Habitar la pintura
La portuguesa Helena Almeida utiliza la fotografía, en general de su propio cuerpo, como materia para invocar a la pintura, más allá del pretexto narrativo.
En los años sesenta la pintura experimentó una crisis, iniciándose a partir de ella nuevas prácticas artísticas que condujeron al conceptualismo y la desmaterialización del arte, pero algunos pintores, a los que casualmente se dedican sendas exposiciones individuales en estos días en Madrid, como Darío Villalba, Arnulf Rainer y Helena Almeida, sin renunciar por completo al trazo y al color, se sirvieron de la fotografía como materia pictórica y de su propio cuerpo como tema de la obra, lo que condujo a que se acercaran al accionismo y al body art. La propia Helena Almeida (Lisboa, 1943) explica cómo, harta de pintura, se apoyó en la imagen fotográfica que, una vez reencuadrada y saturada, retoca haciendo evidentes algunas formas casuales por medio de la utilización de colores saturados, pintando de azul cobalto o de intenso rojo pequeñas superficies que quedan marcadas por el inequívoco trazo del pincel.
HELENA ALMEIDA
'Habitar la pintura'
Galería Helga de Alvear
Doctor Fourquet, 12. Madrid
Hasta el 12 de mayo
El trabajo de Helena Almeida discurre por las nuevas fronteras que la pintura ha ocupado en su expansión posconceptual. En su obra, la construcción de la imagen no se ha realizado dibujando o silueteando con pintura el lienzo, sino por medio de imágenes fotográficas en las que aparece el cuerpo de la propia artista adoptando poses o realizando acciones sencillas en su propio estudio, que le sirve de escenario. Estas imágenes de su cuerpo, enfundado en ropas de riguroso color negro, que aplanan el volumen de la figura y evitan la anécdota de la mediatinta, se perfilan con nitidez sobre el fondo liso y claro, mostrando formas opacas que son resultado de gestos corporales. Pero, a pesar de que el cuerpo y los gestos son reconocibles, sus obras no poseen ninguna voluntad narrativa ya que las acciones no responden a un guión ni las posturas pretenden transmitir significados concretos que se puedan deducir de gestos determinados, ya que éstos no son ni significantes ni forzados. Nada induce en estas obras a buscar analogías pero el conjunto de imágenes, que constituyen las series en las que se organiza su trabajo, al final, hablan de la mujer, de la humanidad y, de manera más general, de lo antropológico.
Contemplando las obras en las que el cuerpo de la artista se retuerce sobre una modesta silla blanca me asalta el verso de Hölderlin que dice: "...poéticamente, habita el hombre en esta tierra", ya que Helena Almeida, desde la soledad de su estudio, transmite la idea de un habitar que se aparta de lo cotidiano, mostrando formas de ocupar y apropiarse del espacio vital. Su cuerpo determina el espacio llenándolo de parámetros culturales, de convenciones sociales, de signos históricos que afloran a través de la ropa negra, que transmite la imagen del luto, el silencio y la paciencia que se pueden asociar con ciertos roles históricos de la mujer.
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