...Y le decían que la pasara antes

El antológico tanto de Messi al Getafe llegó tras una jugada que aprendió de niño en las calles de Argentina. Curiosamente, cuando llegó al Barcelona, cuando tenía 13 años, los técnicos del fútbol base le invitaban a jugar más al toque con el objetivo de pulir su excesivo individualismo.

Nada más controlar el cuero, Messi dio un respingo ante la entrada de Nacho, a quien le sonrojó con un túnel. "Salta porque se acojona. Por eso no le pillo", dijo tras el partido el futbolista del Getafe. "Es el típico gol de un potrero", aclara Guillermo Hoyos, ex jugador de Boca Juniors y su entrenador en el juvenil B azulgrana; "Messi aprendió a jugar en la calle, cuando tenía cuatro años y se medía a los chicos de 12. De ahí, sus saltos; de ahí el apodo de Pulga".

"Es mágico y no se le puede limitar", sostiene Hoyos, su entrenador juvenil

Pero, cuando Messi llegó a las categorías inferiores del Barça, los técnicos se quedaban tan embelesados por sus fintas y recortes como enojados porque no cediera el cuero a compañeros mejor situados. Era un poco chupón. "El día en que no le salían las cosas nos desesperábamos un poco", recuerda Gerard Piqué, central del Zaragoza, que coincidió en varios equipos con Messi. "Todos le pedíamos que la pasara, que era un juego de equipo. A veces le costaba entenderlo", concluye. "La filosofía del club consiste en combinar, en pasar rápido para llegar al arco contrario", conviene Albert Benaiges, coordinador del fútbol base azulgrana; "teníamos que pulirle para que no hiciera siempre lo mismo".

"Es un fuera de serie y un fenómeno", afirma Horacio Gaggioli, su antiguo agente, que hace esta reflexión respecto a que se le pidiera a Messi que soltara antes el balón: "Bueno, algo de eso hubo. Alguien que se expresaba de esa manera. Que tenía que jugar más en equipo y esas cosas. Nosotros nos reíamos. Es que no deja de ser una anécdota. Pero cada vez que pilla un balón en el medio del campo sé que es capaz de hacer una jugada como la del Getafe. Ya la hizo con los cadetes y los juveniles". "Ya sabíamos cómo era Messi, un jugador un tanto individualista pero capaz de lo mejor", rememora Víctor Vázquez, compañero de Messi en las categorías inferiores. A medida que iba creciendo, sin embargo, eran menores las broncas.

Benaiges entrenó a La Pulga en su primer año de cadete. "Yo sólo le indiqué que debía pasarla rápido cuando lo situaba atrás. Pero, si jugaba de delantero, no me importaba que regatera a cuantos defensas quisiera", recuerda. "Y funcionó de maravilla. Marcó un saco de goles espectaculares", añade. "Nunca le pedí que pasara la pelota. Su fútbol no es de un toque. Es mágico y no se le puede limitar ni encasillar. Eso es matarle", argumenta Hoyos, no sin recordar un partido en Udine, ante la Juve, donde hizo una jugada similar.

Messi, ante el Getafe, quiso hacer caso a las enseñanzas que le inculcaron en el Barça. "Intenté combinar con Eto'o, pero vi que estaba marcado por dos y que a mí me dejaban espacio", contó tras el partido, que se abrió con un gol de Xavi tras ser asistido por Messi. Hubo a quien no le sorprendió su excepcional gol. "Era de imaginar que algún día hiciera eso", afirma Benaiges. "No me extrañó en absoluto. Va a hacer historia dentro del fútbol", matiza Hoyos. "¡Yo le vi muchos goles como ese!", exclama Vázquez.

Hace apenas seis meses, Barça TV emitió un documental de La Pulga titulado Messi, un héroe en silencio. Con apenas cinco años, arrastrando una camiseta del Grandoli que le iba dos tallas grandes, equipo dirigido por su padre, Messi recoge la pelota en el centro del campo y hace un eslalon tremendo hasta el pico del área. Se zafa de todos y con la zurda marca un tanto increíble, el embrión del que le consagró definitivamente.