha sido el gran valedor del Partido Democrático. Junto a un puñado de fieles impulsó la idea en 1994, logrando articularla en una coalición electoral, El Olivo, y manteniéndola viva en los momentos de dificultad. Ahora el proceso parece ya inevitable. Demócratas de Izquierda y La Margarita han aprobado, en sendos congresos extraordinarios, la disolución de ambas formaciones y la confluencia en un partido único. Si los planes se desarrollan según lo previsto, el Partido Democrático, debería nacer en cuestión de un año y convertirse en el mayor de Italia.

Las ventajas que pueda reportar el nuevo partido a la compleja y fragmentada izquierda italiana están aún por ver. A corto plazo se perfilan con más claridad las desventajas. Un sector de los Demócratas de Izquierda ha anunciado su renuncia a participar en el proyecto, y tanto Refundación Comunista como Comunistas Italianos, los herederos ortodoxos del PCI, han invitado a esos disidentes a un diálogo para la creación de un partido de izquierda radical. El surgimiento de una fuerza de izquierda reformista implicará, posiblemente, la fusión de los grupos que siguen invocando la tradición comunista.

No resulta razonable pensar que las dificultades suscitadas por la existencia de dos izquierdas, muy visibles en el Gobierno de Romano Prodi, vayan a reducirse en el futuro, cuando ambas se sientan más fuertes. Los socialistas, por otra parte, siguen desaparecidos tras la implosión del PS de Bettino Craxi.

Piero Fassino, Francesco Rutelli, Walter Veltroni y demás padres del Partido Democrático, deberán enfrentarse a un entorno político distinto, y no necesariamente más acogedor. También deberán resolver cantidad de dificultades internas, empezando por la disputa entre católicos y laicos, y decidir en qué familia europea integrarse, la popular o la socialista. El proyecto del Partido Democrático se ha puesto en marcha, pero tiene por delante un viaje largo y azaroso.

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