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Una estimación de la UE eleva hasta 100 millones las europeas víctimas de maltrato

Valencia acoge un congreso internacional sobre violencia contra las mujeres

Entre 80 y 100 millones de mujeres de la Unión Europea han padecido en algún momento de su vida violencia por parte de sus parejas o ex parejas. Esta es la estimación que baraja Bruselas y que ayer ofreció la parlamentaria europea Maria Carlshamre a partir de estudios elaborados en Finlandia, Suecia y Alemania. En estos países entre el 40% y el 50% de las mujeres consultadas admitían haber sido agredidas alguna vez. Los datos se presentaron ayer en el congreso Violencia de Género. Medidas y propuestas prácticas para la Europa de los 27 que se celebra en Valencia.

Maria Carlshamre, miembro de la comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género del Parlamento Europeo, indicó que en los 27 países miembros hay también entre cinco y 10 millones de niños europeos que "ven y oyen" malos tratos en sus casas y que corren el riesgo de convertirse en maltratadores a largo plazo. "La violencia no es algo marginal, sino un problema inmenso de la sociedad y debe estar en el corazón del debate político". Supone "una auténtica violación" de los derechos humanos, como apuntó la parlamentaria sueca en la sesión inaugural de las jornadas que hoy concluyen.

Por todo ello, Carlshamre se mostró convencida de la necesidad de tomar medidas que se hagan extensivas a todos los países de la Unión, unas "exigencias mínimas y derechos comunes" en todos los estados para castigar la violencia doméstica con igual firmeza. "Como mínimo, debería exigirse que un país que quiera ser miembro de la UE establezca que la violencia hacia las mujeres es tan grave como la violencia hacia los hombres" ya que "reina una desigualdad tremenda en la respuesta y el castigo que tiene la violencia de género" según el país europeo del que se trate, lamentó. "Gran cantidad de estados fallan sistemáticamente a la hora de investigar y procesar los casos de violencia contra la mujer", criticó. Ante esta situación, Carlshamre instó "romper el silencio" para recordar que la violencia de género "mata" y que "es una epidemia que hay que combatir".

El Congreso, organizado por la Fundación Tolerancia cero y Bancaja, en colaboración con la Universitat de València, fue inaugurado por el presidente de la entidad financiera, José Luis Olivas, y la consejera de Bienestar Social, Alicia de Miguel. La consejera leyó una carta de saludo de la presidenta de la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género del Parlamento Europeo, Anna Záborská, quien no pudo asistir al encuentro, en la que destacaba que la "no prevención de la violencia es igualmente una forma de violencia".

Záborská abogó por mantener una actitud de "tolerancia cero" frente a la violencia contra las mujeres e insistió en la necesidad de poner en marcha medidas de prevención, ya que al desarrollarse en el seno de la familia "afecta a los niños y se reproduce en las generaciones futuras".

Prevenir y compartir datos

Los estudios sobre la incidencia real de la violencia contra la mujer se basan en muchas ocasiones en estimaciones a partir de los pocos informes que existen. Sin embargo, no todo consiste en el diagnóstico del problema.

Claudia García Moreno, del departamento de Género, Mujeres y Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS) destacó ayer en Valencia la importancia de abordar otras áreas como la prevención. "Tenemos que esforzarnos en la educación de los niños así como en programas preventivos", comentó.

Junto a este aspecto, la responsable de la OMS aludió a la necesidad de compartir experiencias satisfactorias entre los países para evitar duplicar esfuerzos en una cuestión tan delicada. Para llegar a este objetivo, un paso previo consiste en elaborar una base de datos que recoja los programas que hayan obtenido mejores resultados frente a este problema. "Estamos recopilando este tipo de experiencias", reconoció García.

No llegó a destacar ninguna, pero sí aludió a que se trata de medidas a diferentes niveles puestos en práctica en distintos países, ya sea en la atención a hijos de víctimas, el cambio de pautas sociales, los grupos de discusión o el control del consumo de alcohol en determinadas circunstancias que han obtenido resultados positivos y que podrían exportarse.

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