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Entrevista:SUSANA RUIZ | Foniatra

"Cantar algunos 'lieder' u óperas de Mozart es terapéutico"

La voz es una herramienta esencial para los cantantes, sobre todo para los que se dedican a la ópera. Pero es una herramienta delicada, que necesita ser educada y cuidada. La doctora Susana Ruiz, nacida en Barakaldo "hace un montón de años", según sus palabras, es una de las grandes especialistas en esta materia. Graduada en Otorrinolaringología en la UPV, se especializó en foniatría en Barcelona, con el doctor Perelló. A través suyo tomó contacto con los cantantes de ópera que actuaban en el Liceo. Durante 10 años fue médico foniatra del Teatro Arriaga de Bilbao. Guarda un vivo y especial recuerdo de Luis Iturri y sus colaboradores. En la sala de espera de su consulta en Bilbao, pueden verse fotografías dedicadas con encarecidos agradecimientos firmados por Plácido Domingo, Teresa Berganza, José Carreras, María Bayo, Ilona Tokody o Luis Lima, además de la actriz Amparo Rivelles y el actor Saturnino García, entre otros.

"Es bueno y deseable tener una capacidad respiratoria grande; pero no es menos importante saber dosificar y conducir el aire que respiramos"

Pregunta. Un comprimido cada dos horas de Lizipaina alivia las gargantas afónicas. ¿Qué receta hay para los cantantes de ópera?

Respuesta. Este medicamento es una asociación de sustancias que se disuelven en la boca y actúa aliviando las molestias en la zona faríngea, pero no en las cuerdas vocales. Por lo tanto, no tiene ningún efecto sobre la disfonía. La receta para los cantantes es bien conocida por todos ellos, y es una combinación de una serie de elementos: buen conocimiento de su aparato fonador, buena técnica vocal para manejarlo, tranquilidad e inteligencia para saber escoger el repertorio que le conviene, y un buen foniatra para cuando las cosas no funcionan como debieran, a pesar de todo lo anterior.

P. ¿Una voz hermosa es la mejor manera de cautivar a quien la oye?

R. Una hermosa voz es, en mi opinión, la mejor manera de cautivar, e imprescindible en ese empeño. Pero, sobre todo, cautiva cuando va acompañada, en el canto, de una buena interpretación.

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P. ¿Cuáles son las cualidades que diferencian las gargantas de quienes se dedican a la ópera de las del común de los mortales?

R. Morfológicamente, prácticamente ninguna. Es decir, en una exploración medica, con la tecnología de que disponemos en la actualidad, no hay ningún rasgo objetivo que nos permita decir, ante dos laringes sanas, que esta laringe canta mejor que esta. En cuanto a las variaciones de tamaño, por regla general, los hombres tienen una laringe más grande que las mujeres, y los niños más pequeña. Las voces graves suelen presentar unas cuerdas vocales un poco más gruesas que las voces agudas. A partir de ahí, todos los días confirmamos y desmentimos lo dicho anteriormente. Lo que produce diferencias tan apreciables en la sonoridad es la manera de manejarlas, y la capacidad de control, encaje y mantenimiento de todo el aparato fonador.

P. ¿Los pulmones son las alas invisibles de la voz?

R. Los pulmones los veo como el reservorio del aire necesario para, ascendiendo por la tráquea, hacer vibrar las cuerdas vocales y producir sonido, que más tarde es transformado y amplificado en las cavidades de resonancia para llegarnos como lo escuchamos. Desde luego, es bueno y deseable tener una capacidad respiratoria grande; eso significa más cantidad de aire para cantar forte, para hacer frases más largas. Pero no es menos importante saber dosificar y conducir el aire que respiramos. Los italianos dicen cantar sul fiato para referirse a que las palabras deben cantarse sobre el aire espirado. Podemos imaginar que el aire forma esas alas invisibles donde se acomoda la voz para proyectarse y llegar.

P. ¿Verdi, Bellini, Puccini, Donizetti sabían de foniatría cuando entreveraban los momentos vigoroso y bravos, con el fraseo suave y prolongado?

R. No creo que supieran de foniatría, que es una ciencia muy joven, pero sí muchísimo de composición y de cómo llegar a nuestros sentimientos. Contaban, además, con algo imprescindible, como la intuición propia y la experiencia de los cantantes -con quienes se relacionaban muy estrechamente- para controlar lo que era o no posible hacer con la voz. Una de las cosas que me ha enseñado mi profesión es que cantar algunos lieder u óperas de Mozart es terapéutico, no sólo para el espíritu, sino también para la voz.

P. ¿Además de la seguridad en la propia voz del cantante, también debe darse la seguridad psíquica?

R. Ser un buen cantante requiere muchos conocimientos, requisitos y cualidades sumamente especiales, todos ellos estrechamente imbricados y muy poco objetivables. Esto hace que sea muy difícil definir lo que se precisa para ser un buen cantante. Sin duda, se debe tener un buen estado de salud físico y mental, un aparato fonador dúctil y, a la vez, resistente, gran capacidad de trabajo y de sacrificio, amplios conocimientos de música, de interpretación, de dicción en varios idiomas. Y finalmente, mucho de algo que sentimos sin poderlo medir y que es lo que hace de un buen cantante un artista extraordinario, el talento.

P. ¿Las óperas belcantistas serían lo mismo con libretos en lengua alemana?

R. La lengua alemana es menos flexible y menos musical que la italiana y por eso, siendo también muy hermosa, se acomoda peor a las filigranas musicales del belcanto.

P. ¿Qué es cuidarse la voz?

R. Es conocerla, amarla y escucharla para saber lo que quiere. Mimarla en todo momento, y consentirla un poco, no siempre, porque a veces es una tirana.

P. ¿Los cantantes de ópera salen con miedo a que les falle la voz en un momento de las actuaciones?

R. La responsabilidad de un cantante en una función de ópera es enorme. Si su voz falla, no sólo afecta a su personaje sino a la calidad del conjunto y al trabajo de los demás compañeros. Por otro lado, está la presión de que la forma física le permita hacer teatralmente el personaje sin que se resienta el canto, de estar a la altura y no frustrar las expectativas del público, que invierte mucha ilusión y dinero en acudir a escucharle, de confirmar el acierto de quien ha confiado en él para el papel. Siendo tanta la responsabilidad, ¿quién no sentiría un poco de miedo? A mí lo que me impresiona es que sean capaces de superarlo y de hacernos tan felices.

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