Federer-Nadal, capítulo 10
El español vuelve a medirse en una final al 'número uno', al que domina por 6 victorias a 3
Roger Federer, el tenista perfecto, el hombre de los récords, el número uno del mundo, sólo tiene dos obsesiones tenísticas, dos cuentas pendientes conocidas. Las dos, ya es mala suerte, con hombres y nombres de peso en esto del tenis. Las dos, ya es casualidad, con cita y posible solución hoy, en la final del torneo masters de Montecarlo, donde el suizo -que ganó a Ferrero (6-3 y 6-4)- se enfrenta a Rafael Nadal, vencedor de Berdych (6-0 y 7-5). Ahí, con ambiente caliente, sol poderoso y sangre en la pista, sobre tierra, Federer puede empezar a lavar una estadística que dice que ha perdido seis veces contra el español, que sólo le ha ganado tres partidos, que no puede, que no llega, cuando juegan sobre arcilla. Ahí, en el capítulo 10 de su rivalidad, en una final a tres sets, protegido del cansancio y del desgaste, de la necesidad de guardarse esfuerzos por si se llega a una quinta manga, Federer puede empezar a vengarse. Si lo consigue, dos pájaros de un tiro. Adiós a la pesadilla de Nadal. Adiós a los insultos de Mats Wilander. "Rafael tiene lo que Federer no tiene", resumió hace unos meses el histórico campeón sueco: "Pelotas". "No creo ni siquiera que Nadal tenga dos. ¡Creo que tiene tres!".
"A Federer intento abrirle a su revés, para dominar la pista. Si no, corro y a tirarla dentro", dice Nadal
Y Federer, el tenista comedido y cerebral, el tipo de la vida estable, el enamorado que le ha regalado un anillo de tamaño asombroso a la mujer con la que convive desde 2000, se enfadó tanto que Wilander, ganador de siete Grand Slams, se vio obligado a rectificar. Visto lo visto, con poca diplomacia: "Bueno, puede que Federer tenga pelotas, pero con Nadal se le vuelven muy pequeñas. Y no le ha ocurrido una vez. Le ocurre siempre", sentenció.
Federer se enfrenta hoy a esa fama y a una estadística de las que escuecen: de las seis finales que ha jugado contra Nadal, ha perdido cuatro, entre ellas la de Montecarlo 2006. Nunca le ha ganado sobre tierra. Y por eso afronta el partido con declaraciones guerreras, prometiendo agresividad, riesgo y juego duro. "No pienso que vaya a ganar restando cuatro metros por detrás de la línea, simplemente metiendo la bola. Estoy seguro de que será necesario que sea agresivo", avisó ayer el campeón suizo, que estos días, excepcionalmente, está siendo acompañado en Montecarlo -"un sitio demasiado pequeño para mí"-, por Tony Roche, mito australiano de 62 años, oficialmente su entrenador, oficiosamente su consejero, su inspiración, su conexión con la historia de su deporte.
"Estoy verdaderamente contento de mi nivel de juego", abundó el número uno. "Los dos primeros partidos fueron un poco difíciles, pero tras el partido contra Ferrer, mi nivel es excelente. Es genial para todo el mundo que Nadal y yo nos enfrentemos. Es lo que el tenis espera. Siempre es divertido ver al número uno y al dos del mundo jugar. Espero que podamos cumplir con lo esperado. El año pasado disputamos grandes encuentros, tres fenomenales sobre tierra. Todos fueron finales", recordó.
Esta temporada marcará si Nadal y Federer construyen una rivalidad de época, a la altura, por ejemplo, de las que mantuvieron Borg y McEnroe o Sampras y Agassi. Pero Nadal, que ayer sumó 66 victorias seguidas sobre arcilla, no está por la labor. Nadal está por ganar títulos. Por vencer a Federer. Y por respetar el sitio del suizo en el escalafón hasta que consiga quitárselo. Con él no van las bravatas - "¿Favorito? Siempre es el mismo, el número uno, y yo soy el dos".
A Nadal, sin embargo, sí le gustan las estadísticas, analizar al contrario, estudiar sus puntos débiles. Federer ya sabe lo que le espera: piernas ágiles y brazos fuertes, una cabeza dura y un corazón caliente. Lo mismo que se encontró ayer Berdych, la bestia negra de Nadal, que sobre arcilla amagó y nunca pegó. Más un problema: Nadal le tiene cogida la medida a Federer. "Tiro fuerte, tirando largo sobre su revés", explicó el español nada más acabar su partido. "Intento colocarme con la derecha y abrir sobre su revés, para dominar la pista", continuó. "Si no, corro y a tirarlas dentro. Jugar contra Federer es siempre dificilísimo. Espero que también lo sea para él, porque si no, mala señal. No sé si ha cambiado cosas en su juego. En cualquier caso, yo juego mejor que el año pasado, me siento menos nervioso. Tengo más experiencia", advirtió. "Yo preferiría jugar a cinco sets. A tres es un poco peor para mí".
Federer y Nadal tienen cita para hoy. Se juegan más que un título. Se juegan quién es el líder. Se juegan empezar a decidir quién manda en el tenis.
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