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Reportaje:

Poli de día, voluntario de noche

Dos agentes locales de Ourense crean una organización para integrar a los inmigrantes y educarlos en seguridad vial

"Lo fácil es poner multas, eso lo hace cualquiera". Máximo Cid y Damián Núñez empezaron cuestionándose la eficacia de un trabajo básicamente sancionador y acabaron realizando una labor de integración social de inmigrantes reconocida, por tercer año consecutivo, con el premio nacional que convoca el Forum de Seguridad Vial de Barcelona. Los dos son policías locales en Ourense. Aparcan sus motos en las inmediaciones de la Plaza de Abastos y en lo que tardan en apearse ya revolotea a su lado un grupo de senegaleses y saharauis con los que chocan palmas y hacen risas. Empezaron animándoles a sacarse el carné de conducir y acabaron encontrándoles empleo fijo. "Es que una cosa lleva a la otra", dicen los policías.

La labor de los policías les ha valido el premio del Forum de Seguridad Vial de Barcelona

Assane, Oumar y Moulay -tres de los más de 30 inmigrantes que participaron en el curso de integración vial- llegaron a Ourense hace cuatro años. Como la práctica totalidad de los inmigrantes de Galicia, no vinieron en patera sino en avión. Y sin papeles. Ahora asisten orgullosos a la narración que Máximo hace de su evolución. "Los encontrábamos en las ferias, con el coche cargado de ropa y otros objetos", recuerda Máximo, "y nuestra labor era multarlos, porque en el mejor de los casos, los carnés de conducir que tenían no estaban homologados".

Pero en lugar de ponerles la sanción, a los policías se les ocurrió que podrían motivarlos para que consiguieran el carné. Y como una cosa lleva a la otra, tuvieron que empezar por alfabetizarlos en español. Los agentes orensanos comenzaron a buscar subvenciones y se toparon con que el departamento de Servicios Sociales les concedía el 50% del coste de la autoescuela, "y en algunos casos, hasta el 100%". Comenzado el curso, se percataron de que los alumnos eran ilegales. "No tenían papeles, así que nos pusimos a la tarea". Y la tarea consistió en aprovechar el plazo para la regularización de inmigrantes que en aquel momento ofrecía el Gobierno. Así obtuvieron el certificado de empadronamiento en Ourense y, por fin, un puesto de trabajo a algunos de ellos.

En su afanoso intento integrador, la pareja policial se vio desbordada y acabó constituyendo "una especie de ONG", dice Máximo, "porque empezamos los dos solos y a medida que queríamos hacer cosas veíamos que no podíamos, que necesitábamos complementos". El equipo acabó integrado por tres policías locales, dos bomberos, una pedagoga, un educador social, una enfermera, un psicólogo y un abogado. Una decena de personas volcando aptitudes laborales en su tiempo libre a cambio de la integración de 30 inmigrantes. "Un lujo", asiente Assane en correctísimo español aprendido en su ciudad, Dakar, en donde cursó además dos años de Derecho y cinco de inglés. Una excepción.

Assane tiene 30 años, los papeles en regla, un empleo estable y una mujer esperando por el reencuentro inmediato. "Me siento demasiado contento", sonríe, "y todo gracias a él, nunca podremos agradecérselo bien", dice clavando la mirada en Máximo. Pero el policía se sacude el mérito: "Lo de los empleos surgió porque se enteró un empresario y los quiso contratar, pero como aún estaban ilegales, lo que hicimos fue arreglarles los certificados de penales y empadronamiento". En total, cuatro meses de papeleo y los ex feriantes ilegales componiendo piezas para aviones con contratos indefinidos, sueldos dignos y jornada laboral europea.

Ahora, los policías presentan un nuevo programa, esta vez basado en la integración a través de la música. Se trata de material didáctico para trabajar sobre la mala conjunción de alcohol y velocidad. Los inmigrantes confían en que se obrará otro milagro.

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