El profe que siempre aprobaba
El instituto Antonio Machado de Soria, en el que el poeta dio clases de francés, celebra el centenario de su llegada a sus aulas
Hace un día frío, lluvioso y gris. Las gotas de agua golpean incansables los cristales de un aula. La oscuridad, los pupitres, los bancos de madera ajada y las fotografías enmarcadas en blanco y negro producen una sensación de viaje en el tiempo. Si esa escapada trasladara al visitante a este mismo momento hace 100 años, podría asistir a una clase de francés. La clase que daba el poeta Antonio Machado que, hace ya un siglo, llegó a este instituto de Soria que hoy lleva su nombre.
No cuesta imaginárselo paseando por los claustros de fría piedra. Hoy, además, el día acompaña al recuerdo. "En un día como éste, Machado escribió aquel verso suyo tan famoso: 'Una tarde parda y fría de invierno / Los colegiales estudian / Monotonía de lluvia tras los cristales", dice Ángel Sebastián, director de este instituto de enseñanza secundaria que en 1967 cambió su nombre de Instituto General y Técnico de Soria para honrar a su profesor más ilustre.
"Hacemos incidencia en la enseñanza de la literatura del poeta", explica un profesor
Este año el centro, que lleva en pie desde 1841 y que este curso cuenta con más de 600 alumnos, celebra el centenario de la llegada del poeta a Soria. "Hemos programado varias actividades para conmemorar esta fecha. Un concurso de canto, otro literario, un viaje a Colliure -el pueblo de Francia donde murió Machado-, un certamen para escoger el logotipo que agrupará todos estos actos...", cuenta Sebastián, amante de la poesía y que, además de director del centro es -él mismo llama la atención de la coincidencia- profesor de francés. "Pero a él no le gustaba dar clase", bromea, "aprobaba a todo el mundo", dice entre risas mientras señala un antiguo boletín de notas, firmado por el propio Machado y que muestra, amarilleado por el tiempo, que el actual director tiene razón. No hay ningún suspenso.
Roberto Redondo es el ganador del concurso del logotipo para celebrar el centenario de la llegada del poeta a este instituto soriano. Su dibujo en tinta negra del rostro del poeta preside la fachada del centro, impreso sobre una gran lona blanca. Este estudiante de 2º de bachillerato de 17 años es un apasionado de la pintura y de la literatura. "Me gusta la novela histórica y científica", explica. ¿Y de Machado? Su respuesta es la misma que se escuchará de la boca de la mayoría de los alumnos de este instituto: "Los poemas que hablan de Soria". Y es que esta tierra castellano-leonesa inspiró a Machado algunos de sus más conocidos poemas. A un olmo seco, Orillas del Duero o La tierra de Alvargonzález. Allí publicaría el poemario Campos de Castilla y también allí conocería a la que fue su esposa, Leonor Izquierdo, que falleció de tuberculosis en 1912, pocos años después de la boda. Tras la desgracia, Machado abandonó Soria y su trabajo en el instituto.
"Casi todos en el instituto conocemos la historia de Machado y Leonor", dice Alberto. Es inevitable. En el aniversario de su muerte, un grupo de alumnos, acompañados del director, visitan su tumba para dejarle flores. "Intentamos hacer incidencia en la enseñanza de la literatura y en la historia del poeta", explica José María Martínez Laseca, profesor de lengua castellana y literatura. Martínez Laseca es el culpable de que la mayoría de sus alumnos reciten de corrido algunos versos de los poemas de Machado. El más repetido: "Caminante, son tus huellas el camino, y nada más / caminante, no hay camino, se hace camino al andar".
El ganador del concurso de logotipos quiere ser profesor de inglés. Tampoco descarta escribir un libro en el futuro. "Lo que tengo clarísimo es que quiero volver a Soria. Me gustaría mucho dar clases en este instituto", asegura convencido Roberto. Quién sabe, quizá, dentro de 100 años, esta ciudad tenga otro Antonio Machado.
Tras los primeros pasos del poeta en la ciudad
Aquí estaba la estación de tren de San Francisco a la que Antonio Machado llegó hace un siglo", explica José María Martínez Laseca, profesor de lengua, a sus alumnos de 4º de secundaria. Los muchachos le miran boquiabiertos. El lugar que señala Martínez Laseca es ahora una gasolinera. Alberto y sus compañeros caminan bajo la lluvia, mientras escuchan el relato de los primeros pasos del poeta en su ciudad. Miran en un mapa el recorrido que les espera. El camino desde la estación hasta el instituto. El paseo que el antiguo profesor de francés recorría a diario hasta la pensión en la que vivía, en la calle del Collado. "Soria no ha cambiado tanto desde 1907. Algunos edificios siguen siendo los mismos", asegura el profesor. Elena no está de acuerdo. "Cuesta imaginarse cómo sería la vida entonces", dice. A esta chica de 15 años le encanta leer. Quiere ser maestra o quizá periodista, y le gusta mucho escribir cuentos. "Mucho más que poesía", cuenta muy convencida.
La lluvia no arrecia, pero los estudiantes se resguardan en los soportales de la calle donde vivió Machado. "Un paseo por los lugares machadianos, los sitios de los que Machado escribió es una bonita manera de conocerle y de acercarse a su obra", les dice el profesor a los alumnos. "Le encantaba pasear,
y muchos de sus poemas están inspirados en esos paseos", sigue. Les habla del amor de Machado por los márgenes del Duero, de San Polo y San Saturio y de aquel olmo viejo, "hendido por el rayo
y en su mitad podrido" al que Machado cantaba, y que, gracias
a sus versos, se ha convertido en un legado del poeta a Soria.
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